Viernes, 19 de diciembre 2025, 21:33
| Actualizado 21:57h.
Vuelve el Granca al punto de partida en la Liga Endesa, con sus urgencias clasificatorias (para la Copa del Rey 2026, que parece que va a ser que no, y para su autoestima), tras el trámite continental con el Benfica. La suspensión de la pasada jornada frente al Baskonia, imprevista e indeseada, dio más aire y margen en el propósito de una mejor preparación física y, también en lo concerniente a la mentalidad. Evidente, el Granada no es el Baskonia. Y ahí fluctúa la presión y la responsabilidad. Frente al conjunto vitoriano había muchísimo que ganar. Pero ahora, con la visita del penúltimo, con el mismo balance 1-9 que el colista Burgos, todo se reduce a evitar el fiasco porque una derrota sí sería lastimosa, lo que traslada a los chicos de Lakovic la obligatoriedad de sacar adelante la faena y sin excusas. Correr la milla sin mirar al final del maratón, que dijo el entrenador la semana pasada para ilustrar la velocidad justa que quiere en el equipo, porque de nada vale mirar al futuro si se descuida el presente. Un poco de eso ha venido pasando últimamente y así le va al Granca.
La vuelta de Jovan Kljajic a la que fue su casa le da al duelo cierto color porque, por mucho que Lakovic se esfuerce en disimularlo, no es el Granada uno de los adversarios pue más motiven para ambientar el Arena. Lo que conviene es centrar fuerzas en lo propio y en demostrarle a la afición que las promesas de mejorar y de agarrar regularidad al fin se plasman en hechos.
El momento emergente de Brussino, que ostenta la condición de jugador más valorado en las dos competiciones, puede ser un asidero fiable para el resto. Ya se sabe lo que ofrece y da el argentino, que viene de hacer un gran partido contra el Benfica con 16 puntos y pretende mantener su promedio de 13 en la ACB. Sería la mejor señal que el bueno de Nico siga conectado y, con el necesario acompañamiento de todos, tire del carro apelando a su indudable compromiso con la causa. La grada conoce a la perfección lo que significa tenerle en la pista y con una inercia que va en beneficio del resto. Él sabe interpretar como pocos los momentos de necesidad como el actual y eso le suele propulsar. Aparecer cuando a otros les quema el balón en las manos.
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