Joaquín Sorolla, su obra, desprende su fulgor donde lo pongas. Que para eso fue el pintor de la luz. Por mucho que su Casa Museo … lleve tiempo cerrada por las obras de ampliación, su repertorio artístico es admirado de forma continua, y no sólo gracias a las publicaciones, tanto físicas como por internet. Parte de la colección de este espacio puede admirarse en seis espacios europeos, uno de ellos la Fundación Bancaja de Valencia. Cualquier lugar es bueno para exponer el legado del excelente artista valenciano: desde el museo más moderno y concebido desde sus inicios para ello, hasta una antigua estación de tren (como es el caso del Musée d’Orsay en París) o una central térmica que en su día quedó en desuso (Ponferrada). Otro tema es el del enorme esfuerzo necesario para acondicionar esos edificios de forma que reúnan las condiciones para acoger estas obras. Para hallar un ejemplo de esto, siguiendo una vía paralela pero también relacionada con Sorolla, no hay más que echar un vistazo al proyecto para abrir una sede de la Hispanic Society en el Palacio de Comunicaciones.

Una de las transformaciones más impactantes, y que recientemente ha acogido una exposición íntegramente sobre Joaquín Sorolla, es la central térmica de Ponferrada. Este espacio recibió piezas de la colección de la Casa Museo de Madrid. Este centro tiene repartido parte de su catálogo por otros cinco espacios de toda Europa, entre ellos, una antigua estación de tren. «Obviamente el edificio debe estar perfectamente acondicionado y ofrecer todas las garantías de seguridad y conservación», señalan fuentes del recinto asentado en Madrid. Desde este centro también admiten que las exposiciones temporales son una oportunidad, dada su situación actual: «Estamos cerrados por la ampliación, por lo que estas muestras permiten que la obra de Sorolla de la que nosotros disponemos pueda seguir mostrándose».

Un vistazo a estas exposiciones temporales y sus escenarios puede conceder una idea del impacto que llegaría a suponer la puesta en marcha del proyecto de la Hispanic en Valencia. El Palacio de Comunicaciones albergó durante muchos años las dependencias centrales de Correos, por lo que para miles de personas ya resultará llamativa la transformación. Una rehabilitación cuyo coste se estima en 17 millones de euros y que incluirá dotar al edificio de una serie de condiciones como temperatura o humedad idóneas y necesarias para exponer obras de arte.

M. DE LA TORRE/LP/IVÁN ARLANDIS

Imagen principal - De una central térmica a una estación de tren, los sitios más extraños para exponer a Sorolla

Imagen secundaria 1 - De una central térmica a una estación de tren, los sitios más extraños para exponer a Sorolla

Imagen secundaria 2 - De una central térmica a una estación de tren, los sitios más extraños para exponer a Sorolla

De momento el proyecto tiene que salvar un primer contratiempo, que ha sido la el recurso presentado por parte del Col.legi d’Arquitectes de la Comunitat Valenciana (COACV) a la licitación de la redacción del proyecto para rehabilitar el Palacio de las Comunicaciones. Este fue formulado ante el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales, que ha paralizado el procedimiento de forma cautelar. Y mientras se prolonga este impás, conviene revisar el impacto generado en el mundo cultural ese reciclaje de antiguos edificios para fines museísticos.

Uno de los más espectaculares es el de La Térmica Cultural, un espacio de Ponferrada que se halla en una antigua central de este tipo de energía, de ahí su nombre. Este recinto ha acogido en los últimos meses la exposición ‘Sorolla a través de la luz. De la tradición a la modernidad’, que cerró tras haber recibido a más de 40.000 visitantes. La muestra exhibió durante seis meses 40 obras originales del pintor valenciano (algunas de ellas mostradas al público por primera vez) de 21 prestadores: entre ellos, la Casa Museo de Madrid, pero también La Red (Museo Universidad de Navarra), Retrato de Federico Suárez (Museo Universidad de Navarra), Duelo en una hostería (Colección Pérez Simón) y Puerto de Valencia (colección privada). «Ha supuesto un reto adaptar la presencia de pinturas de etapas diferentes de Sorolla en un espacio industrial como es La Térmica Cultural. Este contraste ha llamado la atención y ha sobrecogido a más de un visitante, lo que consolida el potencial de este lugar como espacio expositivo», señala Yasodhara López, directora general de Ciuden, la fundación que gestiona el recinto dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica.

La exposición incluía una experiencia inmersiva, tan de moda en la actualidad con el desarrollo imparable de las nuevas tecnologías. Pese a ello, lo que más impresionó a la gran mayoría de los visitantes fue poder ver cuadros de Joaquín Sorolla en una antigua sala de condensación, uno de los pasos fundamentales en el proceso de obtención de energía. Y es que la Térmica Cultural es una nueva vida para la Compostilla I, que se puso en marcha en 1949 y fue la sede de una incipiente compañía pública de electricidad, hoy Endesa. Esta instalación se abastecía del carbón extraído de las cuencas mineras del Bierzo y Laciana.

Pero la antigua central térmica castellano leonesa no es el único edificio mutado en museo donde se ha exhibido la obra de Sorolla. Hasta el 11 de enero, en París se puede visitar la exposición ‘Paolo Troubetzkoy. Sculpteur (1866-1938)’. Esta muestra incluye piezas cedidas por Casa de Sorolla, y se encuentra en el Museo de Orsay. Para habilitar este recinto industrial se reutilizó la antigua estación de tren con el mismo nombre y que se encuentra en el margen izquierdo del río Sena. Uno de sus grandes atractivos es el imponente reloj en su nave central, que cualquiera pensaría que evoca el pasado como infraestructura ferroviaria. Esta construcción es camaleónica, pues la firma Airbnb la transformó durante un tiempo en hotel de lujo durante los Juegos Olímpicos de 2024. Realmente este proyecto recuperaba un uso que ya tuvo el edificio a principio del siglo XX, a partir de la Exposición Internacional de 1900.


Clausurada en 1939, fue un centro de envío de mercancías durante la Segunda Guerra Mundial. En estado de ruina en los años 70, el presidente Valéry Giscard d’Estaing decidió conservar la estructura de la Estación de Orsay y convertirla en un museo. Abrió como tal en 1986, especializándose en arte del siglo XIX y principios del XX.

Sin salir de París, ‘The empire of sleep’ también incluye piezas prestadas por la Casa Museo de Sorolla. Esta exposición, que se puede visitar hasta el 1 de marzo de 2026, se encuentra en el Museo Marmottan Monet. Bajo la dirección de Laura Bossi, neuróloga e historiadora de la ciencia, y Sylvie Carlier, directora de colecciones del recinto, esta muestra analiza el significado simbólico y alegórico del sueño, su importancia en la iconografía profana y sagrada, y la influencia que tuvieron en el campo del arte las investigaciones científicas, filosóficas y del psicoanálisis. El espacio se asienta en un antiguo pabellón cerca del bosque de Boulogne, antiguo coto de caza de los reyes de Francia al oeste de París y que actualmente es una zona recreativa de 850 hectáreas.

Hasta el 11 de enero se puede visitar en Bruselas ‘Luz y sombra. Goya et le réalisme espagnol’. La muestra pone en diálogo la obra del pintor fallecido en Burdos con otros artistas de su misma etapa y posteriores, entre ellos Sorolla, con obras también cedidas por la Casa Museo. La exposición se encuentra en el Bozar Palais des Beaux-Arts, un espacio cultural multievento que fue construido entre 1922 y 1929.

Hasta el 25 de enero, en Alemania, La Kunsthalle de Hamburgo presenta su primera exposición sobre la polifacética obra del sueco Anders Zorn (1860-1920), un artista de fama mundial que tuvo una estrecha relación con Sorolla. En esta muestra se exponen más de 150 obras, entre las que se incluyen piezas del pintor valenciano. El recinto museístico se compone de tres edificios edificados entre finales del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX. Además de la que hay en la Fundación Bancaja, en España hay actualmente otra exposición con obra de Sorolla, en el Palau Martorell de Barcelona.