Fue en 1983 cuando el médico alemán Harald Zur Hausen demostró que el cáncer de cuello uterino –o de cérvix– estaba causado por ciertos tipos … del virus del papiloma humano (VPH). Su descubrimiento, que le llevaría a ganar el Premio Nobel de Medicina en 2008, fue capital porque hasta entonces no se creía que un virus pudiera provocar cáncer y, más todavía, porque abrió la puerta al desarrollo de vacunas para un tumor que hasta entonces había sido el segundo más frecuente entre las mujeres. En la actualidad es el cuarto –solo por detrás del de mama, el colorrectal y el de pulmón– y causa más de 300.000 muertes al año en todo el mundo.

Dos nuevos estudios que incluyen a 132 millones de personas han ratificado la seguridad de estas vacunas y, de paso, han confirmado la efectividad de inocular el remedio a niños y niñas antes de los 16 años. En concreto, en el caso de estas últimas, se ha demostrado que tenían un 80% menos de probabilidades de desarrollar este tipo de tumor. Los trabajos han certificado también que sus posibles efectos secundarios son leves y no van más allá de dolor o inflamación en la zona de la inyección. «Es una vacuna recomendada al cien por cien, incluso en mujeres infectadas porque protege contra otras cepas del virus y contra posibles reinfecciones», explica Teresa Díez, ginecóloga del hospital de Basurto. «En Euskadi se administra a todos las niñas y niños a los 12 años, a estos últimos desde el curso 2023-24. Lo ideal es hacerlo antes de que comiencen a tener relaciones sexuales. Y si no se les ha administrado por circunstancias como haber nacido en el extranjero, se financia su inoculación a mujeres nacidas a partir de 1995 y a los varones desde 2007», añade la especialista.

Nueve cepas oncogénicas

La primera de estas investigaciones –en ambos casos se trata de revisiones de estudios anteriores– resume 60 ensayos que contaron con más de 150.000 participantes. Su conclusión es que todas las vacunas analizadas mostraron su efectividad para prevenir infecciones que pudieran terminar en cáncer de útero además de otras enfermedades que puede causar el VHP como el cáncer de ano, vagina, pene y de garganta. Aunque no se hizo un seguimiento a largo plazo –estos tumores pueden tardar años en aparecer–, sí que demostraron una reducción de las alteraciones precancerosas en el cuello uterino en mujeres de entre 15 y 25 años.

La segunda revisión es mucho más amplia e incluye 225 estudios con más de 132 millones de personas en varios países. Además del mencionado 80% de reducción del riesgo en el cáncer de cérvix, apunta también una bajada en las verrugas anogenitales, también causadas por el virus del papiloma.

El cuello uterino es la parte final del útero y lo conecta con la vagina. Consta de dos partes, la inferior, llamada ectocérvix ( o exocérvix), y el endocérvix, más interior. «El virus, que infecta de forma asintomática a entre el 70 y el 90% de la población sexualmente activa y normalmente se resuelve en dos años, suele asentarse en la unión escamocolumnar, que es el punto donde se unen ambas. Existen unos 150 tipos, de los que la vacuna que se administra en Euskadi protege frente a nueve. Las más oncogénicas son la 16 y la 18. Las siete restantes no son tan agresivas pero también pueden provocar cáncer», detalla la especialista vasca.

Desmienten los bulos sobre la infertilidad y la esclerosis múltiple

Lo que también descartan estas dos revisiones son los bulos alimentados en las redes sociales sobre las presuntas consecuencias de esta vacuna. Entre esas afirmaciones falsas se encuentran que aumenta la incidencia de enfermedades autoinmunes como el síndrome de Guillain-Barré –un ataque de las defensas del organismo a los nervios periféricos– o la esclerosis múltiple –el sistema inmune destruye la mielina, la sustancia que recubre el cableado del cerebro–. También se ha asegurado que causa infertilidad. «En todos los casos se ha visto que era mentira, todos esos bulos han quedado desestimados. Los únicos efectos secundarios son los habituales de cualquier vacuna en forma de dolor o hinchazón en la zona de la inyección», explica la ginecóloga Teresa Díez.