Bryson DeChambeau. (© Golffile | Fran Caffrey )
Bryson DeChambeau está a gusto en LIV Golf, ve futuro en el proyecto saudí y presume de que su franquicia, Crushers GC, es un ejemplo de cómo construir —de verdad— un equipo dentro de la liga (sin hablar directamente de él, es imposible no caer en la comparación con Brooks Koepka y su falta de apego hacia su equipo). Eso sí, al mismo tiempo, deja claro que su renovación no va a ser un trámite. Ni mucho menos. LIV Golf va a tener que sudar la camiseta.
En una entrevista con Tom Hobbs, del canal de X Flushing It, el estadounidense dibuja el escenario con una mezcla de satisfacción y exigencia: está “encantado” con el rumbo de su equipo, asegura que en 2025 han superado los 20 millones de dólares de ingresos y que vienen de varias temporadas con EBITDA positivo, pero al mismo tiempo desliza que todavía hay conversaciones pendientes, que “tienen que cambiar cosas” y, sobre todo, que él no siente que tenga demasiada voz en las decisiones importantes.
En otras palabras: Bryson está dentro, pero no va a firmar a la primera.
“No me estoy expandiendo demasiado rápido… somos una máquina”
DeChambeau utiliza a los Crushers como argumento principal. En un ecosistema en el que se ha discutido mucho sobre el valor real de las franquicias, Bryson contraataca con cifras y con un mensaje muy dirigido a la cúpula de la liga.
“Los Crushers lo han estado haciendo muy bien”, explica. “Hemos contratado a un Manager General y vamos a contratar a más gente este año, pero despacio. No me estoy expandiendo demasiado rápido, como algunos equipos. Somos una máquina ligera y efectiva. Hemos tenido EBITDA positivo durante las últimas temporadas y nuestros ingresos están por encima de 20 millones de dólares… y el año que viene va a ser incluso más”.
La cifra sorprende. Veinte millones en 2025 es una declaración de fuerza en un momento en el que, dentro y fuera del golf, se ha cuestionado con insistencia el recorrido comercial de LIV y su estructura de equipos. Bryson, al menos, vende que su modelo funciona… y que eso lo coloca en una posición de ventaja cuando toca hablar de renovación de su contrato.
La renovación no será sencilla: “Tiene que ser lo correcto”
Y aquí llega la parte que da sentido al pulso. DeChambeau insiste en que quiere seguir, que el “team golf” le seduce y que la liga le parece un proyecto con recorrido. Incluso llega a afirmar que ahí es donde “fija su hogar”. Pero en la misma respuesta introduce la condición: “tiene que tener sentido para todos”. No va a renovar de cualquier manera. Hablamos de tema económico y de peso en la toma de decisiones.
“Las oportunidades en LIV y la capacidad de hacer crecer el golf por equipos es tan interesante para mí que ahí es donde pongo mi base”, dice. “Es donde quiero estar, pero al final tiene que tener sentido para todo el mundo. Porque también podría hacer golf de YouTube y estaría perfectamente”. Deja claro que no necesita a LIV Golf.
Es un aviso con dos lecturas. La primera, evidente: Bryson sabe que hoy tiene mercado y alternativas. La segunda, más sutil: si LIV quiere retenerlo, tendrá que atender sus demandas. Y esas demandas, por el tono de la conversación, apuntan a dinero… y a peso dentro del proyecto.
“No tengo mucha voz… a veces desearía tener más”
Cuando Hobbs le pregunta si ve posible cerrar el acuerdo antes de Riad (primer torneo del año en febrero), Bryson enfría el escenario y lo enlaza con el terremoto Koepka.
“No sé si antes de Riad… hay muchas cosas que revisar”, explica. “Con la marcha de Brooks, desde luego, se abren situaciones únicas. Quiero hacer crecer el golf por equipos en todo el mundo, pero tiene que ser lo correcto. Y hay muchas cosas que tienen que hacerse para que sea lo correcto… Las cosas tienen que cambiar. Las cosas tienen que mejorar”.
Y, acto seguido, llega una frase que suena a mensaje interno: DeChambeau reconoce que no le consultan demasiado.
“Yo no llevo esto en absoluto. La verdad es que no tengo mucha voz… a veces desearía tener más, pero así es la vida. Yo no dirijo la organización”, explica, antes de señalar que confía en Scott O’Neil, Katie O’Reilly y Chris Heck, los principales dirigentes de LIV Golf, para tomar decisiones.
Dicho de otra manera: la renovación va más allá de una cifra.
Koepka: “No lo tenía en mi hoja de ruta…”
El otro gran asunto de la entrevista es la salida de Brooks Koepka, que DeChambeau asegura que le pilló a contrapié.
“Siempre hubo rumores, pero fue un shock cuando lo vi”, relata. “No sabía que iba a pasar precisamente ese día. No lo tenía en mi hoja de ruta para el 23 de diciembre”.
Y, cuando se aborda el posible regreso de Koepka al PGA Tour, Bryson es claro: si vuelven, que vuelvan por el procedimiento normal. Sin trato especial. Nunca tuvieron Brooks y él la mejor relación del mundo.
“No sé qué deberían permitir o no… Si van a hacerlo según el reglamento, deberían hacerlo según el reglamento y no dar ninguna exención especial”, explica. “Porque si hay una exención especial, se abren las puertas para que otros hagan lo mismo… es una pendiente resbaladiza”.
Un mensaje claro: LIV tendrá que sudar la firma
El resumen de todo lo que deja Bryson en la entrevista es sencillo: DeChambeau está contento, cree en LIV y presume de que su franquicia es un modelo rentable. Pero también se coloca en modo negociación. Tiene argumentos, tiene cifras, tiene influencia mediática… y no parece dispuesto a firmar sin ajustar varias piezas. Tanto que duda en vislumbrar también un futuro sin LIV Golf. Con la marcha de Koepka sabe que está en una posición todavía de más fuerza y no va a dejar escapar la oportunidad.
LIV Golf tiene por delante una de esas renovaciones que no se resuelven con una sonrisa y un apretón de manos. Con Bryson, la factura —en todos los sentidos— puede salir más cara.