El actor Dean Cain fue, entre 1993 y 1997, Superman. Lo fue en Lois y Clark: las nuevas aventuras de Superman, junto a la Lois Lane de Teri Hatcher, cuya carrera despegó tras la serie. Cain, aunque acumuló desde entonces docenas de pequeños papeles en cine y televisión, no tuvo tanta suerte profesional. Hasta el punto que ha decidido cambiar de vocación a sus 59 años, poco después del estreno de Superman de James Gunn, para convertirse en uno más de los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de su amigo Donald Trump.

A Cain no le hizo falta ver la película para expresar su desprecio a una de las ideas que defendía su director. Gunn señaló al Sunday Times durante la promoción de la película algo intrínseco al personaje (que Superman es «la historia de un inmigrante» y “sobre todo una historia que dice que la bonda básica humana es un valor, y es algo que hemos perdido”) y a Cain le pareció que aquello convertía en woke al personaje. Cain confesaría después a Variety no haber visto la película tras sus acusaciones. Entre esas críticas señaló que resultaba provocador resaltar la condición de inmigrante de Superman en mitad de las redadas indiscriminadas del ICE, el brazo armado de la política antiinmigratoria de Trump, que ha reforzado el servicio hasta convertirlo en el que más recursos tiene entre todas las agencias federales. Uno de sus agentes será Cain.

Dean Cain, en una cumbre política conservadora en 2025.

DOMINIC GWINN/Getty Images

El actor en realidad llegó literalmente por accidente al personaje, y al mundo del espectáculo. Pese a ser hijo de actriz (Sharon Thomas, que apareció en un episodio de Lois y Clark) e hijo adoptivo del director Christopher Cain (Arma Joven), vivir una infancia en la que contaba entre sus amigos a gente como Chris Penn (hermano de Sean), Charlie Sheen o Rob Lowe, y haber protagonizado uno de los romances más sonados durante su adolescencia (cuatro años junto a Brooke Shields), a Cain lo que se le daba bien era el deporte. Hasta el punto de que consiguió dar el salto a la NFL, la liga de fútbol americano, de la mano de los Buffalo Bills. Hasta que se lesionó en uno de sus primeros entrenamientos y dijo adiós para siempre a esa etapa de su vida. De ahí llegaron los pinitos en el cine, más romances sonados (Pamela Anderson) y un Superman que tuvo que disputar en la ronda final a otro actor conservador de carrera a trompicones, Kevin Sorbo (Hércules).

Con los años, mientras Hatcher se hacía famosa con Mujeres Desesperadas y él se veía cada vez más relegado a papeles episódicos, Cain se fue haciendo famoso como conservador. Presume desde hace años –desde antes de Trump, al que le une una amistad de décadas– de su filiación republicana y en los últimos tiempos empleaba sus redes sociales y apariciones en Fox News para convertirse en amplificador de los mensajes de su “amado presidente”. Pero parece que el nuevo Superman ha terminado por llevarle a un nuevo destino, en las antípodas del Superman de Gunn. El director ya había previsto algo así en la misma entrevista del Times, de todas maneras: su Superman, reiteraba “va sobre la bondad humana y obviamente habrá capullos por ahí que carezcan de ella y se lo tomen como algo ofensivo sólo porque va sobre ser buenos. Pero, que les den”.