Valle Salvaje encara uno de sus momentos clave: la boda de José Luis y Victoria, un acontecimiento que promete alterar el rumbo de la narrativa de la diaria de RTVE. La primera parte del enlace se ha emitido este viernes, 8 de agosto, mientras que la ceremonia continuará el próximo lunes, día 11. Entre intrigas y secretos familiares, esta unión se ha convertido en uno de los eventos más esperados de la serie.
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El episodio 229, emitido esta tarde en La 1, apenas ha mostrado detalles de la ceremonia y ha servido más como una antesala de los acontecimientos que llegarán el lunes. Y no todos serán buenos: los testigos de la novia no se han presentado y Victoria no está dispuesta a asumir tal “humillación” por parte de Mercedes y Bernardo.
Atención, esta noticia puede contener spoilers del capítulo 229 de ‘Valle Salvaje’, lea bajo su responsabilidad
Aunque Mercedes aceptó ser testigo de la boda de Victoria y José Luis, la duquesa de Miramar no se ve capaz de dar su bendición ante toda la nobleza de la comarca al matrimonio de su cuñado con la asesina de su hermana, por lo que ha tomado la decisión que no irá a la celebración. Esto ha provocado un alejamiento con su marido, pues Bernardo cree que deben ceder para él pueda trabajar las tierras y conseguir liquidez. En cambio, su mujer le da los motivos que tiene para ausentarse del enlace.
“Cuando os habéis ido de la capilla, me he quedado sola frente a la tumba de mi hermana, y me he dado cuenta de que no puedo acudir”, le explica. Bernardo entiende las razones de Mercedes, pero también cree que esa decisión les puede llevar a la ruina. En cambio, la hermana de Pilara quiere que todos los nobles vean que los duques de Miramar y uno de los hijos de don José Luis, Alejo, no asisten a la ceremonia: “Así sabrán qué tipo de personas son”.
Bernardo insiste en que el precio a pagar es muy alto, pues se desataría una guerra aun más dura que la que ya han sufrido, pero para Mercedes esa guerra no ha terminado. “Les necesitamos tanto o más que ellos a nosotros, las tierra de Alejo aún tardarán en dar su fruto. No podemos depender solo de ellas. Nos guste o no, necesitamos estar a buenas con el duque para tener un futuro”, insiste el Allué en sus motivos para ir, pero su mujer le deja claro lo que sucederá tras la boda: “Nunca estaremos a buenas con ellos. No habrá acuerdos ni tierras. No habrá futuro. Cuando Victoria sea la duquesa, no habrá nada”.
Victoria no se casará sin los duques de Miramar presentes
Con el altar montado, los invitados colocados, las familias listas, y José Luis y Julio esperando en el altar, Victoria y Adriana están listas para su aparición en la campa. Al ver que los Miramar no están allí, la novia hace a Isabel llamar al novio para hablar con él, eso sí, con disimulo. “¿Dónde están Mercedes y Bernardo? Pensaba que te habías asegurado en persona de su presencia”, le pregunta Victoria.
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Victoria está dispuesta a ir hasta la Casa Pequeña y traerlos a rastras si fuera necesario, cuando el párroco mete prisa para la celebración del evento. El duque todavía confía en que lleguen y le pide al sacerdote que tranquilice a los invitados, pues estos empiezan a impacientarse. En cambio, para Victoria, ese acto es toda una humillación. “Por culpa de esos malnacidos vamos a hacer un ridículo espantoso”, reprocha ella que no va a dejar pasar eso: “Bien sabe Dios que pagarán caro esta humillación”.