Hace trece años, el 15 de julio de 2012, el mundo descubría a un extravagante artista surcoreano cabalgando invisible por las calles de Seúl con una coreografía imposible de olvidar. Gangnam Style de PSY no solo fue un fenómeno viral sin precedentes, fue también el punto de inflexión que abrió las puertas del K-Pop al escenario internacional. En solo unos meses, el video alcanzó mil millones de reproducciones en YouTube, un récord en ese entonces, y colocó a un artista coreano en el radar global por primera vez con tal intensidad.
Muchos lo consideraron una anomalía o una rareza simpática. Sin embargo, lo que comenzó como una broma visual y musical, plantó la semilla de un movimiento cultural global. Trece años después, el K-Pop no solo es una fuerza reconocida dentro de la industria musical, sino una máquina de producción estética, artística y comercial que ha redefinido las reglas del pop mundial.
El fenómeno PSY: El primer embajador global del K-Pop
Cuando Gangnam Style se viralizó, ni siquiera PSY imaginaba el alcance que tendría. La canción, que parodiaba los excesos del distrito de Gangnam en Seúl, capturó la atención internacional por su energía, ritmo contagioso y, sobre todo, su video memorable. Fue la primera vez que una canción coreana alcanzó tal visibilidad en Occidente, y aunque no inauguró el género como tal, sí fue su carta de presentación más potente.
La industria musical tomó nota. A partir de entonces, compañías surcoreanas como SM Entertainment, JYP y YG comenzaron a adaptar sus estrategias para conquistar no solo el mercado asiático, sino también América, Europa y Latinoamérica. PSY no era el producto típico del K-Pop, su imagen desenfadada y poco convencional contrastaba con los estándares estéticos del género, pero su éxito demostró que había apetito por la música coreana fuera de sus fronteras.
De boybands y girlbands: la expansión global
Tras el boom inicial, fueron las boybands y girlbands quienes tomaron la batuta para consolidar la presencia del K-Pop en la cultura global. BTS, debutado por Big Hit Entertainment en 2013, pasó de ser un grupo relativamente pequeño a una auténtica superpotencia mundial. Con letras que abordaban temas como la salud mental, la identidad o la presión social, BTS conectó emocionalmente con millones de fans —los famosos ARMY— en todos los continentes. Canciones como Butter, Boy With Luv o Dynamite han roto récords y han llegado a lo más alto de los rankings musicales.
A la par, BLACKPINK surgió como la respuesta femenina desde YG Entertainment. Su estilo más agresivo, combinando hip-hop, electrónica y moda de alto nivel, les valió alianzas con marcas de lujo y colaboraciones con artistas como Dua Lipa, Lady Gaga o Selena Gomez. Actuaciones en el festival de Coachella o en entregas de premios como los MTV VMA’s certificaron su estatus de fenómeno global. Destacan canciones como How You Like That, Kill This Love, Pink Venom o DDU-DU DDU-DU, entre otras.
Otras agrupaciones como EXO, TWICE, SEVENTEEN, Red Velvet, NCT, Stray Kids o ITZY siguieron esta senda, alimentando una ola que ya no era pasajera. El K-Pop se profesionalizó aún más: entrenamientos rigurosos, coreografías milimétricas, conceptos visuales diferenciados y estrategias de redes sociales que convertían a cada idol en una marca viviente.
La viralidad como estrategia: el caso de Cupid y más allá
En la era de TikTok, la viralidad ya no es un accidente: es un objetivo. Y el K-Pop lo entendió antes que nadie. En 2023, el grupo femenino FIFTY FIFTY lo demostró con Cupid, una canción relativamente sencilla que explotó en plataformas de video corto gracias a su versión en inglés y a un challenge que hizo furor entre adolescentes.
No es un caso aislado. Otros temas como Next Level de aespa, Antifragile de LE SSERAFIM o Super Shy de NewJeans se convirtieron en auténticos éxitos virales, a menudo sin necesidad de promociones tradicionales. El algoritmo, los bailes virales y la estética colorida, futurista o nostálgica de estos grupos jugaron un papel clave en su propagación global. Esta capacidad para adaptarse al lenguaje digital ha sido una ventaja competitiva indiscutible frente a los modelos tradicionales de promoción en la industria musical.
K-Pop en inglés: la conquista final del pop global
En los últimos años, el K-Pop ha dado un paso más allá: cantar directamente en inglés y colaborar de forma continua con artistas occidentales. En 2023 y 2024, temas como Seven de Jungkook (de BTS) junto a Latto, APT. de Rosé (de BLACKPINK) junto a Bruno Mars, o Rockstar de Lisa marcaron una clara transición hacia un pop más accesible para el público angloparlante.
Estos temas no solo ocuparon posiciones en las listas de Billboard, o alcanzaron el número 1 de la Lista oficial de LOS40 en el caso de APT., sino que también mostraron un alto nivel de producción y madurez artística, capaces de competir de tú a tú con cualquier lanzamiento de artistas occidentales. La colaboración ya no es simbólica: es estructural. La industria occidental ve en el K-Pop no solo una moda, sino un motor económico y cultural en sí mismo.
Actualmente, el fenómeno del género ha llegado a su inclusión en productos mediáticos más amplios, como la película animada KPOP Demon Hunters. La repercusión de su grupo, HUNTR/X, se ha traducido en el Top 2 mundial de Spotify con el tema Golden, solo adelantada por JUMP de BLACKPINK, otra pieza dentro del género. Esto demuestra que la cultura coreana ya no es solo un nicho musical, sino un ecosistema completo que se expande hacia el entretenimiento integral.
HUNTR/X en KPOP Demon Hunters
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HUNTR/X en KPOP Demon Hunters
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