Calor Mediterráneo, ambiente festivo y un punto de emoción contenida. Así se vivió el inicio de la segunda corrida de toros de la llamada Feria de la Marina de Ondara. La emoción, además de por los toreros vino por volver a ver los tendidos de la “Joya Levantina” prácticamente llenos de un público que premió así el esfuerzo grande de la empresa “black bull” por recuperar una de las plazas de toros más importantes de la provincia de Alicante. Se lidiaron seis toros de perfectas hechuras del hierro sevillano de Luis Algarra, que tuvieron en conjunto calidad y ritmo aunque algo justos de fuerzas. Mucho ambiente en los tendidos, con toreros como Alfredo Bernabéu o Juan Martín Recio y en el callejón donde se vio al maestro Gregorio Tébar “El Inclusero”.

Talavante (burdeos y oro) llegó a Ondara con los aires triunfales de la presente temporada. El toro que abrió la tarde fue noble, tuvo clase y mucho ritmo. Talavante lo recibió con un ramillete de elegantes verónicas y más tarde, un quite por chicuelinas fue mostrando el potencial del toro. Ya con la muleta, la faena fue medida. Talavante lo toreó bien por ambos pitones. Siempre en la media distancia y sin atosigarlo fue construyendo una faena maciza con muletazos profundos y de trazo largo. El remate de la faena fue un deleite, con un trincherazo por el pitón izquierdo que fue un cartel de toros. Lo mató de un estoconazo tras un pinchazo y cortó la primera oreja de la tarde.

Con el cuarto, Talavante salió a darlo todo iniciando la faena de rodillas. Este toro no dejó de embestir desde que salió y Talavante lo aprovechó al máximo por los dos pitones. Especialmente por el izquierdo vinieron las mejores series. Lo mató de otra estocada de libro y le cortó las dos orejas. Este toro fue premiado con la vuelta al ruedo.

Tomás Rufo (de Chenel y oro) brindó al público el segundo de la tarde. Entre las virtudes del toro destacó la prontitud y la humillación. El toro fue a mejor según Rufo componía una faena con muletazos de mano muy baja llenos de profundidad y exigencia. Lo cierto es que el toro lo pedía todo por abajo y Rufo lo entendió desde el principio. Fue una faena muy exigente por los dos pitones, lo que provocó el el toro estuviera a punto de rajarse en el final de cada serie. De hecho, así ocurrió en la quinta tanda, pese a que Rufo lo hizo todo muy bien desde el principio. Rufo lo mató en la suerte natural tras dos pinchazos. Saludó desde el tercio.

Con el quinto, Rufo volvió a demostrar la pasta de figura de la que está hecho con varias largas desde el tercio. Planteó la faena desde los medios basándola en la mano izquierda, con la que logró series cargadas de temple y mucha torería. Rufo evidenció el buen momento que atraviesa. Todo lo hizo en la media altura, como el toro pedía. Lo mató de una gran estocada y cortó dos orejas al grito de torero, torero.

Todo el mundo estaba pendiente de Marco Pérez (blanco y plata). Sus padres desde el tendido asistieron, como cada tarde a ver a su hijo. Brindó Marco Pérez al público y comenzó la faena desde los medios intercalando un pase cambiado por la espalda, el pase de las flores y un molinete. Variedad y frescura en su muleta. El toro tomó bien la muleta del salmantino por los dos pitones, con humillación y repetición. Uno de los méritos de Marco fue llevar al toro muy cosido a su muleta, algo nada sencillo. Dejó un pinchazo hondo agarrado pero arriba que fue suficiente. Cortó una oreja.

Con el sexto, ya con la noche cubriendo el cielo de Ondara, Marco Pérez se encontró con un toro al que no se le podía bajar la mano en exceso. Lo cuidó mucho con series más cortas. Con la muleta en la media altura fue estructurando la faena, qie no tuvo la transmisión de la anterior, ya que el toro salía con la cara arriba del muletazo. Lo mató de una soberbia estocada en la suerte contraria cortando dos orejas y poniendo el colofón de oro a una gran tarde vivida en Ondara.

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