09/08/2025


Actualizado a las 23:38h.

Hoy fue un gran día para El Puerto. Sin el recurso al tópico de la célebre frase de Joselito, El Puerto de Santa María ha vivido una gran jornada de toros porque se volvió a convertir en el centro neurálgico de la tauromaquia mundial. Nada menos que los dos toreros que más seguidores arrastran se encontraban frente a frente. De un lado Roca Rey, diestro de masas y del gran público, que aúna espectacularidad, valentía sincera y entrega. Por otro, Morante de La Puebla, un artista por antonomasia y un torero completísimo, que está elevando a la tauromaquia a sus cotas más sublimes. Y junto a ellos, nada menos que Daniel Crespo, joven promesa local que ya triunfara con rotundidad hace dos años en esta plaza. De manera que hacía ya más de dos semanas que se agotaron las localidades para la ocasión. Porque el multitudinario público allí se congregó, ávido de satisfacer esa sed especial de emoción y de belleza que sólo colma este espectáculo.

Abrió plaza un ejemplar jabonero, con el que Morante dibujó su primera obra de arte capotera, al lancear con extraordinario gusto a la verónica y recetar después un quite de bellísima factura, rematado con cadenciosa media en la cintura.

Y aunque algo mermado en su tracción, la extrema nobleza del de Cuvillo permitió al genio de La Puebla erigir un monumento a la naturalidad y la elegancia en el toreo de muleta. Derechazos y naturales se sucedieron cómo ramilletes aromados de gracia, profundidad y pinturería. Los remates, los adornos, la quietud en los quites… muletazos de seda y menta que embriagaban a la grada. Faena medida, en tiempo y fondo, que fue abrochada cómo merecía, con una gran estocada arriba.

Templada y humillada embestida manifestó el segundo de la tarde, con el que Roca Rey se estiró a gusto a la verónica y al que quitó después por gaoneras en los medios tras el puyazo. Cómo el anterior, poco castigado en varas, arribó al último tercio con un acometer boyante…. al que el peruano saludó de hinojos, posición en la que cuajó una serie entera de muletazos con sus escalofriantes pases cambiados por la espalda.

Faena larga, que presentó altibajos en su hondura e intensidad y que fue concluida con el consabido arrimón y los cites escalofriantes, tan del gusto del respetable. Con una gran ejecución del volapié acabó Roca Rey su labor, y, por la que, como antes a Morante, se le concedió las dos orejas.

Con una amplia sucesión de relajadas verónicas recibió Daniel Crespo al primero de su lote, al que galleó también con mucho garbo para llevarlo al caballo. Tras apretar el toro en varas, Crespo esculpió un airoso quite por mecidas chicuelinas. En el último tercio quedó patente que se trataba de un toro bravo y noble, de embestida intensa e interesante, con el que el portuense se fajó en recia lid. Pero el animal mermó pronto su agresividad, por lo que a Daniel Crespo le costó ya mucho conectar con los tendidos. Una estocada al segundo intento puso fin a su actuación.

Momentos de apuro y sobresalto el vivido con el capítulo capotero de Morante con el cuarto, al que recibió con chicuelinas junto a tablas, donde fue acosado y derribado por el toro.

Animal éste de exigente comportamiento, que recibió hasta tres varas y al que Roca Rey recetó un vistoso quite por faroles invertidos. Atemperado ese brío inicial, quedó el astado presto para que Morante elaborará una faena sentida y prolija en episodios brillantes como bellísimos y larguísimos derechazos y naturales o cambios de mano que fueron auténticos carteles.

El toro duró poco y el diestro sevillano lo despachó de estocada tendida y trasera. El quinto de la suelta mostró una embestida muy corta de salida y no permitió a Roca Rey estirarse a gusto en sus verónicas de recibo. Atemperó su condición el pupilo de Cuvillo durante el transcurso de la lidia y , al menos, permitió al peruano armar faena a base de series configuradas tras perder pasos entre un muletazos y otro. El consabido y prolongado arrimón final, junto a una estocada al segundo intento, pusieron fin a su labor.

Enalteció a la concurrencia el arrebato capotero de Daniel Crespo, que recibió al sexto a porta gayola y le enjareto después una tanda nutrida de ajustadas verónicas en el comprometido terreno de chiqueros. Un quite por chicuelinas con airosa media y quedó este último toro, jabonero cómo el primero, presto para entrar en jurisdicción muleteril del torero de El Puerto. Realizó éste un acompasado trasteo, que fue de menos a más, en el que acompañó a veces con suma elegancia la bondadosa y larga embestida de la res. Unos ayudados en genuflexa posición y una gran estocada pusieron fin a su destacada actuación y a una gran tarde de toros.

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