Víctor M. Romero

Domingo, 10 de agosto 2025, 00:19

El Covirán quiere afinar y mucho con el escolta extracomunitario que le resta para completar su plantilla de trece jugadores, con la que afrontará inicialmente la cuarta temporada consecutiva en la Liga Endesa. La experiencia sirve a los granadinos para intentar no fallar en la contratación de un jugador que será clave en el esquema del equipo de Ramón Díaz. De ese ‘killer’ dependerá en gran parte el éxito o no del equipo granadino, especialmente en ataque.

El Covirán busca un jugador determinante para la anotación, que sea el referente exterior ofensivo del conjunto, al tiempo que reparta esa capacidad en ataque, tanto en lanzamiento como en acciones individuales de uno contra uno, para desequilibrar con entradas a canasta a los contrarios, como en aportación para otras facetas del juego.

Y ahí es donde está el dilema. Casi todos los jugadores de este perfil, que resuelven y no les da miedo gastar tiros en los momentos decisivos, sin que les queme la bola a la hora de la verdad, suelen ser menos enérgicos y concentrados en defensa. Y Ramón Díaz necesita que el ‘dos’ titular no desajuste el esfuerzo colectivo en pista trasera.

El Covirán ha aprendido y mucho por su experiencia con los anteriores escoltas con esa misión tan importante. No se puede dejar arrastrar por lo llamativo del nombre, que no parece el caso, porque Ramón Díaz bucea en el mercado americano, de la G-League y México, con lo cual es raro que se trate de un jugador conocido en la liga española. Todo lo contrario, será uno que desee abrirse camino en Europa y llegue a Granada con hambre de baloncesto y para revalorizar su carrera.

El club todavía recuerda lo que pasó con escoltas contrastados como Joe Thomasson o de mucha fama como Willy Barton. El primero fue un talismán en la primera campaña en la Liga Endesa y crucial su concurso en cuatro partidos para la salvación, en especial el disputado contra el Betis en Sevilla, donde ganó el duelo al aún bisoño Jean Montero.

Pero luego se confió todo el peso a Thomasson en el siguiente ejercicio y se mostró irregular, siendo líder pero pecando de individualismo, por lo que tuvo una salida fea al Maccabi tras un incidente de vestuario con Lluís Costa. Su carácter y ambición, el alto ego, no ayudó en esa ocasión.

Tampoco cuajó Barton, toda una figura de la NBA que se plantó en España con la ignorancia y la falta de respeto de pensar que era una competición menor, no exigente en el aspecto físico, y pagó con creces en su imagen tan lamentable estado físico.

Así, en el último ejercicio tampoco salieron bien del todo las apuestas del ‘dos’ y eso que hubo dos buenos profesionales, que esta vez sí funcionaron a nivel personal con el resto del grupo. Pero Scott Bamforth estuvo muy intermitente y evidenció un retroceso físico, de velocidad, o molestias musculares que acusó a la larga.

En cuanto al puertorriqueño Gian Clavell, puso todo de su parte, pero con escaso acierto en la primera fase de la temporada y la mala suerte de que, cuando su adaptación y ritmo eran mayores, sufrió un grave episodio que le llevó al hospital y le apartó del parqué durante el resto del ejercicio, pese a su rápida recuperación y gran voluntad para ayudar al equipo.

Más tarde, los recambios que buscó el Covirán tampoco funcionaron. Al punto de que el club nazarí hasta tiró del joven talento italiano Riccardo Visconti, que sí respondió aunque tampoco debía asumir toda la responsabilidad. Decepcionaron tanto Omar Silverio, que justificó con irregularidad que el Surne Bilbao se desprendiera de él, como Sam Griffin. A Silverio le faltó disciplina táctica, aunque es un jugador útil, más en Primera FEB que en ACB, donde ha recalado en las filas del Movistar Estudiantes.

Quizá Silverio se dejó arrastrar por la tendencia hacia la derrota y un descenso cantado, por lo que siguió los pasos de Sam Griffin, más pendiente de ir de fiesta con los chicos del filial que de la consigna de Pablo Pin. Al entrenador le fastidió su individualismo y actitud, aunque hiciera buenos números en ataque cuando dispuso de minutos. Y tuvo que sentarle porque su conducta en los entrenamientos no fue la adecuada, ni de esfuerzo ni de saludable relación con el resto de exteriores. Y llevó la competencia al mal camino, aunque no al punto de Thomasson. Al base de Florida le esperan ya en el Merkezefendi Belediyersi de la BSL turca, donde fichó.

Aquí, en Granada, el Covirán tiene muy claro que su futuro escolta debe ser un jugón que se implique, en defensa, para el colectivo, y que goce de buenas referencias para su adaptación personal al grupo.

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