Australia es un lugar que resalta por su fauna única en la que la supervivencia se convierte en todo un reto. Un estudio reciente liderado por investigadores de la Universidad de Queensland ha desvelado lo que hace a los lagartos australianos resistentes al veneno de las serpientes.
La investigación, publicada en la Revista Internacional de Ciencias Moleculares, detalló cómo estos reptiles desarrollaron mutaciones únicas que los hacen resistentes a los efectos mortales del veneno de serpiente, según ha publicado la revista Quo.
En concreto, se trata del eslizón mayor de Australia (Bellatorias frerei), presente en muchas regiones del mundo, que en este país han desarrollado una mutación de resistencia al veneno que también posee el tejón melero africano (Mellivora capensis), conocido por su capacidad para sobrevivir a mordeduras de cobras.
Los investigadores han trabajado con muestras de tejido conservadas en museos y han analizado 45 especies de estos reptiles, identificando 13 linajes que presentan resistencia activa al veneno de serpiente, según ha informado Infobae. De esta forma, detectaron 25 casos de mutaciones independientes, es decir, adaptaciones que surgieron en diferentes ramas evolutivas de los eslizones para hacer frente a una amenaza común.
«Lo que observamos en los eslizones fue evolución en su máxima expresión», afirmó el profesor Bryan Fry, del School of the Environment de la Universidad de Queensland, quien explicó que este hallazgo representa un claro ejemplo de cómo la evolución puede encontrar soluciones ingeniosas ante amenazas mortales.
Fry explicó que estos lagartos han desarrollado pequeñas modificaciones en un receptor muscular clave, el nicotínico de acetilcolina, que es el blanco principal de las neurotoxinas presentes en el veneno de muchas serpientes. Cuando las toxinas se unen a este receptor, interrumpen la comunicación entre los nervios y los músculos, provocando una parálisis rápida y, si no se actúa, la muerte.
Las mutaciones en el receptor muscular incluyen un mecanismo que añade moléculas de azúcar para bloquear físicamente las toxinas, así como la sustitución del aminoácido arginina en la posición 187, según explica la revista.