En los centros de salud se ven situaciones de todo tipo, algunas a veces surrealistas. El día a día en atención primaria es una montaña rusa para los médicos de familia, personal de enfermería y de administración que trabaja en ellos. En los de Vigo, en los últimos tiempos, los facultativos se han enfrentado a una circunstancia que no se esperaban: cada vez son más los pacientes que deciden grabar las consultas.
Pese a que en un primer momento podría pensarse que es una práctica ilegal, lo cierto es que no lo es ni vulnera la legislación. Eso sí: los pacientes pueden hacerlo siempre que lo comuniquen previamente al doctor y tengan su visto bueno. En caso de que lo hagan sin avisar, sí estaría incurriendo en un delito. El abogado baionés David Giráldez apunta que si se graba una consulta médica sin consentimiento, el paciente podría verse envuelto en un proceso penal.
«Y además, si quiere utilizar esa grabación ante el juez, sería ilícita al no tener el permiso del médico que lo atendió», añade. El profesional por tanto tiene dos opciones: negarse a la grabación de la consulta o aceptarla. La mayoría no suelen poner obstáculos al entender que su trabajo lo van a hacer perfectamente.
Hay que apuntar también que el paciente está legitimado para grabar la consulta si la actuación del médico le afecta directamente, mientras que no lo estará cuando no sea parte interesada. El uso de la grabación se limitaría no obstante al ámbito interno del paciente y, en todo caso, a su aportación en sede judicial, pero no se podría difundir en ningún caso.
El doctor Alberto Pazos, que ejerce en el centro de salud de Sárdoma y además es el representante de los facultativos de atención primaria en la junta directiva del colegio de médicos de Pontevedra, reconoce que varios compañeros le han trasladado varios casos de pacientes que pidieron grabar la consulta. «La justificación que aluden es que quieren enterarse bien de lo que el médico les dice», apunta. Es decir, deciden grabar la consulta para no perderse ninguna de esas pautas médicas ni las instrucciones sobre los tratamientos que deben llevar a cabo.
Pero lo cierto es que detrás de esto hay algo más profundo. Según apuntan desde el sindicato médico CESM, «en muchos casos se trata de pacientes conflictivos, preocupados por no obtener lo que buscan, como bajas laborales, determinadas recetas o pruebas médicas…». Susana Aldecoa, médico de familia en el centro de salud Rosalía de Castro-Beiramar, también asegura que un paciente pidió a una compañera poder grabar la conversación.
Para la CIG, estas prácticas suponen someter al médico a todavía más presión. «En los últimos tiempos hemos visto cómo los profesionales se ven expuestos en redes sociales, donde hay pacientes que escriben quejas y cuelgan incluso datos personales de los sanitarios sin posibilidad de defensa alguna. La grabación de las consultas es una ramificación más de estos problemas que se ven desde hace tiempo. No hay ningún mecanismo interno para saber cómo actuar ante estas situaciones y la repercusión es muy grande, llegando como ya hemos dicho varias veces a recibir agresiones», apunta Pilar García, presidenta de la junta de personal del área sanitaria de Vigo y delegada de atención primaria de la CIG.
Para evitar problemas ante situaciones como la grabación de las consultas, se recomienda sobre todo a los médicos que den su permiso a que se ciñan lo más estricto al código deontológico y a lo marcado en la rama de medicina legal para evitarse posibles problemas judiciales. «Los pacientes tienen derecho a grabar sus conversaciones, la relación que tienen con el médico en muchos casos es muy estrecha. Con no salirse del código deontológico, no debería haber ningún problema», apunta el doctor Alberto Pazos.
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