En los tiempos de la inmediatez, del querer tenerlo todo «de ya para ya», hay personas que apuestan por llevar la mirada un poco más hacia el futuro. Es el caso, tanto de los vendedores como de los compradores de las viviendas de nuda propiedad. Una modalidad en auge que consiste, en definitiva, en la adquisición de un inmueble del que no se puede disfrutar hasta que el usufructuario fallezca o renuncie al mismo, pese a ser el dueño legal. Momento en el cual esa propiedad pasa a ser completa para el comprador.

Precisamente esta fue la elección de José Manuel López (nombre ficticio), quien hace un mes escaso, puso el domicilio de su madre a la venta mediante nuda propiedad. Un piso, en pleno centro de Zaragoza, que cuenta con una superficie de 147 m2 con cuatro habitaciones en una tercera planta exterior con ascensor por un precio, a negociar, de 410.000 euros. En el mismo anuncio se destaca que dicha vivienda tiene una «alta proyección de revalorización» y que actualmente está «habitada por persona mayor que conserva el derecho de uso y habitación».

En un distrito donde los precios rondan, según las principales páginas de compra de vivienda, desde los 380.000 hasta los 700.000 euros, destaca este, que pese a su ubicación y características, conforma uno de los precios más bajos ya que tiene como condición el ser una vivienda con derecho de uso vitalicio, es decir, hasta el momento de fallecimiento de la persona que a día de hoy lo disfruta. En este caso, la madre de López, que tiene 95 años. «Queríamos vender la casa y, a la vez, tener la posibilidad de seguir atendiéndola en condiciones, porque no queríamos llevarla a una residencia», apunta López.

Y acto seguido plantea las ventajas que comprende la nuda propiedad frente a la venta de inmueble convencional o a otras alternativas como la hipoteca inversa. «Para nosotros significa mantener unos ingresos y para el vendedor, comprar una vivienda a precio de ahora y además cuidada, porque nadie tiene a alguien en su propia casa sin que esté en buenas condiciones», señala López, quien asegura que este es «un buen momento» para invertir a medio plazo, teniendo en cuenta que el comprador «no tiene gastos». Por eso, este zaragozano se pone en la piel de ese potencial interesado y reivindica esta modalidad, que «ya conocían, pero parecía que era menos viable». «Si yo tuviera hijos en edad de estar estudiando y pudiera permitírmelo, es una buena ocasión para invertir y ya la disfrutarán cuando la necesiten«, señala López.

Lo cierto es que han tenido «mucha demanda» por parte de las inmobiliarias – las cuales han rechazado – y solo dos solicitudes de particulares. Por ahora, estos propietarios prefieren ser prudentes y no provocar «un desfile permamente» de personas que lo visiten. Sin embargo, según López, igual «va a haber que cambiar de estrategia» si quieren conseguir venderlo, siendo que la última reforma del edificio fue en 1980. Respecto a la forma de proceder, López lo tiene claro: la figura del notario y del abogado estarán presentes en caso de llegar a un acuerdo, ya que «hay que dejarlo muy claro (las condiciones) para evitar problemas».

Suscríbete para seguir leyendo