Morante de la Puebla, en el mejor momento de su carrera artísticamente y en su momento de mayor tirón taquillero, es un torero insustituible. Los empresarios desean lo primero la pronta recuperación del hombre, aunque comentan que «por suerte no ha tocado vasos … y no parece preocupante», y después la presencia en los carteles del maestro.

De momento, esta tarde Huesca se queda sin ver el paseíllo de una figura de época en su temporada histórica. Una difícil papeleta tienen en San Sebastián, en un cartel sustentado por Morante (junto a Marco Pérez y Olga Casado) en el día más taurino del año, el 15 de agosto.

La siguiente cita, el 16, era en Gijón, de nuevo con Roca Rey (y Juan Ortega) en un verano en guerra, y donde Carlos Zúñiga espera que la taquilla «no se resienta, porque intento hacer carteles muy redondos, y ahí está Roca». Lo más importante, dice un empresario que se declara morantista, «es la mejoría de José Antonio». Y se refiere a lo cerca que se los pasa, como se vio en ese saludo imposible en El Puerto al hilo de las tablas. Con medio capote, sin quitarse, exponiendo su vida y ya resentido del volteretón la noche anterior en Marbella, con una ligera cojera y no al cien por cien de reflejos, posiblemente también por la medicación.

Una tarde después, el domingo 17, el Genio de La Puebla y el Cóndor del Perú se veían las caras en Ciudad Real. Y el lunes 18 tenía su primer paseíllo en la Malagueta, una feria en la que tanto el de La Puebla como el limeño van a colgar el ‘No hay billetes’, según cuenta José María Garzón.

Todas las empresas están pendiente de su evolución y esperarán hasta el comunicado oficial de Morante. Todos, claro, desean la vuelta en su plaza. Es el año Morante, un maestro imprescindible, carne, arte y valor de eternidades. Incomparable su tauromaquia.