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La inmensidad del universo es difícil de dimensionar. Si llegar a la Luna fue difícil y visitar otro planeta todavía es una misión imposible, mucho más lo es realizar un viaje interestelar. Pero las investigaciones científicas permiten avanzar en conocimientos y proyectos que hoy suenan de ciencia ficción, pero que en algún momento quizás puedan llevarse a cabo.
¿Podrán algún día los humanos viajar a otras estrellas? Esa es una de las motivaciones que llevó en 2012 a un grupo de científicos a crear i4is, una organización sin fines de lucro con sede en Reino Unido. Una de sus iniciativas más conocidas es el Proyecto Hyperion, que convoca a profesionales interdisciplinarios de todo el mundo a diseñar una nave para viajes interestelares. La más próxima es Alfa Centauri a 4 años luz.
Chrysalis – Project Hyperion
Claro, al tratarse de distancias tan extensas, además de las consideraciones físicas y astronómicas, las naves deben contemplar que sea una población sustentable con alimentación y capaz de reproducirse para que sus hijos formen parte de la expedición a lo largo de toda su vida… y luego hagan lo mismo con su propia descendencia.
El proyecto ganador recientemente anunciado ha sido Chrysalis, una propuesta de la que destacaron “su coherencia a nivel de sistema y el diseño innovador de la estructura modular, así como su profundidad de detalle, por ejemplo, en la preparación y fabricación de la misión”.
Cómo podría ser la nave de un viaje interestelar
La misión consta de siete etapas que requerirán, al menos, 400 años. La primera, durante 70-80 años consta de la selección de los tripulantes y su traslado a la Antártida, para que se adapten a entornos aislados. Después, durante 25 años la nave espacial se construirá en el punto L1 de Lagrange del sistema Tierra-Luna. Allí evitarían las tensiones causadas por efectos gravitacionales que, de otra manera, afectarían a su despegue, considerando sus enormes dimensiones. También serviría para aprovechar los recursos minerales lunares.
Luego, se realizaría el despegue, tras el cual tardaría casi un año en alcanzar su velocidad máxima. En su “velocidad crucero” el viaje se prolongaría durante poco menos de 400 años.
Con capacidad máxima de 2.400 personas en una nave de 58 kilómetros de longitud, la vida comunitaria se organizaría en anillos concéntricos, donde hay viviendas, zonas de cultivo y ecosistemas artificiales para garantizar la producción de comida.
Chrysalis – Project Hyperion
El interior de la nave interestelar del proyecto Chrysalis.
“Los ecosistemas naturales funcionarán como un sistema de circuito cerrado ecológico, bio-regenerativo y de soporte vital que realizará otras funciones además de producir comida: producir oxígeno, captación y almacenamiento de dióxido de carbono, reciclaje de residuos orgánicos y purificación del agua”, detalla el proyecto.
El trabajo de agricultura se prevé que integre diferentes técnicas como policultivos y agroforestería y se realice con la ayuda de robots. Los espacios comunitarios estarán diseñados de manera abierta, donde se aclara que no habrá jerarquías ni autoridades. Las ventanas y las paredes podrían funcionar como grandes pantallas LCD que recrean paisajes de la Tierra y evitan la sensación de confinamiento.
Lo único que estaría fuera de los anillos concéntricos es el “Cosmos Dome”. Con 130 metros de alto y 360 de diámetro, se utilizaría durante la fase de transferencia. Una vez que Chrysalis haya completado su inserción en la órbita, se desecharía y a través de unos paneles transparentes será el único lugar desde el que los habitantes podrán observar el mundo exterior.
Su diseño como una gran cúpula tendrá capacidad para todos los habitantes, promoviendo el sentido comunitario y la observación del cosmos. Desde el punto de vista psicológico, hacen hincapié en un propósito común de los pasajeros, motivados por ser parte de un proyecto extraordinario en la historia de la humanidad.
El control de la natalidad en la nave
Para su correcto desarrollo, Chrysalis contempla la planificación de la natalidad. Durante el despegue serían 250 hombres y 250 mujeres de entre 25 y 28 años. Cada persona podrá tener hijos entre los 28 y los 31, pero no podrán ser más de dos. Se espera que recién la decimotercera generación sea la que aterrice en Alfa Centauri.
“Trabajamos con la constante convicción de que Chrysalis podría convertirse en un proyecto coherente y real en el futuro, no solo en un estudio conceptual especulativo”, reconocen los autores.
Más allá de la parte técnica, consideran que lo más complejo ha sido pensar en la mente de los tripulantes: “La parte más difícil, pero también interesante y estimulante, fue pensar en cómo los humanos a bordo de la nave espacial vivirían y concebirían su existencia a lo largo de múltiples generaciones. Chrysalis no es solo un entorno físico, sino también un espacio cognitivo para sus habitantes. El aspecto fenomenológico de vivir y habitar en el espacio profundo, lo que se experimenta y el significado psicológico de ser una criatura del cosmos es central en el diseño de la nave espacial”.
El equipo de investigadores italianos está integrado por Giacomo Infelise (arquitecto y diseñador), Veronica Magli (científica), Guido Sbrogio (astrofísico), Nevenka Martinello (ingeniera ambiental) y Federica Chiara Serpe (psicóloga).
¿Llegaremos a ser testigos algún día de semejante expedición?