Miércoles, 13 de agosto 2025, 07:46
Se despide del toreo el viernes a solo un día de cumplir 21 años de alternativa. Será su corrida de toros 240 en España, cifra que se duplica si se suma su periplo por América en las dos últimas décadas. En el adiós no transmite tristeza, sino la felicidad que dice encontrar toreando. No duda en sus respuestas y en todas desprende la pasión por el toreo que siempre ha enarbolado. Nunca toreó por necesidad, es más entregó su vida al toreo por una afición sin límites. Y eso le llevó a navegar a contracorriente contra casi todo el mundo. Reconoce que cumplió más sueños de los que un día imaginó. Ve con felicidad, y no poca presión, su último envite. El viernes le esperan seis toros en Guijuelo, donde actuará en solitario, la plaza en la que vivió alguna de las emociones más fuertes de su vida. Toros de Domingo Hernández, Puerto de San Lorenzo, Carmen Lorenzo, El Capea, El Freixo y Victorino Martín forman el menú de su penúltimo gran banquete. Los penúltimos miedos, la penúltima responsabilidad…
¿Cómo se prepara un adiós?
—Hace meses me daba nostalgia, tristeza ponerme a entrenar sabiendo que era el último apretón. Eran sentimientos raros, con lo que me gusta tentar, torear de salón, correr… Ahora he disfrutado los últimos entrenamientos gracias a la inmensa ayuda de ganaderos y amigos.
¿Cómo se llega a esa determinación?
—Llevaba tiempo pensando que no quería retirarme en decadencia, cuando todo ya fuera una bajada sin frenos. El primero con el que lo hablé fue con José Ignacio (Cascón) y le dije que quería matar seis toros en Guijuelo, él lo comentó en Guijuelo y lo vieron bien. Quiero demostrarme que no me voy en decadencia si no en plenitud física y mental. Ahora espero demostrarlo a la gente.
En su casa, ¿qué le comentaron?
—La decisión la tomé solo. A mi padre le comento todo, a mi mujer también, y cuando se lo dije a todos, les di una alegría, pero también te digo, mis hijos me hicieron una pregunta que me impactó: ¿Papá, por qué te retiras si cuando te vemos más feliz es cuando estás toreando? Todo tiene su momento pero es bonito que te digan eso.
¿Logró más de lo que soñó?
—Cuando empezaba a torear soñaba vestirme de luces, apenas toreé sin caballos, al debutar con picadores en Algeciras ya veía muchos sueños cumplidos. Luego llegó la alternativa, y me vi con esas figuras que para mí son héroes. He ido soñando poco a poco. Luego las confirmaciones en México, Bogotá, Madrid… Me hubiera gustado ser figura, todos queremos llegar a más. He conseguido más de lo que soñaba.
¿Cuál fue su mayor motivación?
—Ser feliz. Es que, como dicen mis hijos, soy feliz toreando. Claro que paso miedo, que estoy cagado con la corrida de Guijuelo, que para mí es de mucha responsabilidad, que son seis toros, que mucha gente está pendiente y se que van a venir, que los hoteles están llenos para esos días en el pueblo y que encontrar una mesa para comer allí es un milagro. No quiero que en el festejo haya monotonía, quiero torearlos y matarlos bien, que la gente salga feliz y claro que me da miedo que me coja un toro. Así lo siento, pero todo me hace feliz. Por las noches, me meto en la cama, apago la luz y sonrío yo solo cuando ya no me ve ni mi mujer. Hasta pegarle tres naturales a una becerra puede ser insignificantes para el mundo, para mí no. Me hace feliz.
¿Qué sueños cumplió?
—Torear con mi padre las tres tardes que lo hice. En la México, con la plaza llena, aunque la corrida no sirvió, fue impresionante. La tarde en Alba de Tormes fue histórica, hubo hijos que torearon con sus padres, pero ninguno mano a mano. Y la de Guijuelo ni te cuento, como en la de Alba, ver cómo se preparó para aquella corrida de toros fue una auténtica lección de lo serio e importante que es un traje de luces, da igual que sea para un toro que para cincuenta. Su entrega, preparación y compromiso fue máxima.
¿Su mejor actuación?
—Una de Asprona en Albacete (2014). Toreé un toro de mi casa y otro de Fuente Ymbro; estuve mal con la espada, corté una oreja y di una vuelta al ruedo, pero me dijeron aficionados y profesionales de allí que si la espada entra hubiera sido de cuatro orejas y un rabo. Fue la tarde más completa de mi carrera pero no volví a Albacete. Con aquellas cosas me deprimía al principio. No entendía que tardes así no tuvieran recompensa. Ahora lo he visto en tantos compañeros a los que en muchas veces incluso no les valió ni la puerta grande de Madrid… El toreo está así de mal. Fíjate el caso de Juan del Álamo en Salamanca, ahí está, casi siempre a hombros y dejaron de ponerlo. ¿Por qué se retiró López Simón con cinco puertas grandes en Madrid? Es triste que las injusticias se normalicen.
Por dura, ¿qué tarde no olvidará?
—Una en Salamanca, con José Tomás y El Fundi. En el primero sentí una dureza extrema, del toro y del público. Ese toro me dio una voltereta y la dureza del público se dulcificó un poco, pero entre ese y el sexto, yo me sentí que ya estaba retirado. Me dije ¡Hasta aquí he llegado, aquí terminó mi carrera! Vi el cuarto y quinto toro lo más tranquilo que he visto en mi vida. Y salió el sexto: Bellotero, de El Pilar, que tengo disecado en mi casa. Le di dos puyazos, porque como para mí, internamente, ya estaba retirado, y no me importaba que José Tomás y El Fundi ya hubieran triunfado, le di dos puyazos sin la intención de dejarlo crudo y arrear. Estaba tan tranquilo y me puse a torearlo sin pensar en nadie. En mi mente era el último de mi vida, le pegué un espadazo y me vi con las dos orejas en la mano. Ese fue el toro que me devolvió la ilusión para seguir adelante, es más, llego el viernes a Guijuelo por él.
¿Qué quiso y no logró?
—Abrir la puerta grande de Madrid, de Sevilla… Me dolió mucho no debutar en Bilbao, esa espinita me la llevo. Esa fue la plaza de mi padre y no por mí, pero en honor a mi padre, me hubiera gustado.
¿Le benefició o perjudicó ser hijo de una máxima figura y llevar su nombre?
—Al principio fue un gran beneficio. Nadie sabía si era guapo o feo, rubio o moreno y de entrada me llamaban para darme novilladas por ser hijo de quien era. Luego, tras la alternativa, fue una losa. No solo es mi padre es además un figurón del toreo y me comparaban con sus mejores tardes. Eso me ha pesado. Si hubiera tenido madera de figura tenía que haber podido con eso, pero no pude con esa losa. La culpa fue solo mía.
Se irá de los ruedos con 240 paseíllos en España, y otros tantos en América, tras 21 años de trayectoria. ¿Dígame tres momentos clave de su carrera?
—El toro de El Pilar con José Tomás en Salamanca en 2007, otra cuando corté la oreja en Madrid, todo el mundo me creía incapaz por la hostilidad con la que me recibía la plaza que me ponía más rígido, nervioso y veía todo más difícil. Y, luego, la primera oreja de la México, un día clave, de un toro de Carranco que no servía y hubo un momento que me quitó la muleta, entonces me entró un ardor que me sentía capaz de todo.
A esas cifras, se suman las de América, con México a la cabeza.
—¡Claro! Es de agradecer, cuando aquí me sentía incomprendido, creía yo que infravalorado y el esfuerzo no tenía recompensa, llegué a México y allí me sentí querido y valorado y respetado.
Como en Guijuelo…
—Y como en Béjar. Mi padre siendo un figurón del toreo hubiera podido celebrar sus 50 años de alternativa en cualquiera plaza, cualquier empresario, o eso creo, le hubiera abierto las puertas de la plaza que quisiera para aquella efeméride histórica. Y quiso que fuera en Guijuelo. Aquel invierno de 2021-2022 lo hablamos en México en Navidad. ¿Dónde es donde más nos quieren? ¿Dónde nos hemos sentido siempre especiales, respetados? En Guijuelo. Pues ese cariño hay que devolverlo. Y a Guijuelo nos fuimos. Ahora ha sucedido lo mismo.
¿No esperó una llamada de La Glorieta?
—Desde el pasado invierno ya veía venir que no iba a ser. Los toreros somos de intuiciones, por eso le dije a Cascón lo de Guijuelo. Me dolió cuando lo pensé al principio; ahora no, porque lo esperaba. La despedida aquí hubiera sido un sueño, había motivos suficientes pero la empresa sabrá y toma sus decisiones.
¿Qué aprendió en el ruedo que no aprendiera en la vida?
—Muchos valores. Puede que haya un compañero con el que no me hable, pero en el ruedo si lo coge un toro ahí estoy yo el primero para socorrerle, como se que va a estar él si me pasa a mí. Los valores, del honor, de saber que hay una gloria tras el esfuerzo, la educación, ver como un animal pelear hasta la muerte. Son valores impresionantes que se transmiten a la propia vida, como el respeto, la superación, el orgullo, la constancia…
¿Qué mensaje deja a las nuevas generaciones de toreros y aficionados?
—Que sean fieles a sí mismo, en el concepto que crean, que no se quejen por nada, la culpa siempre es nuestra y solo nuestra de lo que somos, de lo que hacemos y de lo que logramos. No hay que echar culpa a nadie. Y que respeten siempre al toro, que lo valoren y admiren. Que defiendan lo nuestro. No dejarnos ganar la pelea con las incongruencias de antitaurinos y políticos oportunistas.
¿Cómo le gustaría que le recordaran?
—Es algo que no me concierne a mí. Cada uno tendrá una percepción. Habrá gente que dirá que he sido torero por mi padre, por él hubieran sido 50 no casi 500 corridas de toros que al final he toreado. Me gustaría que supieran que he sido una persona que ha dedicado su vida al toreo, que me ha maravillado el toreo y soy un enamorado de esta profesión.
Los datos
—239 CORRIDAS DE TOROS. El Capea tomó la alternativa el 16 de agosto de 2004 en Málaga y desde entonces toreó 239 corridas de toros en España y Francia. En 2005, 2006 y 2007 alcanzó sus mayores cifras con 35, 35 y 30 corridas de toros respectivamente.
— 12 TARDES EN MADRID. Confirmó su alternativa el 12 de mayo de 2006 en Las Ventas y de ahí en adelante toreó 11 corridas de toros más en esta plaza (todas en San Isidro). Cortó una oreja a un toro de Salvador Domecq el 9 de mayo de 2009. Su último paseíllo fue en San Isidro de 2016.
— 11 PASEÍLLOS EN LA GLORIETA. El Capea se presentó el 14 de septiembre de 2004 en La Glorieta, y ahí sumó once tardes, la última en 2013. Cortó siete orejas, salió a hombros por la puerta grande en 2004 y 2007.
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