Genndy Tartakovsky lleva desde su primera creación, El laboratorio de Dexter, ampliando las fronteras del medio animado. Tras centrar gran parte de su carrera en narrativas de acción como Primal o Samurai Jack, regresa ahora a la comedia pura con el largometraje Despelote, el relato de un perro que descubre que lo van a castrar a la mañana siguiente. 

Aprovechando su estreno en Netflix, hablamos con él acerca de las influencias de la película (que van desde Judd Apatow hasta sus mejores amigos en la vida real), su apretada agenda como artista y la increíble razón por la que el proyecto no pasó a animarse en 3D.

Despelote lleva décadas siendo un proyecto de ensueño para ti. ¿Cómo originó y cómo fue evolucionando hasta su versión final?

Creativamente, allá por 2008, tenía muchas ganas de hacer una película para adultos. Tengo un grupo de amigos que he conservado desde la infancia, y son capaces de hacerme reír como nadie. ¡Creo que a mucha gente le pasa eso! Así que empecé a darle vueltas a cómo podría trasladar esa química y esa energía a una película de animación. 

Empecé a desarrollarla, exagerando nuestras personalidades y nuestras dinámicas, y fue a Sony Pictures Animation y se la presenté. Les encantó la propuesta, pero me dijeron «necesitas un concepto que envuelva a estos personajes». Y allí mismo, en la sala, como un relámpago en mi cabeza, les respondí «¿y si son perros, y uno de ellos descubre que va a ser castrado por la mañana?». Todo el mundo se rio, y empezamos a desarrollarlo a partir de ahí.

Y la evolución del proyecto… la historia principal siempre fue la misma, pero los entresijos de la misma cambiaron mucho, y fueron mejorando gradualmente. Pero tardamos 12 años en venderla: Sony decidió que no estaba interesada, y hubo varios años en los que no trabajamos en ella porque estábamos con otros proyectos, así que de vez en cuando la íbamos reescribiendo para actualizarla un poco. Y alrededor de 2019, New Line Cinema, una rama de Warner, quería hacer una comedia de bajo presupuesto para mayores de 18. Y yo estaba en plan «¡tengo el proyecto perfecto para vosotros!».

Les encantó, captaron completamente el proyecto, y empezamos a hacerlo. Lo terminamos en 2023, pero entonces no podíamos estrenarlo. Era justo la época en la que Warner estaba vendiendo o descartando proyectos por créditos fiscales. ¡Iba a convertirse en un proyecto perdido, y yo no me lo podía creer! 

Por suerte, se la terminaron devolviendo a Sony y nos pasamos un año moviéndola e intentando venderla, hasta que Netflix dijo «¡nos encanta, queremos estrenarla!». La verdad es que el año pasado fue uno de mis peores años, ¡porque la película estaba terminada, y simplemente estaba ahí, en un cajón! Y empiezas a pensar: «¿qué he hecho mal? ¿He hecho una película horrible? ¿Por qué nadie la entiende?».

Despelote es una película de animación en 2D, que por desgracia es algo muy poco común a día de hoy. ¿Crees que eso os dificultó el camino, y cómo convencisteis a los estudios de vuestra fe en la animación tradicional como la decisión adecuada?

Como no es muy cara, y al ser animación 2D, yo al principio pensaba que encajaría mejor en televisión. A mí me apasiona cualquier cosa animada tradicionalmente, pero hubo un punto en el que nadie quería películas en 2D, fueran para adultos o para niños. 

Hubo un momento en el que pensé que igual debía dejar de luchar y hacerla en 3D, que quizá se vendería mejor… pero hicimos un diseño por ordenador del perro protagonista, y claro, tuvimos que ponerle cojones de verdad [risas] ¡Y en 3D, era repugnante! Daba mucho asco, no era nada gracioso. ¡Y fue eso lo que solidificó que tenía que ser en 2D!

Probablemente fue una de las cosas que la hizo difícil de vender: la gente no solo no entiende la animación para adultos, ¿pero encima es en animación tradicional, cuando no hay ya películas en animación tradicional? Así que tuve todo en mi contra durante un tiempo.

Ya que mencionas la animación de Despelote, me interesa preguntarte por tus influencias para la misma, tanto a nivel visual como a nivel de tono cómico. ¿Te inspiraron también ciertas buddy comedies de imagen real, o te centraste puramente en el medio animado?

Mi inspiración principal – y te diría lo mismo para esta película que para Primal – es Tex Avery. Pero cuando hablo de Tex, la gente se piensa que me refiero a los momentos exagerados, los ojos saliendo de las órbitas del lobo y demás. ¡Pero la animación de personajes en esos cortos es increíble, es buenísima! Así que mi inspiración visual para Despelote fue esa. 

Y para la comedia, me gustan mucho Mel Brooks, Peter Sellers… Y también bebí mucho de la escuela de Judd Apatow: Supersalidos, Virgen a los 40, La boda de mi mejor amiga… Ese tipo de comedias. ¡Y Dos tontos muy tontos! Todo eso, mezclado, y con mucha comedia física añadida, dio pie al resultado final.

Precisamente tu carrera se divide bastante entre obras más orientadas a la acción, como Primal o Samurai Jack, y comedias puras, como Hotel Transilvania o Despelote. ¿Qué dirías que guía cada «lado» de ti?

¡Sí, ambas son clave en mi carrera! Creo que la comedia es dificilísima, porque hacer reír a la gente… tú tienes tu sentido del humor, yo tengo el mío, e igual nos reímos de cosas distintas, así que es muy difícil hacerla universal. La acción es mucho más fácil, pero creo que ambas cosas están naturalmente dentro de mí. Incluso cuando hago acción, me gusta añadir algún detallito gracioso. ¡No me puedo resistir! 

Y creo que muchas veces, la mejor acción tiene eso: En busca del arca perdida es una película de aventuras perfecta, pero también tiene ciertos momentos de humor que surgen siempre de los personajes.

¡Y ambas cosas se sustentan a través del timing!

¡Exacto! Eso es muy cierto. El timing lo es todo siempre. Y eso se forja también a través del storyboard: que el ritmo sea adecuado, y la broma sea graciosa, y contenga la expresión adecuada para el personaje. ¡En cierto modo, es como la ciencia, pero también es muy instintivo! Me encanta hacer ambas cosas, en el fondo: la acción me fascina, pero si tienes a tu lado a alguien y se ríe, es algo muy gratificante.

Eres un artista tremendamente prolífico, así que tengo genuina curiosidad por tu agenda. ¿Cómo te las apañas para centrarte en cada proyecto cuando tienes tantos, a menudo al mismo tiempo?

¡No lo sé! [risas] Trabajo mucho, y en las épocas en las que estoy ocupado, estoy MUY ocupado. Normalmente me levanto a las cinco o las seis de la mañana, trabajo dos o tres horas, luego tengo reuniones, descanso un poco, hago más reuniones… Y por la noche dibujo, porque es cuando más paz y tranquilidad necesito. Mis hijos son ya mayores, así que ahora es más fácil a nivel de agenda. 

Pero sí, no hay secreto para ello, simplemente trabajo mucho. Soy rápido dibujando, pero también curro un montón. Cuando estoy en medio de una o dos producciones, no hago 40 horas de trabajo a la semana, hago unas 60 o 70.

Precisamente ahora estás en medio de varias producciones, ¿nos podrías contar un poco acerca de cómo van Primal, Heist Safari o Black Knight?

¡Acabamos de terminar la tercera temporada de Primal! Va a estrenarse pronto, por lo que sé, y debería haber un anuncio al respecto en un mes o dos. Pero está terminada. Con Heist Safari tenemos el storyboard del piloto acabado, y tenemos una agenda de producción, así que estamos esperando a ver si contratan la temporada completa. 

Y Black Knight está parada ahora mismo, así que mi esperanza – ¡quizá es poco realista! – es que Despelote abra una puerta. Quizá si tiene cierto éxito, haya interés por producir más cine de animación para adultos. Yo creo que hay una audiencia para ello, pero hay que convencer a la gente que las financia.

Tras este largo camino para producir Despelote, ¿qué es lo que más te enorgullece del resultado final?

¡La animación! Ha terminado siendo mucho mejor de lo que imaginaba. Al ser una película de bajo presupuesto, pensaba que tendría la calidad de una producción televisiva, quizá un poco mejor a lo sumo. Pero tenía una lista de 10 animadores con los que quería trabajar para la película, y los conseguimos a casi todos, y cuando iban viendo lo que los demás estaban haciendo, empezaban a esforzarse más y más para impresionar y para hacer reír al resto. Y de repente, tienes delante una calidad increíble de animación. 

Incluso elevan la comedia, porque los chistes se están ejecutando a un nivel que no creía que pudiéramos conseguir. A estas alturas sé cómo hacer bien la animación televisiva, cómo hacer trampas para que se vea mejor. Pero esto es otra cosa: está todo lleno de expresiones increíbles, todo tiene matices, y es algo que no sé si volveré a tener en mi carrera y de lo que estoy muy orgulloso.