Los aficionados más optimistas confiaban aún en Jonas Vingegaard y la pujanza de Visma tras la etapa de Mont Ventoux, donde el UAE había desprendido una sensación de debilidad (aunque a la postre, como en todas las demás etapas de este Tour, el danés cruzó … la meta por detrás de Tadej Pogacar). El triple encadenado alpino de este jueves, una de las dos etapas ‘reina’ de la carrera, decepcionó a los que esperaban un combate entre los favoritos en las cumbres de La Loze, allí donde Pogacar sufrió la peor ‘pájara’ de su vida.

Tras un inicio muy cauteloso, la etapa arrancó de verdad a 150 kilómetros de meta, cuando los velocistas disputaron el esprint intermedio antes de reubicarse en la cola del pelotón para sobrevivir a una etapa de perfil angustioso. Las escaramuzas comenzaron de inmediato: Tim Wellens, O’Connor, Van Aert, varios Movistar… También Enric Mas, que atacó temprano y abandonó después la carrera a media etapa para sorpresa de la afición (con molestias en la rodilla, prefiere preparar la Vuelta a conciencia). La baja del mallorquín, sumada al abandono matinal de Carlos Rodríguez por una fractura de pelvis, enmarcó otro mal día para el ciclismo patrio.

Otra noticia del día (esta vez buena) fue el protagonismo de Primoz Roglic, que lanzó un ataque brutal junto a Felix Gall en el primer puerto (Glandon), a 127 kilómetros de meta, y se mantuvo en el baile hasta el final. Con el tiempo se consolidó una fuga de calidad con 15 ciclistas como Jorgenson, Arensman, O’Connor, Raúl García Pierna y dos hombres de Movistar (el colombiano Einer Rubio fue quinto en Courchevel).

UAE, incómodo, colocó entonces a Nils Politt al frente del pelotón para mantener la fuga a raya: dos minutos en la primera cumbre. Corría en medio un grupo perseguidor que se fraccionaría a medida que la carrera se desmelenaba. Al comienzo del durísimo puerto de La Madeleine, Marc Soler reemplazó a Politt. Pero fue Visma el equipo que hizo explotar la etapa definitivamente, tratando siempre de buscar ese fallo de Pogacar que nunca llega: las ‘avispas’ aceleraron el paso y redujeron el pelotón a veinte unidades; nadie podrá negarles la audacia.

Kuss impuso un ritmo diabólico a seis kilómetros de la cima. Pogacar se había quedado ya solo; Vingegaard tenía consigo a Kuss y por delante a Jorgenson. Un kilómetro después sobrevino el ataque del danés, bien controlado por el líder (‘Pogi’ no tuvo ni que levantarse del sillín). Ambas figuras atraparon a los fugados sin despeinarse. Jorgenson se puso a tirar en cabeza de un buen sexteto, con Lipowitz bregando a medio minuto hasta que coronaron el puerto (de categoría especial, como todos los de la etapa).

El descenso se prolongaba durante casi 30 kilómetros, con un falso llano posterior, y pasaron muchas cosas en ese tramo de carrera. Lipowitz no sólo alcanzó al selecto grupo delantero, sino que les atacó antes del puerto y se fue en busca del ambicioso trío (O’Connor, Rubio y Jorgenson) que había preferido demarrar antes de embarcarse en un combate cuerpo a cuerpo inútil contra los intratables Pogacar y Vingegaard en las cuestas del infernal la Loze. Cuando comenzaron la subida hacia Courchevel (donde Valverde ganó a Armstrong en 2005), varios ciclistas desperdigados del UAE y de Visma habían logrado reunirse para arropar a los dos ‘gallos’ del Tour.

El trío de cabeza se convirtió en dúo por el desfondamiento de Jorgenson, al que Lipowitz (tercero en la clasificación) superó sin problemas. El grupo pedaleaba a 3:20 de los dos escapados. Tiempo agradable, sin que apareciesen aún las tormentas previstas en la cordillera. Visma volvió a asumir la responsabilidad de la ascensión y el pelotón adelgazó de nuevo. Por delante, todavía a 15 kilómetros de la meta, O’Connor cambió el ritmo y dejó seco al colombiano de Movistar. El australiano del Jayco estaba muy inspirado y el pelotón no registraba movimientos. Roglic emitía señales de cansancio en la cola del grupo de favoritos.

Entonces UAE se cansó de ir a rueda y endureció el grupo, como si Pogacar tuviese ganas de juerga (un mal augurio para la heroicidad de O’Connor). Sin energías para alcanzar al brillante australiano, Lipowitz fue engullido por la decena de favoritos y gregarios que perseguían al fugado a un ritmo alto, pero no obstante insuficiente para darle caza. Los ataques en el grupo de favoritos llegaron en el último kilómetro. Segundo en la última Vuelta a España y ya ganador de etapa en el Tour, Ben O’Connor remató una subida portentosa y se benefició de la atonía de los favoritos para conquistar un etapón bajo la lluvia y el granizo que, ahora sí, daban la razón a los meteorólogos. Pogacar, una vez más, llegó a meta por delante de un Vingegaard intachable.