2ª de abono. Dos tercios de plaza en tarde de nubes y calor. Se lidiaron seis toros de David Ribeiro Telles -reglamentariamente despuntados- muy bien presentados, en el tipo del encaste Murube, y de gran juego en líneas generales. Corrida con mucha movilidad, encastada, y grandes opciones de lucimiento. Destacaron el noble 1º y el bravo 6º. El 5º fue el más tardo y de menos opciones. Rui Fernandes (casaca azul a la federica): dos pinchazos y rejón trasero y contrario (ovación con saludos); pinchazo hondo y trasero (vuelta al ruedo). Diego Ventura (chaquetilla negra): rejón (dos orejas); pinchazo y rejón caído (oreja). Joao R. Telles (casaca grana a la federica): rejón trasero y contrario (oreja); medio rejón trasero (oreja). El ganadero salió también en hombros.
Con tres orejas rubricó Diego Ventura una tarde de máxima figura del toreo a caballo por su variedad en los cites, el virtuosismo en la doma de sus monturas y el rigor en la ejecución de las suertes. Dos faenas del mismo poder y ante dos toros de distinto comportamiento (bueno su primero y algo tardo y distraído el segundo) dentro de un gran encierro de David Ribeiro Telles que puso el triunfo en bandeja a la terna y motivó la salida a hombros del ganadero. Joao R. Telles también se fue en volandas al pasear un trofeo de cada antagonista en una tarde donde el uso de los rehiletes pareció no tener fin ni control.
Ventura, muy querido y esperado en El Bibio, lo bordó. Montando a «Nivaldo» para clavar las primeras banderillas se percató el rejoneador de que el buen toro, algo tardo, se quedaba corto y había que llegarle y esperarle mucho. Con «Bronce» encontró la solución. Es uno de los mejores caballos de su cuadra que más cerca se pasa los toros. Puso la plaza boca abajo toreando en redondo con la grupa, y clavando sin la cabezada, primero una banderilla y, luego, un par a dos manos. El toro siempre fue a más. De escena salió el binomio, como de costumbre, andando hacia atrás y brindando un espectáculo de pura doma. Remató la obra con «Brillante», dejando arriba tres banderillas cortas al violín y luego dos rosas. Hombre, entendiendo el éxtasis del momento, endosarle once garapullos al toro resulta excesivo. Entre ese boje creado sobre el toro enterró Ventura un rejón de muerte inmediata y las dos orejas cayeron sin discusión.
Toreo de costado a dos pitas
Todavía quedaba más. Ventura ofreció en el segundo de su lote una versión de puro oficio, de gran lidiador, encelando a la perfección con la cola de «Quirico» a un toro de embestida distraída y al que le costaba entrar a los cites. Citó siempre en corto por las dificultades ya mencionadas del oponente, dejándoselo llegar al escribo toreando de costado a dos pistas, al hilo de las tablas, y también al dejar los palos arriba. Con «Quitasueños» y el baile de manos previo a cada encuentro, estuvo sensacional. Volvió a dejar un par a dos manos, esta vez con «Guadiana» y puso tres rosas seguidas sin salirse de la suerte. Como vio que el público aplaudía, pero no puesto en pie, remató con otras dos cortas al violín. Tras un pinchazo, se le fue muy bajo el rejón. Ventura echó pie a tierra al ver que el puntillero marraba, agarró la puntilla y atronó al toro al tercer intento. Oreja.
Joao R. Telles tuvo un lote muy completo que aprovechó para salir también a hombros. El tercero de la tarde, bravo, colaboró durante toda la lidia del cavaleiro portugués, donde el clasicismo es la seña de identidad. Especialmente toreando con «Gaiato». Muy de verdad fueron los quiebros y el toreo de costado, a dos pistas, en una faena en la que abusó de los auxiliadores. Un rejón tan efectivo como trasero y contrario –aplaudió la encastada muerte del toro– le valió la oreja. Con el sexto amarró la Puerta Grande, otro animal con posibilidades, de buen son. Volvió a clavar reunido los rehiletes en una entonada labor. Otra vez se le fue trasero el rejón, pero el animal dobló y los pañuelos volvieron a asomar en los tendidos.
Clasicismo de Joao R. Telles
Rui Fernandes se fue de vacío tras una tarde intermitente y en la que no estuvo acertado . Sorteó en primer lugar un gran toro de Ribeiro Telles, ovacionado fuertemente en el arrastre. Los quiebros y las piruetas con «Mistral» levantaron las palmas en una labor en la que faltó reunión con los palos y sobró dejarse pasar tanto al toro para clavar. Dos pinchazos y un rejón trasero frenaron el premio.
No mejoró la historia en el cuarto, otro buen toro de la divisa portuguesa mermado por los dos rejones de castigo que le recetó Rui Fernandes. Pese a todo, el animal ofreció posibilidades en una faena donde cada banderilla caía más baja que la anterior. Los auxiliadores actuaron demasiado, incluso después de las dos primeras banderillas cortas salieron a sacarle de tablas al toro para clavar la tercera. Dejó un pinchazo hondo y trasero. Todavía sin doblar las manos el astado aprovechó el puntillero. Hubo pitos por lo ocurrido, pero menos que pañuelos. El presidente, con buen criterio, aguantó.
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