El primer ejemplo es Case Study Tini 01, un refugio de 150 metros cuadrados situado en un terreno de una hectárea en Segovia marcado por su tierra roja y su bosque de robles. “En este primer proyecto, el diseño nace del lugar. El terreno -con cárcavas de tierra rojiza, robles maduros y una topografía marcada- exigía una arquitectura que no compitiera, sino que se fundiera con el paisaje. Por eso, la vivienda principal utiliza una fachada de Viroc rojo [un panel compuesto, constituido por una mezcla de partículas de madera y cemento], que se mimetiza con los tonos del entorno. Los muros encalados in situ generan patios interiores y zonas de transición, donde habitan higueras y adelfas. Vegetación local, fresca y misteriosa, que convierte cada umbral en una experiencia”, en palabras de Tini Living.
Butacas y taburetes de Boca Concept.
Paco Marín
Pese a este entorno campestre, el espacio tiene la calificación de parcela urbana: «La industrialización o prefabricación tiene que ver con el sistema constructivo que se usa y no con la regulación. Por tanto, los permisos que se necesitan son los mismos que para una construcción ‘tradicional’”, aclaran desde Tini Living.
Precisamente esos permisos son los que pueden ralentizar este tipo de edificaciones, que tienen un tiempo cerrado de diseño, construcción e instalación. Estos engloban un mes, 210 días y dos semanas respectivamente. En total, menos de nueve meses desde que surge la idea hasta que la casa está en pie (más los que la administración necesite para expedir las autorizaciones necesarias).
Sofá de Pummba.
Paco Marín