Cuando ambos integrantes de una pareja se dedican a la misma actividad, suelen tener un tema más de conversación en común, y a veces un … motivo más para tensar la cuerda. Hay incluso adagios muy directos que animan a separar trabajo y relaciones. Cuando, además, es una actividad creativa la que une a ambos sumandos de la pareja, las cosas pueden llegar a complicarse aún más. Son legendarios los matrimonios de escritores como Scott y Zelda Fitzgerald –él escribía inspirándose en los diarios de ella–, Gregorio Martínez Sierra y María de la O Lejárraga –él vampirizó durante toda su existencia el trabajo de ella– o John y Penelope Mortimer –quienes trasladaron al papel sus propios fracasos amorosos–. José Vicente Pascual, quien tiene en librerías ‘Eva de Ur’ (Ediciones Nazarí), y Sonia López Maestro, quien ha publicado ‘La nieve cubrirá todas las cosas’ (Sloper), son granadinos de adopción sin haber nacido aquí, y hace escasas fechas cumplieron 13 años desde que ‘juntaron las meriendas’ oficialmente, aunque llevan juntos más de 20 años.
Se conocieron cuando José Vicente Pascual llevaba adelante el suplemento literario de IDEAL Atramentum. «A Sonia le había leído algunos relatos, pero pensaba, por su forma de escribir, que era colombiana o argentina, o que vivía allí. Sin embargo, la conocí con ocasión de un encuentro que organizamos aquí en 2004. Aunque hoy el concepto no esté muy de moda, fue un flechazo. Y hasta hoy».
López Maestro, que tiene en su haber varias decenas de relatos publicados en diversas antologías y que ha obtenido con ‘La nieve cubrirá todas las cosas’ el Premio Ciudad de Palma-Camilo José Cela, dice con humildad que en el binomio «quien escribe de verdad es él». Lo cierto es que la autora compagina la labor de formadora del personal de cabina de una conocida compañía aérea con la escritura, pero nadie puede negar sus méritos, incluyendo una más que cálida acogida de la crítica y el público hacia su novela. Asegura que en el proceso de creación de esta ha habido muchas lecturas en común, y muchas conversaciones con la literatura como objeto.
Evidentemente, las preferencias no son idénticas. A López Maestro le gustan los autores rusos, Ana María Matute… Pascual es muy ecléctico en sus lecturas, tanto como en su escritura. De hecho, en fecha reciente, este ha cultivado tanto la fantasía teñida con ciertas dosis de humor –en ‘El caballero fraguado’, una fábula con las Islas Canarias como marco de una historia ambientada en torno a la época de los Reyes Católicos y con algunos toques, incluso, ‘steampunk’–, y la narrativa histórica pura, en la ya mencionada ‘Eva de Ur’, una novela que explora la civilización y cultura sumerias en épocas cercanas a las narraciones bíblicas de Noé.
Por su parte, la novela de López Maestro fue un reto personal para su autora que, recuerda, antes de saber leer y escribir disfrutaba poniendo letra a las canciones que escuchaba. Del relato, el cuento y la prosa poética saltó a la novela en plena pandemia, ERTE incluido. Su inspiración fue la historia de una pasajera con miedo a volar, con la que compartió asiento, quien le narró una vida que, como afirma, «es una gran historia de superación y de amor propio».
«Estoy más leído que escribido», afirma Pascual con humor. Hay hueco, con todo, para seguir ampliando horizontes. En fecha reciente, su mujer le recomendó ‘El alma se apaga’, del húngaro Lajos Zilahy, una epopeya en torno a la emigración, en este caso la de los húngaros que marcharon a la tierra de promisión que fue Estados Unidos durante el periodo de entreguerras. «Al final la literatura une», comenta la escritora. Sin embargo, hay otras aficiones que no tanto. «A Sonia no le gusta el fútbol, y en vez de hablar de fútbol hablamos de libros», dice sonriendo José Vicente. «No sé cómo será en otras parejas de escritores, ni me interesa, pero, sobre todo, tener una pareja que se mueve en la misma esfera que tú viene muy bien cuando no escribes. Puede quedar petulante o peliculero, propio de esos filmes que son biografías de autoras como las hermanas Brontë, o Mary Shelley y su marido Percy, pero es cierto que cuando no estás inmerso en una novela, es maravilloso poder estar cerca de una persona poseedora de una visión del mundo cercana a la tuya», añade.
En cuanto a subgéneros, ambos son amantes de la novela histórica. Y dentro de la novela histórica, comparten el gusto por autores como Marguerite Yourcanar o Robert Graves. De hecho, su perro se llama Claudio en homenaje al emperador romano que protagonizara la duología de este último.
Amistades
La común dedicación literaria también les dio alegrías como la de conocer a Ana María Matute y su entorno en los últimos años de su existencia. «La literatura se incardina en la vida, creando sensaciones que enriquecen intelectualmente muchísimo», comenta Sonia López Maestro. Más allá de ello, la labor de documentación exige la realización de viajes que suelen hacer juntos, y que siempre, por razones obvias, suele organizar ella. Y les unen, también, las ciudades. La autora de ‘La nieve cubrirá todas las cosas’ establece un neto paralelismo entre Granada, la ciudad que les unió, y León, su ciudad de origen. «Ciudades con mucha historia, capitales de reino, las dos en el escudo de España, y que tienen en común el frío, el olor de las chimeneas… y las tapas», dice con una sonrisa.
Los escritores le pusieron el nombre de Claudio a su perro en recuerdo del emperador protagonista de las obras de Graves
Estas circunstancias se vuelcan en lo literario. Así, en ‘La hermandad de la nieve’ (Ediciones Evohé), en torno a los neveros en la época de los Reyes Católicos, Pascual otorga origen leonés al iniciador del negocio. Él tampoco es un andaluz típico: nacido en Madrid, se trasladó a los seis años a Granada, y se autodefine como «un andaluz hecho a sí mismo. Primero tuve que ‘pillarle el punto’ al habla local, que para mí fue muy complicado, y luego conocer el espíritu del lugar y ahondar en el alma de la ciudad». López Maestro, por su parte, se identifica más con el andaluz oriental que el occidental, mucho más después de los años que ambos compartieron en Sevilla. «No tienen nada que ver», afirma.
A la hora de repartirse las tareas, José Vicente cocina y pasea al perro, mientras que Sonia se ocupa del resto. «Esté escribiendo una novela o no, cocinar me relaja».