Un calor agobiante, un hierro cuyo apogeo fue a mediados del Siglo XX, un cartel con toreros del grupo C, unas entradas con precios de plaza grande y a pesar de todo, el 15 agosto, la afición siguió acudiendo a tostarse sobre los tendidos de la plaza de Tafalla.
No fue la bravura lo que mantuvo la atención en el festejo. Tampoco imposibles muestras de toreo excelso. Ayer las ovaciones más sentidas las robaron toreros del lado oculto de la luna. Subalternos con un alto concepto de vestirse de luces e incluso un joven monosabio que salvó una montura de la cuadra de picar.
Porque sostenía el cartel el hierro del Conde de la Corte, ganadería que en su día fue la madre de casi todas las ganaderías del campo bravo y que en el Siglo XXI intenta recuperarse de una crisis que tuvo el ganado en situación de desamparo.
De esos años de abandono y nula selección a los toros de ayer les salieron varios ramalazos. Bien en forma de arreones de manso, caballos descabalgados, brusquedades y genio, pero también, de la manera más plausible, en un primer toro de condición tan burriciega como mansa, que fue condenado a banderillas negras.
Los más veteranos del tendido, con 91 años a sus espaldas, no recordaban ver un pañuelo rojo asomarse en la presidencia. Todo un borrón en la reseña que debieron aguantar los propietarios de la vacada, metidos ahora en el esfuerzo de lograr el salto atrás en la genética para volver a los toros que encandilaron al toreo en las ferias de los noventa.
Porque entre los matadores que tuvieron que pechar con el encierro de este viernes destacó Miguel Giménez, un superviviente en los gaches del Perú. Andábanse luciendo los gaiteros en el tercio de banderillas en una escena digna de los relatos de Félix Urabayen, cuando el matador valenciano se hizo presente aguantando con la muleta un toro que embestía a cabezazos. Le puso corazón, domeñó el genio del animal condeso y construyó una faena aprovechando las virtudes de la movilidad del toro y el valor del matador.
Se perfiló con el estoque y derrumbó al animal con una estocada tan efectiva como rinconera, e hizo levantar al público de la parrilla que tenía bajo sus piernas en forma de tendido.
Dio muestras de su oficio Gómez del Pilar que pinchó los toros tanto como Diego García, sin dejar mucho para el recuerdo en una tarde de calor sahariano, toros casquiveloces y profesionales que se visten por los pies.
GANADO
6 toros de la Ganadería de los herederos del Excmo. Sr. Conde de la Corte. Presentados de forma correcta para la categoría de la plaza. Mansos en distintos grados. El primero, jefe, nº 1, fue condenado a banderillas negras.
DIESTROS
Gómez del Pilar, silencio y ovación con saludos.
Miguel Giménez silencio y oreja.
Diego García silencio y silencio.
PRESIDENCIA
A cargo de D. Pablo Lacunza , asesorado por Francisco Sagardía en el terreno artístico y Javier Martínez en el veterinario. Apostaron por mantener en el ruedo al primer toro de la tarde, bajo las protestas del público que apreciaba en este indicios de mala visión y lo castigaron posteriormente a banderillas negras.
No tuvieron más contratiempos durante el resto del festejo.
INCIDENCIAS
Plaza de Toros de Tafalla, 1ª corrida de abono. Más de dos tercios de entrada sobre el aforo legal. Calor tórrido, 40º durante el paseíllo. Francisco Javier Tornay saludó en banderillas tras parear al 3º para ser prendido y conducido a la enfermería por el 6º. Pasó al HUN para estudio radiológico.