Viernes, 15 de agosto 2025, 23:28

Hay apellidos que van inherentemente ligados al baloncesto granadino por los primeros que los portaron, pero cuyo recorrido pinta a alargarse en el tiempo dado el impacto de quienes ejercen de herederos. En la selección española que el pasado domingo alzó el título de campeona de Europa femenina u20 en Matosinhos (Portugal), militaban Cristina Sánchez Cerqueira y Álex Gómez. Ella, con el 10 en la cancha, hija de Félix, antiguo pívot del CB Granada, y ‘Peque’, viguesa de nacimiento, granadina de adopción, y referente durante décadas del baloncesto femenino en la provincia. Él, entrenador ayudante del seleccionador Isaac Fernández, hijo de Antonio Gómez Nieto, histórico entrenador de Oximesa, CABLoja y ‘Cebé’ entre otros, y hermano de Samuel, quien dirigirá al flamante nuevo equipo filial del Covirán en la novedosa ‘Liga U’ de categoría u22.

Ambos debutantes, Gómez por primera vez con una selección, Sánchez al fin estrenándose en un gran torneo de formación, tras quedarse varios años a las puertas. «Creo que he hecho un buen trabajo y ya me tocaba», valora la jugadora. «Vine con una ilusión absoluta. Cuando surge esto pensé si era algo más laboral o sentimental, pero para mí era lo segundo, representando a mi país», añade él.

La presencia del técnico –quien entrenó a ‘Peque’ Cerqueira dos temporadas en el Raca– en el cuerpo técnico fue de gran ayuda para Cristina. «En una concentración tan larga –37 días, comenzando en Tenerife–, siempre buscas un apoyo, y conocerle de sus años con mi madre me ha venido bien», acepta la alero de las Arkansas Razorbacks de la NCAA estadounidense. «Además de entrenar a ‘Peque’, Félix Sánchez fue el capitán del equipo en ACB con mi padre, así que claro que había un vínculo especial y, aunque al principio marcas algo de distancia, luego fue todo muy bien porque ella es muy cercana, como yo. Además, ambos llevamos a Granada por bandera», asegura Álex. «¡Yo le llamaba ‘paisano’ cuando le decía algo!», sonríe ella.

Clave en la final

La granadina tuvo un papel especialmente relevante en defensa en la rotación española. Sus números –4’3 puntos y 2’2 rebotes, en algo menos de 10 minutos de media– no impresionan, pero sí lo hizo su papel en la final frente a Lituania (102-50), cuando reivindicó su lugar tras no saltar a la cancha en la semifinal frente a Italia. Su ingreso en la cancha coincidió con el descomunal parcial que rompió el partido, pasando del incierto 25-25 al 56-31 para las rojigualdas. «Me adapté al rol que necesitaban de mí. Soy una jugadora muy servicial, que se pone a disposición de lo que el equipo necesite, e hice lo que me pedían», argumenta, explicando que «en la defensa zonal me daban mucha responsabilidad, para cubrir espacios y presionar el perímetro, porque ellas habían empezado metiendo mucho. Ese era mi papel, como cuando sale un tirador a asumir muchos ataques», prosigue.

Cristina Sánchez Cerqueira posa con el trofeo continental junto a sus padres y su hermano.

Cristina Sánchez Cerqueira posa con el trofeo continental junto a sus padres y su hermano.

R. I.

Y funcionó, vaya si lo hizo. Por cierto, curiosamente el mejor encuentro en lo numérico de Sánchez Cerqueira –10 puntos, 7 rebotes– fue ante el mismo rival, en ese caso en la fase de grupos, con otro ‘palizón’ español: 89-48. «En ese partido ya fue clave cuando nos pusimos en zona, y en la final no sabíamos si sería igual, pero así fue. Ella es un poco impredecible en esas defensas, porque tapa muchos espacios e incomoda mucho a las rivales. No creo que fuera casualidad que su efecto se repitiera», analiza Gómez, sabedor de que no es fácil asumir un papel donde se luce poco en ataque. «Durante la preparación la vi algo más nerviosa, pero supo abrazar el rol que se le dio por su capacidad de cambiar el juego desde la defensa», valora.

Sorpresas

España solo perdió un partido (77-79 ante Bélgica en la fase de grupos). «Sabíamos que era un gran equipo, perdimos pero nos hizo aprender a sufrir la tensión del campeonato», apunta el entrenador. Acto seguido, empezaron las sorpresas: Francia y Eslovenia, grandes favoritas, cayeron en octavos de final; las belgas, en cuartos. «Antes del torneo pensábamos que el B era el ‘grupo de la muerte’, con Francia, Eslovenia, el anfitrión y un equipo muy físico como Alemania, pero luego sucedió que los cuatro de nuestro grupo eliminaron a los cuatro de ese en octavos», continúa él. «Ya habíamos perdido uno y esas sorpresas nos sirvieron para no despistarnos, pero estábamos convencidas de no que no íbamos a perder ninguno más», añade ella.

Álex Gómez sostiene exultante con la copa y la medalla conseguidas en su debut con España.

Álex Gómez sostiene exultante con la copa y la medalla conseguidas en su debut con España.

R. I.

Y así, con el décimo oro en la historia del baloncesto u20 femenino español acabaron 37 días en los que Sánchez Cerqueira mantuvo un papel importante pese a la progresiva llegada de jugadoras que no habían iniciado la concentración, sumadas tras los éxitos de España u19 –bronce mundial– y u18 –oro europeo–. Se añadieron nombres destacados como Gina García, Samto Okafor o Marina Mata, pero la granadina fue de las que supo defender su espacio. «Las que quedábamos desde el inicio nos llamábamos ‘las supervivientes’, bromeábamos con eso», cuenta ahora sonriente tras el final más feliz imaginable.

Lo vivió, además, rodeada de su gente. La cercanía entre Vigo y Matosinhos –hora y media en coche– hizo que, aparte de sus padres y hermano, su familia materna estuviera allí en su gran día. «Vino genial que tocara este año allí el torneo», agradece. Igual o más de arropado estuvo Gómez, pese a no tener familia gallega: «Fue mi mujer, mi padre, amigos, cuando pasamos a semifinales más gente se acercó también… fue muy chulo», remarca. Estuvo también Marta Morales, otra granadina de postín, antigua internacional u20, exjugadora de Gómez en el GmasB y que se acercó tras disputar el célebre Torneo Marisquiño de Vigo en la modalidad 3×3. Querían vivir el éxito de dos paisanos que ya para siempre serán los ‘Álex y Cristina’ del baloncesto local. Hicieron ‘¡chas!’ y aparecieron con el oro.

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