FICHA DEL FESTEJO
Ciudad Real – Feria Taurina Virgen del Prado 2025
Sábado, 16 de agosto. Plaza de toros de Ciudad Real. Primera de abono. Un cuarto largo de entrada en tarde muy calurosa. Presidencia para Diego Ortega.
Primera de abono de la feria taurina en honor a la Virgen del Prado – Foto: Rueda Villaverde
Se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, feos de tipo, pobres de presentación, mansos, sin clase y con poco juego; sólo primero y segundo ofrecieron algo más de trapío y emoción en la muleta.
Manuel Jesús El Cid, de azul pavo y oro: oreja y oreja (estocada y estocada).
Emilio de Justo, de blanco y azabache: dos orejas y silencio (estocada y pinchazo; media estocada y descabello a la segunda).
Primera de abono de la feria taurina en honor a la Virgen del Prado – Foto: Rueda Villaverde
Marco Pérez, de blanco y oro: palmas y oreja (estocada defectuosa y estocada trasera tras pinchazo).
El Cid abría cartel, en sustitución de Cayetano, y lo hizo con Narcótico, toro de escasa transmisión al que saludó por verónicas que fueron cogiendo vuelo en las dos últimas, con media de buen trazo. El quite, también a la verónica, no dijo mucho más. Malos pares. Brindó al respetable y comenzó por el derecho con un toro rebrincado, al que le encasquetó tres tandas sin bajarle la mano que fueron calentando al respetable.
Se vino abajo por el izquierdo, donde el toro se quedaba corto, y aunque lo intentó de nuevo por el pitón bueno, ya no había nada que rascar. En los compases finales se dobló con él y le arrancó un muletazo con gusto. Mató de estoconazo. Faena cumplidora, de esas que en los papeles se llamaban aseadas. Oreja.
Primera de abono de la feria taurina en honor a la Virgen del Prado – Foto: Rueda Villaverde
El segundo, Zancudo, fue para Emilio de Justo. Lo saludó con dos verónicas y unas chicuelinas sin ajuste en los medios. Lo dejó crudo y Morenito de Arlés saludó por su par. La faena comenzó con una tanda de acople que cerró con dos soberbios pases de pecho. En la siguiente, lo mejor volvió a ser el remate. El toro metía la cara, tenía nobleza y un punto de transmisión. Por el izquierdo ya no era lo mismo, se quedaba al hilo y sin decir ni pío.
Cuando parecía que todo iba para una oreja, como mucho, sin historia, se tiró De Justo a matar y se llevó tres revolcones de los que dejan al cuerpo tiritando. Se le apareció la Virgen del Prado, porque pudo matarlo. Lanzó un beso al cielo y se le premió con dos orejas que no lo eran. Como mucho una, y gracias. Pero valieron más los revolcones que los muletazos. Puerta grande de hospital, que le costó el pase a la enfermería.
Tercero, Malospasos, para Marco Pérez. Y vaya si los tuvo. Lo quiso recibir por tafalleras, pero el toro no cuajó. Intentó después verónicas a pies juntos sin éxito. La puya fue impropia y mal recetada. El salmantino no lo vio claro y le hizo un quite que pesó más que ayudó. Faena sin contenido, sin estructura y sin toro. Mató a la tercera con una estocada defectuosa. Palmas, por educación.
Primera de abono de la feria taurina en honor a la Virgen del Prado – Foto: Rueda Villaverde
El cuarto se rajó en cuanto lo mandaron al caballo. Inédito en el capote, el toro se dejó lo justo. Malas banderillas. El Cid se puso enseguida con la zurda, pero el de Juan Pedro se metía por dentro con peligro sordo. Embestía por arriba, cabeceando al final, lo que quitaba toda emoción a lo que podía tener de cierto temple.
Le sacó algún natural con aguante que coqueteó con la hondura hasta que el toro cantó la gallina en los medios y ahí se acabó todo. Le propinó una estocada algo tendida. Otra oreja, por honradez y por salvar los muebles.
El quinto, bautizado como Lacerado, fue el peor de todos. Salió parado, sin chispa. Ovación a Juan Bernal, que fue derribado y quedó atrapado entre caballo y tablas en una situación complicada, aunque recetó el único meido puyazo decente de los seis. La lidia de Morenito de Arlés fue la mejor de la tarde y los pares de Neiro y Valcarce estuvieron a la altura.
Primera de abono de la feria taurina en honor a la Virgen del Prado – Foto: Rueda Villaverde
Pero el toro era protestón, rebrincón y rajado desde el principio. Sin fijeza, sin humillar, con la cara por arriba. Nada que hacer. Pinchazo, media estocada y descabello a la segunda. Bronca al toro. Silencio para De Justo.
Cerró la infumable corrida Sabihondo, y lo pareció: desde la tercera verónica ya se hablaba en los tendidos de «toro gaseosa». Marco Pérez lo recibió con intención al verlo al galope con cierto tranco, ppero el animal cayó de manos y se desfondó antes de tiempo.
En varas, bronca por el leve y vergonzoso puyazo que le soltó Alberto Sandoval. Banderillas sin pena ni gloria. Marco citó en los medios con pase del péndulo buscando levantar al público, pero aquello no tiraba.
Primera de abono de la feria taurina en honor a la Virgen del Prado – Foto: Rueda Villaverde
Por la derecha sacó algún muletazo con más temple que colocación, sin bajarle la mano. Por el izquierdo, nada. Faena neoteorera, deslavazada, sin encaje y con el toro en las lejanías cortada por el mismo patrón de casi siempre. La ovación fue de medio tendido que compra los argumentos. Pinchazo y estocada trasera. Oreja por insistencia.
Más fotos:Puerta grande de El Cid y Emilio de Justo en tarde de petardo – Foto: Rueda Villaverde
Puerta grande de El Cid y Emilio de Justo en tarde de petardo – Foto: Rueda Villaverde
Una tarde sin contenido y sin emoción, de esas que se olvidan pronto. La falta de raza en los animales, la escasa presencia y la nula clase en las embestidas marcaron un festejo que naufragó desde la salida del primer toro. Cuando no hay fondo ni toro, todo lo demás se vuelve accesorio. Arranca la feria, sí, pero lo hace con el paso cambiado y sin nada que llevarse a la boca más allá del calor y el hastío.