Barcelona se pone en marcha para el gran desafío que supondrá el Tour de Francia 2026. A menos de un año para la carrera cicilista más emblemática del mundo, el ayuntamiento ha encargado un estudio para planificar un plan de movilidad específico que permita minimizar las alteraciones en el tráfico durante los tres días del Grand Départ, previsto para del 4 al 6 de julio, y los días clave antes de la competición. La magnitud del evento, que atraerá a miles de aficionados y afectará a buena parte de la red viaria, obliga a diseñar medidas excepcionales para garantizar la circulación y la seguridad en la ciudad.

El Tour, que supondrá el mayor desliegue de medios en toda la historia de Catalunya, no solo alterará la circulación durante los días en que los ciclistas se adueñen de las calles para ofrecer un gran espectáculo deportivo a la ciudad y al mundo entero, sino que también tendrá efectos en las jornadas previas y posteriores. Un evento de tal magnitud requiere un gran operativo y una planificación exhaustiva.

El primer paso necesario e imprescindible que pretende llevar a cabo el ayuntamiento es un estudio de movilidad que defina un plan específico con medidas que garanticen “la compatibilidad entre el éxito del evento y el funcionamiento cotidiano de la ciudad”, según precisa el consistorio en el informe de necesidad del contrato, consultado por EL PERIÓDICO, y que ya ha adjudicado para elaborar este informe.

Más allá de los días de la competición, se requiere al adjudicatario contemplar la fase de preparativos -que básicamente abarcará toda la semana anterior desde el 27 de junio con la llegada de los equipos, vehículos, personal de control de accesos y la dirección del Tour, entre otros- y también posibles afectaciones posteriores derivadas del desmontaje y normalización del espacio público.

Del Fòrum al Estadi Olímpic

El ayuntamiento prevé una “elevada concentración de visitantes y actividades en el espacio público en el frente litoral”, así como en diversos puntos estratégicos del recorrido del Tour. La competición empezará el sábado 4 de julio con una contrarreloj por equipos de 17,1 kilómetros entre el Fòrum y el Estadi Olímpic, que pasará también al lado del templo de la Sagrada Familia. A las puertas de la basílica también se hará la presentación de los equipos el 2 de julio. Aunque el impacto en el espacio público será inevitable, el hecho de que sea una contrareloj por equipos disminuirá el tiempo de afectación en las calles.

Este estudio deberá estimar el volumen de asistentes en los diferentes tramos del recorrido y espacios de actividad, teniendo en cuenta también «el público local que desarrolla su actividad habitual». Además, determinará los equipamientos principales localizados en las inmediaciones del recorrido. Analizará las afectaciones en la red viaria, en el transporte público y en el aparcamiento.

Así, como en cualquier otra competición similar que se realiza en la ciudad, se identificarán los tramos cortados o anulados, los accesos restringidos, así como los tramos de carril bici afectados y una propuesta de rutas alternativas. En cuanto al transporte público, se identificarán las líneas de bus afectadas y los desvíos, las paradas anuladas o reubicadas, los accesos cerrados en estaciones de metro o ferrocarril, y la coordinación con la red ciclista para garantizar la intermodalidad. Además, habrá tramos de calzada donde se perderán de manera temporal plazas de aparcamiento.

La convivencia con las obras

Aunque no se especifica en el informe, algo que tendrá que tener en cuenta este plan es la convivencia con las obras que estén en marcha en ese momento. Es difícil augurarlo a un año vista, pero seguro que no podrá escaparse de los trabajos de prolongación de la L8 de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC), que seguirán en marcha cuando la carrera recorra la ciudad.

El trazado ciclista no debería verse afectado, pero la coincidencia con intervenciones en puntos estratégicos como Comte d’Urgell, Francesc Macià y Muntaner obligará a ajustar al milímetro la gestión del tráfico para que no se produzca el caos. La complejidad no está en los corredores, sino en todo lo que se mueve alrededor: desvíos de autobuses, circulación alternativa y acceso para vecinos.

La oscura experiencia de La Vuelta

Esta no es la primera vez que Barcelona acoge una competición ciclista de nivel. En 2023 fue la sede de la primera prueba de La Vuelta a España, con una contrarreloj que cruzaba todo el centro de la ciudad y que tuvo un pequeño contratiempo. Una tormenta de verano encapotó el cielo rápidamente y la lluvia y la oscuridad deslucieron la publicidad internacional que prometía el evento deportivo.

Minutos antes de arrancar La Vuelta, la organización pidió adelantar el encendido del alumbrado por la falta de luz tras la tormenta, pero el ayuntamiento no pudo hacerlo a tiempo: casi la mitad de los puntos de control son manuales y, con la ciudad bloqueada por los cortes de tráfico, era imposible enviar operarios a los 35 lugares necesarios. El cambio de tiempo estaba previsto, pero la ciudad no tenía un plan técnico para responder con rapidez. Pese a la decepción, fue una experiencia que, sin duda, servirá como precedente para el Tour 2026.

Primera etapa de la Vuelta ciclista en Barcelona ensombrecida por falta de visibilidad

Primera etapa de la Vuelta ciclista en Barcelona ensombrecida por falta de visibilidad / AFP

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