¿Es mejor un ciclismo hiperregulado como el de la UCI o uno abierto y experimental como el del Life Time Grand Prix? Dos filosofías opuestas que marcan el futuro del material ciclista.
Dos enfoques radicalmente opuestos a cómo usar el material en competición
La relación entre el ciclismo y la innovación tecnológica siempre ha sido tensa. Por un lado, la Unión Ciclista Internacional (UCI) ha optado históricamente por un modelo de hiperregulación, limitando las posibilidades de desarrollo del material. Por otro, competiciones como el Life Time Grand Prix en Estados Unidos apuestan por un enfoque de barra libre, donde casi todo vale en cuanto a bicicletas y componentes. Dos mundos opuestos que plantean una pregunta inevitable: ¿qué modelo favorece más al deporte?
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El modelo UCI: control y uniformidad
La UCI siempre se ha caracterizado por hiper-regular el deporte
La UCI se ha caracterizado durante décadas por su afán regulador. En el ciclismo de carretera esto se traduce en normas muy estrictas que afectan a prácticamente todos los aspectos de la bicicleta:
- Peso mínimo (los famosos 6,8 kg) que durante años limita la evolución de cuadros ultraligeros.
- Dimensiones y geometrías del cuadro, que impiden diseños fuera del estándar tradicional de doble triángulo.
- Restricciones aerodinámicas, que frenan ideas innovadoras como ruedas de formas extremas o cuadros radicales.
- Limitaciones en posiciones sobre la bicicleta, como ocurrió con las posturas de contrarreloj o en el manillar, como el supertuck.
La idea detrás de este control es igualar al máximo las condiciones para que la diferencia la marquen las piernas del ciclista y no la superioridad técnica de una marca concreta. Sin embargo, también supone un freno al desarrollo y la creatividad, en ocasiones alejando el ciclismo profesional de lo que los aficionados pueden vivir en sus propias bicis. Sin entrar a valorar como algunas de sus normas rozan el ridículo (recordemos la medida para limitar la altura de los calcetines…).
Imposible ver esto en una carrera UCI
En MTB hay más manga ancha que en carretera, pero las limitaciones también le afectan
En el MTB, aunque la UCI también regula, existe algo más de mano abierta. Los prototipos se han abierto camino sin tantas barreras. Aun así, la tendencia general sigue siendo restrictiva. Y, por ejemplo, la limitación de no poder soltar las manos del manillar para ninguna posición aerodinámica (como la «antigua» de rodar agarrados a la cabeza de la horquilla) han cambiado algunas costumbres que veíamos en competición.
Ahora, cuando han empezado a salir a la palestra las bicis de 32″ con el experimento real de BMC, ya se habla de una posible regulación que las prohiba en competición incluso antes de que lleguen al mercado.
BMC con ruedas de 32″
El modelo Life Time Grand Prix: libertad y experimentación
La configuración de la bicicleta para cada carrera se ha convertido en un ritual en el Life Time Grand Prix
En el extremo contrario está el Life Time Grand Prix, un circuito norteamericano que combina carreras de MTB y gravel en pruebas de larga distancia. Allí el reglamento es mínimo en cuanto a material. Cada ciclista puede competir con lo que considere más adecuado para el terreno y su estrategia.
Esto ha dado lugar a experimentos curiosos y, a la vez, muy reveladores:
- Bicis de MTB con neumáticos estrechos y manillares de gravel para ganar aerodinámica.
- Bicis de gravel con desarrollos más cercanos al MTB para afrontar tramos técnicos.
- Combinaciones híbridas de ruedas, cubiertas y posiciones que en un reglamento UCI serían impensables.
El resultado es que cada carrera se convierte en un laboratorio abierto, donde marcas y ciclistas prueban soluciones distintas. El espectáculo también gana porque el material se convierte en una variable estratégica más.
S-Works Epic WC de Matt Beers
¿Cuál es el camino ideal?
La fórmula de la UCI crea más igualdad entre competidores, pero limita la innovación y elimina un elemento interesante de la competición
El contraste es evidente: la UCI protege la igualdad y la tradición, pero limita la innovación, mientras que el Life Time Grand Prix fomenta la creatividad, aunque pueda generar desigualdades técnicas.
La pregunta es hasta qué punto debe regularse un deporte que, desde sus orígenes, ha sido también un escaparate para la tecnología de las bicicletas. ¿Queremos un ciclismo más homogéneo, en el que todo dependa del motor humano? ¿O uno más abierto, donde la diferencia pueda venir también de arriesgar con una configuración de bicicleta distinta?
El debate está servido, y quizá la respuesta dependa de qué valoramos más como aficionados: pureza deportiva o evolución tecnológica.