A la hora de utilizar un baño público, especialmente las mujeres, en la mayoría de las ocasiones toca utilizar alguna estrategia para evitar el contacto del cuerpo con el asiento por la posible suciedad y gérmenes que pueda tener.
Un artículo de la BBC ha puesto el foco en cuánto pueden sobrevivir los patógenos en ellos y qué enfermedades podrían llegar a contraerse y cuáles no en el caso de sentarse.
Mientras que, según sus expertos consultados, el riesgo de contraer una enfermedad de transmisión sexual por esta vía es muy bajo, al igual que en el caso de enfermedades de transmisión sanguínea o del tracto urinario, sí advierten de que «el virus del papiloma humano, que causa verrugas genitales, puede permanecer en las superficies hasta una semana». «Aun así, estos virus solo pueden penetrar en el cuerpo si la barrera cutánea de la zona genital se ve comprometida», afirma en el texto la profesora de microbiología e inmunología Karen Duus.
En cuanto a la conveniencia o no de forrar el asiento con trozos de papel higiénico para, en teoría, poder sentarse con tranquilidad, quizá no sea tan buena idea. Como indican, es un material poroso, que no llegaría a impedir totalmente que pasen los gérmenes.
La opción de hacer las necesidades en cuclillas tampoco sería la más recomendable, según la especialista en suelo pélvico consultada, Stephanie Bobinger, por ser una postura que puede ser perjudicial para la zona.
¿Qué hacer, entonces? Su conclusión es que la principal preocupación que deberíamos tener es lavarnos siempre muy bien las manos tras usar un baño público, porque unas manos contaminadas pueden acabar con facilidad tocando la boca o los ojos.