Desde niño frecuenta El Bibio y desde 2013 este inspector del Cuerpo Nacional de Policía nacido en Gijón en 1976 formaba parte del equipo gubernativo … de la plaza. Carlos González Tirador se estrenó este 2025 como presidente, una responsabilidad que no es baladí y que la ha tenido tan nervioso como feliz. Está contento. Y se le nota. Porque todo ha salido a la perfección, porque los aficionados han disfrutado y porque ve futuro a la fiesta en Gijón. Habitual de otros muchos cosos a los que viaja para asistir a diferentes ferias, la suya, la de casa, le deja con buen sabor de boca, pero con la espinita de no haber podido ver a Morante.
–¿Cómo ha sido vivir la experiencia de presidir la plaza?
–El balance ha sido positivo, pero no voy a ocultar que el primer día se siente cierto vértigo cuando se está en el palco.
–¿Cómo es esa sensación?
–De responsabilidad, esa sensación de que hay muchas tareas que atender y cuando es la primera vez el vértigo está ahí.
–¿Desde cuándo es usted aficionado?
–A la plaza he ido desde niño. Mis padres me llevaban de pequeño, recuerdo ir el Bombero torero y luego ya a los toros.
–¿Cambia la perspectiva a la hora de vivir los festejos?
–Es totalmente distinta. Desde el palco lo que tenemos que hacer es garantizar el normal desarrollo del festejo y que se cumpla el reglamento de espectáculos taurinos, que es un acto muy tasado, en los tiempos de ejecución, los distintos cambios de tercio… Y el presidente tiene que velar para que se cumpla el reglamento y eso es algo que nunca había hecho hasta ahora. Yo había participado en el equipo gubernativo en el callejón pero son otras funciones, los reconocimientos animales cuando llegan a la plaza, los caballos que van picar, etcétera.
–¿Cómo es el momento en el que hay que dar los trofeos?
–Ese es el momento más complejo para el presidente. En la plaza hay aficionados y espectadores, hay gente muy purista, hay gente que demanda muchos trofeos y otra que es más reticente a que se concedan. La concesión de la primera oreja es a petición mayoritaria del público y desde la presidencia cuando se ve que es así se concede; la segunda es concesión del presidente, pero no es algo arbitrario, ha de tener en cuenta cómo ha sido el desarrollo de la lidia, cómo ha sido el desarrollo de la res y sobre todo la estocada, cómo se ha ejecutado, y ahí hay que tener en cuenta la petición del público también. Esa segunda oreja es la más cuestionada por los más puristas, es el momento más difícil, pero las decisiones se respetan.
–¿Se lo ha pasado bien?
–Al final sí, el cómputo ha sido muy bueno.
–¿Con qué momentos se queda de la feria?
–Con que el público ha salido a gusto, con las ganaderías, que creo que han funcionado muy bien, y con faenas que han sido buenas.
–Elija alguna de las más destacadas a su juicio.
–Este año el torero que más ha triunfado, el que más ha calado entre los aficionados, ha sido Juan Ortega. Consiguió dos orejas en su primer toro y en el segundo paró el reloj, dejó al público absorto. Pero mató mal y no pudo llevarse ningún trofeo, de lo contrario se hubiera ido con cuatro orejas.
–¿Le falló algún torero? ¿Falló Roca Rey?
–Roca Rey no tuvo suerte con los toros, los que le tocaron no fueron del nivel de los de los compañeros de terna.
–Decía nuestro crítico taurino que ha sido una feria de toreros artistas. ¿Comparte?
–Sí, grandes figuras y buen ganado. La única pena son las sustituciones, el no haber podido contar con Morante de la Puebla y la novillera Olga Casado, a la que también se la esperaba con ganas.
–Hay también una parte social importante. ¿Cómo lo ha vivido?
–Los toros reúnen a personalidades de muchos ámbitos: civiles, militares, judiciales, artistas, empresarios… Es muy enriquecedor porque todo el mundo habla de lo mismo, de los toros. Y nosotros este año hemos tenido la suerte de que han venido personas del equipo gubernativo de distintas plazas. Hemos contado con el delegados gubernativo de Las Ventas, con compañeros de Santander, de Almería, y entre nosotros pusimos en común distintos usos y costumbres que se dan en cada lugar. No es lo mismo el público de una plaza que de otra. La concesión de los trofeos no siempre es igual.
–Aquí se dice que se dan muchos trofeos.
–Pues las cuadrillas se quejan de que aquí en el norte somos más fríos a la hora de pedir trofeos.
–Pero se abre la puerta grande con mucha frecuencia.
–Sí, pero en comparación con Madrid, que es la más exigente, la que manda, no con otras ferias de segunda como la de Gijón.
–¿Qué se lleva aprendido de esta feria para el año que viene?
–Soy de los que piensa que la labor del presidente es un éxito cuando pasa desapercibida. Los protagonistas son los que se juegan la vida.
–Al margen de cómo está organizada la lidia, ¿los toros son un espectáculo que genera quebraderos de cabeza a la policía?
–Para nada. Hay una mayor afluencia a la plaza y se organizan dispositivos específicos por parte de la Brigada de Seguridad Ciudadana, pero nada más.
–Los toros siempre están acompañados de cierta polémica. ¿Cómo lo vive usted?
–Yo creo que la feria ha ido yendo a más. Empezó siendo tres festejos después de la pandemia y este año han sido cinco, la empresa ha intentado que haya más y eso parece que ha funcionado, de modo que el año que viene probablemente volvamos a contar con cinco. El tema de los antitaurinos es muy complejo. La tauromaquia está protegida por una ley y se considera patrimonio cultural y los poderes públicos están obligados a promoverla y conservarla. Sin embargo, hay una opinión contraria, que lo considera maltrato animal. Yo creo que tanto una opinión como otra han de respetarse.
–¿Hay toros para rato entonces?
–Yo creo que sí, que la fiesta en Gijón está muy viva.