«el término gammapatía monoclonal, discrasia de células plasmáticas (CPs) o paraproteinemia, hace referencia a un grupo heterogéneo de entidades caracterizadas por la presencia de una proteína monoclonal detectable en sangre y/o orina, paraproteína o componente monoclonal (CM), originada por la proliferación clonal de un tipo de linfocito B maduro, llamado célula plasmática (CP), generalmente en …

«el término gammapatía monoclonal, discrasia de células plasmáticas
(CPs) o paraproteinemia, hace referencia a un grupo heterogéneo de entidades
caracterizadas por la presencia de una proteína monoclonal detectable en sangre
y/o orina, paraproteína o componente monoclonal (CM), originada por la
proliferación clonal de un tipo de linfocito B maduro, llamado célula
plasmática (CP), generalmente en la médula ósea (MO)».

«Estas proteínas monoclonales circulantes pueden detectarse
tanto en entidades asintomáticas con alta prevalencia, como la gammapatía
monoclonal de significado incierto (GMSI), como en estadios más avanzados y
menos frecuentes, de carácter malignos como el mieloma múltiple (MM), la
amiloidosis AL o la macroglobulinemia de Waldenström», añade. Aunque la más
prevalente es la GMS, «especialmente en personas mayores de 50 años, pues se
estima que afecta aproximadamente al 3-4 % de esta población».

La hematóloga cuenta que «fueron descritas por primera vez
en el año 1960 por el doctor Jan Waldenström como una entidad clínica
denominada hipergammaglobulinemia esencial y posteriormente, en el año 1978, el
doctor Robert Kyle introdujo el término GMSI para hacer referencia a la
presencia de un CM sin evidencia de síntomas y/o signos de las llamadas `gammapatias
malignas’ u otros síndromes linfoproliferativos».

Teniendo en cuenta los últimos criterios diagnósticos de
gammapatías del International Myeloma Working Group (IMWG) del año 2014, para
el diagnóstico de GMSI se requieren los siguientes criterios: «La detección en
suero de un CM inferior a 3 g/dl, una infiltración de menos del 10% de CPs
clonales (CPc) en MO y la ausencia de eventos definitorios de mieloma (EDM)».

«Dentro de los EDM se incluye tanto la sintomatología CRAB
(hipercalcemia, insuficiencia renal, anemia y lesiones óseas) como los tres
biomarcadores de malignidad (infiltración de la MO por 60 % o más de CPc, ratio
cadena ligera libre alterada/no alterada superior a 100 siendo la afecta ≥ 100
mg/L o presencia de más de 1 lesión focal ≥5 mm en la resonancia magnética)».

Asimismo, «aunque suele ser asintomática y de curso
indolente, requiere seguimiento periódico identificando aquellas que tienen un
mayor riesgo de progresión a enfermedades malignas».

Las causas que desencadenan estas patologías no se conocen
con exactitud. «Se cree que intervienen múltiples factores, tanto genéticos
como ambientales, y la edad avanzada es el principal factor de riesgo». También
se han implicado infecciones crónicas, estímulos antigénicos persistentes,
disfunciones inmunológicas y ciertas exposiciones químicas o radiológicas. «La
investigación actual se centra en identificar marcadores moleculares
predictivos y comprender mejor las alteraciones genéticas implicadas en su
transformación maligna».

Con todo, en últimos 20 años, los hematólogos han logrado
triplicar la vida media
de los enfermos con gammapatías monoclonales. «Este
avance es resultado de múltiples factores: diagnóstico más precoz,
estratificación más precisa del riesgo y, sobre todo, la aparición de nuevos
tratamientos», afirma.

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