Doble ¿o nada? María Jesús Montero mantendrá su duplicidad de cargos ‘sine die’. Vicepresidenta del Gobierno de España y ministra de Hacienda y Economía por un lado, y secretaria general del PSOE andaluz más candidata a las elecciones en Andalucía … por el otro. La política sevillana acepta esta dicotomía para mantener el foco, aunque termine por achicharrarse. O se quede partida en dos, parada en mitad de la nada entre Madrid y Sevilla como tantos usuarios de la Alta Velocidad.

Montero ha confirmado que prorrogará su papel junto a su líder Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados el tiempo que «crea necesario». Por tanto, arrancará el año electoral de esta Comunidad lejos de su tierra. En un par de semanas irrumpe septiembre y comienza el curso político, con el capítulo final de las elecciones que, como muy tarde, serán en junio de 2026, si no hay adelanto. Pero la ministra no participará directamente en el debate ni en la discusión de la problemática andaluza porque seguirá en la gestión de una de las áreas más importantes del Ejecutivo central.

Posiblemente ‘obligada’ por el presidente, se quedará en la capital del país y desde ahí interpretará dos papeles protagonistas que en numerosos episodios le conllevará a convivir con peligrosas contradicciones. Ser o no ser. Estar o no estar. Porque ser la máxima representante del Gobierno le ofrece una visibilidad y una posición que ha aprovechado en varias ocasiones: en la final de la Copa del Rey para adelantar a Juanma Moreno y colocarse junto al Rey, en la playa frente a El Algarrobico para prometer el derribo del hotel, en la inauguración de las obras del metro, en la apertura del túnel en Huesna…

Pero a cambio deberá lidiar con las incoherencias que han ido socavando su imagen en Andalucía y le han impedido repuntar en las encuestas pese a la ‘entronización’ de este enero descabalgando a Juan Espadas. Además, abre una vía de agua en el partido a nivel regional y ofrece munición de gran calibre al Gobierno de la Comunidad y al resto de formaciones que se encuadran en la oposición.

La lista de agravios

Por diestro y siniestro le critican la lista de agravios cometidos sobre Andalucía por los peajes que debe pagar Pedro Sánchez para mantenerse en la Moncloa. Especialmente con los independentistas. María Jesús Montero se retiró de la fotografía en la que se pusieron las bases definitivas de esa «financiación singular» que ha pactado el PSOE con Esquerra Republicana para hacer presidente de la Generalitat a Salvador Illa. Pero en esa comisión bilateral del máximo dirigente catalán con otro ministro, Ángel Víctor Torres, reconocieron su papel esencial. Porque la andaluza «es una pieza clave para cumplir este acuerdo», señaló el propio Illa.

El propio Juanma Moreno calificó este pacto como «una traición a Andalucía», ya que supondrá recortes económicos que afectarán a partidas claves para el bienestar como la sanidad, educación, cultura o medio ambiente. Montero asegura que es «un bulo» del PP y que mientras ella sea ministra, no habrá «privilegios» de un territorio contra otro. Sin embargo, la infrafinanciación que sufre esta Comunidad, denunciada por ella misma cuando era consejera en la Junta y ya olvidada en el Ministerio, es la prueba según los populares de que la líder sevillana actúa contra los intereses de su propia tierra. A la región le deben «1.528 millones de euros» cada año que pasa, según el Ejecutivo andaluz.

El PSOE presentará los Presupuestos

La última gran novedad de una actualidad que atropella el día a día es que, esta vez sí, el PSOE presentará unos Presupuestos Generales del Estado en 2026 tras dos años sin hacerlo por no asegurarse el apoyo de sus socios. Los socialistas lo plantean en clave electoral, una especie de programa donde ‘aterricen’ sus intenciones y deseos.

Pero han de estar marcados por las concesiones a los nacionalistas e independentistas porque necesitan de los siete votos de Junts y los cinco del PNV para sacarlos adelante. Y es complicado aceptar esas demandas sin perjudicar a los otros territorios del Estado, incluido Andalucía.

Como un equilibrista en la cuerda floja, y una red ya hecha jirones, Montero ha de encontrar un equilibrio imposible para saciar el apetito de Cataluña y País Vasco como ministra de España y a la vez contentar a los andaluces como futura candidata a presidir el Parlamento regional.

El plano financiero sobresale en ese catálogo de agravios que incluye además: la continua subida de impuestos pese al esfuerzo de la Junta por reducirlos para que los ciudadanos no pierdan poder adquisitivo; la infrafinanciación para la dependencia, con el pago del 50% al País Vasco y sólo el 30% a Andalucía; la distribución de los menores migrantes no acompañados, con 677 para la Comunidad andaluza y cero para Euskadi; el «robo» de cuatro medios aéreos del Plan Infoca para la lucha contra el fuego; la gestión desigual de las infraestructuras hídricas, la falta de dotación de jueces mientras que se responde a las exigencias de la justicia en Cataluña…

Desde su posición, asegura que como vicepresidenta y ministra, su figura es una garantía para nutrir de recursos a sus ‘paisanos’. Hasta se puede sacar un as de la manga y utilizar la fuerza del Estado para beneficiar a Andalucía. Podría.

Pero sus adversarios consideran que es rehén de la oportunista política nacional, de ahí el variado surtido de cuestiones donde se ha mirado al norte en lugar de al sur.

Representa todo un arsenal para el Gobierno andaluz, que no duda en centrar sus críticas en la figura de una María Jesús Montero que no se puede defender en la Cámara regional, donde sus portavoces intentan defender con poco éxito las actuaciones de su ‘jefa’ en el ámbito nacional. Del ‘quien mucho abarca, poco aprieta’ a la imposibilidad de soplar y sorber a la misma vez, el refranero de esta tierra es prolijo en expresiones para entender la dificultad de compaginar dos papeles de tanta densidad y profundidad. Montero sabe perfectamente que en Andalucía no se puede estar en misa y repicando.