Lourdes tiene raíces diversas y una risa tan fácil que despeja el ambiente si este se pone denso. Irunesa, hija y madre de Granada, Lourdes … Maldonado se define como vasco-granadina. Unos minutos de conversación con ella se convierten en terapia. Hay consejos bonitos, de esos que solo se pueden dar cuando se relativizan ciertas cosas y se pone el foco en muy pocas. Periodista con 30 años de trayectoria, la mayor parte de su carrera la ha desarrollado en televisión. Durante 17 años estuvo en los informativos de Antena 3 noticias, en Telemadrid dirigió y presentó la primera edición del telenoticias durante cuatro años. Las dos últimas temporadas ha dirigido y presentado ‘Las tardes de RNE’ y desde este mes de septiembre presentará con Marc Sala los telediarios de fin de semana en la 1 de TVE. Cercana y natural, se decanta por el periodismo de proximidad y quiere encontrar un espacio en el que relajar la tensión informativa diaria.
–¿Se acuerda del día en que decidió ser periodista?
–No, la verdad es que no. Me enganché al periodismo a través de la radio porque la escuchaba a todas horas, me acompañaba mucho y hacía volar mi imaginación de niña. Cuando tuve que pensar qué ser de mayor estuve entre periodista o profesora. Era una niña muy curiosa, siempre preguntándome todo. La tele se cruzó en mi camino pero veintitantos años después la radio ha sido un descubrimiento.
–¿Habladora ha sido siempre?
–Sí, soy muy expresiva y al final yo me he mirado un poco en periodistas cercanos, familiares… me acuerdo que me gustaba Olga Viza, contar historias sencillas y cercanas. Intenté buscar mi estilo para estar cómoda aunque una nunca termina de estarlo… pero nos va la marcha.
–Entonces, para usted, no hay una historia menor.
Para nada. De hecho, después de Antena 3, inicié un proyecto muy bonito en Telemadrid porque consistía en despolitizar y acercar la tele al ciudadano. Fue precioso porque coincidió con la pandemia, con Filomena, y pudimos contar historias muy bonitas: De vecinos, más locales y maravillosas, fue muy de servicio público ya que al final he entendido que no es una frase hecha.
«Si te equivocas ahora, te viralizas. Pero siempre recuerdo que no somos cirujanos operando a corazón abierto»
–¿Qué tal el trato con la gente?
–La experiencia es un grado y la vergüenza la perdí hace mucho tiempo. Te das cuenta de que no hay mayor piropo que un saludo de alguien por la calle con familiaridad. Me han pasado cosas muy graciosas porque en cuanto te quitas el maquillaje me han dicho:’Me suena tu cara, ¿eres la de la farmacia? ¿eres la del súper?’ y digo no, pero me encanta, porque entras en su casa, le cuentas la noticias. En la radio esa relación con el oyente, sin verlo, también es muy especial. En el apagón nos tocó estar como ocho horas ininterrumpidas.
–O sea, que lo antiguo nunca muere.
–No, qué va. La del apagón fue una noche de transistores, como el 23F, salvando las distancias. Estar ahí, es un regalo.
–¿Qué tiene la tele de mentira y de verdad?
–La radio es todo verdad porque al final no hay trampa ni cartón. La tele tiene más artificio. Pero al final intento ser yo misma. La tele tiene corsés como la imagen, la presencia, los gestos. Soy una persona que gesticula mucho, que utilizo todo el cuerpo para expresarme entonces ahora tengo que moderarme un poco (risas). Me decía el otro día mi jefe: ‘Oye, sabes que en la tele no te vas a poder reír como te ríes en la radio que es ja ja ja ja (hace sonido de carcajada)’. Ojalá el fin de semana nos dé opción de tomarnos alguna licencia aunque la actualidad mande. Estoy en un momento en que personalmente me atrevo con todo, me noto con muchísimas ganas, con vértigo pero con experiencia, pero muy lanzada a aprovechar el momento.
–¿Cómo se compagina trabajar los fines de semana con la vida familiar?
–Ahora mismo volver al fin de semana no me hace el roto que me hizo con dos bebés y viviendo entre Madrid y Granada. Ahora te pilla con niños adolescentes que tienen muchos planes y además mi marido –también periodista– tiene libertad para librar.
«Cuando miro al piloto rojo pienso en la gente a la que quiero»
–Y a bodas no la invitan ya…
–Es verdad, hace mucho tiempo que no me invitan a bodas, sí a bautizos, comuniones.
–¿Qué expresiones se le han pegado de sus hijos adolescentes?
–En plan, obvio, literal, bro y el tono que no sé cómo se puede trasladar al periódico: ‘quéhaydecenar’. ‘Papávieneabuscarme’ –dice con tono muy grave–. Es verdad que hay que sobrevivir a la adolescencia y no soltarles la mano. Es durísima, pero se pasa,
–Y la vocación, ¿se la han transmitido?
–Son niños informados, que cogen periódicos en papel. Pero son de ciencias. Les damos la matraca con las fake news y las redes.
–¿Cómo se lleva con las redes?
–Me gustan pero las tengo un poco abandonadas. Uno de mis retos es enredarme un poco más. pero en el buen sentido, que mi trabajo tenga una mayor visibilidad. Soy pudorosa con mi vida, me marginan porque no tengo Instagram.
–¿Le siguen diciendo Boli?
–Sí, Boli o Lourdillas, soy la pequeñaja para mi madre.
–Ese orgullo de la familia por la profesión siempre está.
–Mi familia es mi apoyo más incondicional y más fiel, siempre los he tenido a la escucha o detrás de la tele. Cuando me pongo delante de un micro, sé quién está detrás, sé que están ellos. Uno de los trucos cuando te enseñan a decir el ‘buenas tardes’ para que suene natural, siempre es imaginarse una persona y yo me imagino siempre a alguien a quien quiero cuando miro al piloto rojo para que no quede tan frío.
–Siempre ha hecho directo.
–Sí, siempre. Hace veintitantos años cuando se cometía un error no pasaba nada, pero ahora te viralizas. En la radio puse un cartel que decía: ‘No somos cirujanos, no operamos a corazón abierto’. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Soy exigente, no me apetece hacer el ridículo, pero al final es inevitable y la naturalidad siempre triunfa.
–¿Es la imagen una tiranía?
–Tengo 52 años, los años pasan y es maravilloso. Lo bueno que tiene, en ese sentido, es que no me voy a poner lo que no quiera , voy a esta cómoda, negociaré el tamaño del tacón y no pienso ir embutida.
–¿Cuál es el verano de sus sueños?
–Este puede ser el verano de mis sueños porque me enteré de mi nueva aventura con un pie en las vacaciones. Tengo la ilusión de una niña con zapatos nuevos. Estoy deseando que llegue septiembre y empezar con mi mochila, mis libros y al Pirulí.