En 2015, Igor Cano de la Torre sufrió un neurinoma acústico, un tumor en el oído que le obligó a permanecer más de ocho meses … de baja laboral. Siempre le había gustado escribir, aunque sus cuentos apenas los compartía con su familia. En pleno proceso de recuperación se lanzó y empezó su primera novela. «Parte de la recuperación psicológica fue la escritura», confiesa.
No tenía mayores pretensiones. Tanto así que, una vez terminada la obra, quedó confinada en el baúl de los proyectos personales que yacen ocultos al resto del mundo. Años más tarde, otro hecho importante le dio el impulso definitivo para rescatarla: la pandemia volvió a ofrecerle un espacio para concentrarse y afinar los últimos detalles de lo que sería su primera novela.«Mientras otros durante el encierro cocinaban pan yo seguí escribiendo» señala Cano de la Torre, bilbaíno afincado en San Sebastián.
‘La Cachumena’ se publicó en 2023 y tuvo buena acogida entre los lectores. Ambientada en un pequeño y precario pueblo rural, narra cómo tres historias convergen en las cruentas guerras de comienzos del siglo XX. Un relato de ficción, pero con un trasfondo histórico minuciosamente cuidado. «Me fue mejor de lo que yo pensaba. No me puedo quejar», reconoce Cano.
Ese recibimiento le animó a dar un paso más y este verano ha presentado su segunda novela: ‘Terra nullius’, tiene lugar en la Alta Edad Media y relata el origen de Castilla. La obra, situada en la localidad de Oña, aborda un periodo convulso y decisivo en el futuro de la península ibérica y en la formación de sus reinos imperiales. «Tengo una casa en Oña, en Burgos, y todo esto sucedió más o menos en la zona». explica el autor.
Cano ha empezado a estudiar Historia, una disciplina que siempre le interesó, y estos conocimientos le resultan útiles para describir con verosimilitud y detalle los escenarios donde se desarrollan sus novelas . «Los conocimientos de historia pueden ser muy aburridos para la gente, pero si los novelas y los ambientas, los puedes hacer más interesantes», sostiene. Sobre su método de trabajo es claro: «Hay mucha documentación. Me gusta documentarme bien y ser lo más fiel posible a la realidad».
En ‘Terra Nullius’ aparece, además, un aspecto poco conocido que conecta con el País Vasco: cinco generaciones de emires y califas de Córdoba tuvieron madres vasconas. «Eran bastante apreciadas en esa época. Es curioso, porque la distancia geográfica era grande y los dominios del califato no llegaron muy al norte», explica.