El rugido de un motor de carreras volvió a romper la calma de la autopista D4 en la República Checa el pasado lunes 18 de agosto de 2025.
Un Ferrari de Fórmula 1, idéntico a los que compitieron en la categoría reina en la época en que Michael Schumacher reinaba en la competición, apareció de nuevo desafiando la legalidad, acompañado por varios vehículos de escolta.
La escena, grabada desde múltiples ángulos y difundida en redes sociales, muestra al monoplaza desplazándose a gran velocidad entre Voznice, Dobros y Pribram.
Incluso se detuvo en una gasolinera, donde fue fotografiado y grabado por decenas de curiosos. Las imágenes no tardaron en viralizarse, desatando la locura mediática e iniciando una nueva investigación policial.
Perseguido durante años
No es la primera vez que este «fantasma de las autopistas checas» aparece. La primera irrupción documentada ocurrió el 8 de septiembre de 2019, en el mismo tramo de la D4.
Entonces, la policía localizó a un sospechoso de 45 años, pero el caso se archivó. El conductor llevaba casco, lo que impidió demostrar que fuese él quien pilotaba el vehículo.
En aquella ocasión, las sanciones podían haber alcanzado entre 5.000 y 10.000 coronas checas y hasta un año de retirada del carné. Sin embargo, la imposibilidad de identificarlo frustró cualquier procedimiento administrativo.
Tres años después, en 2022, el monoplaza volvió a la carretera, aunque el episodio tuvo menos repercusión mediática.
La mayor sorpresa llegó en 2023, cuando dos fórmulas diferentes circularon por el anillo de Praga, una roja en los colores de Ferrari y otra amarilla. Ninguna de las investigaciones permitió esclarecer la identidad de los conductores.
El modus operandi
El análisis de estos incidentes muestra un patrón muy claro. El monoplaza siempre circula escoltada por automóviles de lujo, que sirven de barrera de protección ante la posible intervención policial.
Los tramos elegidos suelen ser carreteras con escasas cámaras de seguridad, lo que dificulta obtener pruebas concluyentes.
Otro factor que complica la investigación es el uso constante de casco integral por parte del piloto, que imposibilita su reconocimiento visual.
Además, el coche no cuenta con matrícula ni homologación para circular, carece de luces reglamentarias y monta neumáticos de competición inadecuados para carretera.
Se trata de una Dallara GP2 con motor de más de 600 caballos y apenas 700 kilos de peso, una auténtica bestia concebida para circuitos cerrados.
El monoplaza repostando en una gasolinera
Circular con ella por vías públicas no solo viola múltiples normativas, sino que supone un riesgo evidente para la seguridad.
En el caso más reciente, la portavoz policial Vlasta Suchankova confirmó que el vídeo ya está en manos del departamento de tráfico y que se investigará con prioridad.
La estrategia se centrará en identificar a los conductores de los vehículos de escolta, cuyos números de matrícula sí quedaron registrados.
Además, la policía ha solicitado a los ciudadanos que aporten grabaciones de cámaras de salpicadero para sumar pruebas. «Cada detalle puede ayudar», declaró Suchankova, recordando que lo ideal sería detener al conductor in fraganti.
Amenaza disfrazada de espectáculo
Aunque algunos admiradores celebran la osadía del piloto anónimo y lo comparan con una especie de Michael Schumacher clandestino de las autopistas, las autoridades advierten de la gravedad del asunto.
La circulación de un vehículo no homologado, sin seguro ni matriculación, a velocidades extremas, es un cóctel de peligro que podría desembocar en una tragedia.
El fenómeno recuerda a otros episodios de carreras ilegales en Europa y Estados Unidos. En Berlín, dos corredores callejeros fueron condenados por homicidio en 2019 tras provocar la muerte de un anciano.
En Portugal, el puente Vasco da Gama es escenario habitual de competiciones ilegales. Y en Asia, especialmente en China, se han documentado operaciones con flotas de superdeportivos circulando a más de 250 km/h.
Más allá del riesgo, el caso del fantasma checo ha trascendido al terreno cultural. Los vídeos publicados por canales como TrackZone, algunos incluso con tomas desde el propio cockpit, acumulan millones de visualizaciones.
Se ha convertido en un fenómeno de culto entre aficionados al motor, que siguen con expectación cada reaparición del misterioso piloto.
El dilema para las autoridades es evidente: un delincuente que no ha causado víctimas hasta ahora, pero que acumula infracciones graves y reta abiertamente a la ley.
La sociedad se divide entre quienes lo ven como un héroe romántico y quienes lo consideran una amenaza en potencia.