La portada de esta semana de la revista ‘¡Hola!’ es un espectáculo en sí misma. Por primera vez vemos la cara del hijo de Bertín Osborne. El cantante aparece con el pequeño en brazos y nos desvela su nombre: Arian David. Es una portada donde también vemos a la madre, Gabriela, pero nunca juntos a los tres en la misma imagen. La excusa: no quieren que parezca una reconciliación. Pero las Mamarazzis sabemos que un posado de los tres tendría otro precio y, por si acaso, hay que guardarse el comodín que garantizaría en un futuro un ingreso extra. Bien pensado, Bertín. Además, que sepamos el nombre del niño, que estaba bajo un secreto absoluto, no es un detalle menor. Esta nueva generación de bebés mediáticos está siendo convertida, por sus propios padres, en un producto, y su identidad, en este caso, es un plus para la monetización del reportaje.

Lo paradójico, llegados a este punto, es cómo Bertín ha contado esta historia durante los últimos dos años. Primero dijo que no quería ser padre («he decidido que no voy a ser padre, no quiero ejercer de padre», ¡olé tú, Bertín!), luego dudó públicamente de su paternidad y anunció que solicitaría un test de ADN (que más tarde se negó a realizar), y ahora, para sorpresa de todos, se presenta como el «superpadre del año», posando orgulloso con su hijo y justificando el posado con un «no quiero que sea un niño escondido». Curiosa reconversión: parece que esconderse e intentar proteger la intimidad de un menor ahora es algo reprochable. Nos pinchan y no sangramos.

Problemas financieros

Pero el ‘show’ de esta semana, donde parece que prevalece el interés puramente sentimental, es solo eso, un ‘show’. Detrás de las frases edulcoradas solo hay un interés económico, derivado de los problemas financieros que arrastra Bertín. Este año entró en la lista de grandes morosos con Hacienda, con una deuda de 865.000 euros. Además, la revista ‘Lecturas’ reveló en su momento que el cantante tenía hipotecas por un importe cercano a 6,5 millones de euros, con intereses que ascendían a los 40.000 euros al mes. Y a ello hay que sumar que su carrera como cantante frenó en seco hace justo dos veranos, cuando, incapaz de vender entradas para sus conciertos, acabó anulando la gira alegando problemas de salud. El dinero que no sacó en dicha gira parece que lo intentó recuperar con su participación en ‘Tu cara me suena’ (Antena 3).

Aunque su caché era muy elevado, fue insuficiente para cubrir todas sus necesidades económicas. Y de ahí, la ‘venta’ de esta semana, por la que podría haberse embolsado unos 350.000 euros. No son limpios, claro. Hay que restar los impuestos y la parte que le corresponda a Gabriela. De lo que le queda, alegrémonos, que quizá cobramos todos porque algo destinará a la Agencia Tributaria, ¿no? En resumen: no hay espacio para cantar, pero sí para explotar la imagen mediática del crío. Ha ‘vendido’ al hijo que decía que ni quería conocer y que no quería que formara parte de su vida. Y ahora, lo que podría parecer un acto emotivo, ver a Bertín con su hijo y ese titular de «superpadre», en realidad revela su estrategia de márketing: rentabilizarlo todo para intentar levantar cabeza.

Llegados a este punto, y después de las dos semanitas que llevamos de portadas un tanto polémicas, solo hay que tener en cuenta que, desde la distancia, estamos viendo nacer a los ‘nepobabies’ de la tele, los que serán la cantera de futuros ‘realities’. La hija-nieta de Ana Obregón y el hijo-ahora-sí de Bertín poco importa si quieren o no ser famosos. Sus padres ya han decidido que sí, a cambio de unos buenos ingresos. Pues nada, bienvenidos.

Suscríbete para seguir leyendo