20/08/2025
Actualizado 21/08/2025 a las 01:24h.
Besar las manos de la Virgen de los Reyes es una auténtica proeza, pues los fieles han tenido que esperar en una cola de casi hora y media para estar tan solo unos segundos postrados ante las plantas de la patrona. Pero también es un fiel reflejo de la devoción que se le profesa: por más que pasen los siglos, el amor por la Virgen sigue siendo inmenso.
El tiempo, tras tantos días de un calor insoportable, también ha favorecido que muchas personas mayores -que acudieron en menor medida durante la novena- hayan querido acercarse a la Virgen de los Reyes. Para pedirle, para darle las gracias, para mantener esa conversación íntima que cada uno sostiene solo con aguantarle la mirada.
El reloj aún no marcaba las seis de la tarde, el turismo seguía abierto, pero en la Puerta de San Miguel ya había más de veinte personas aguardando para ser las primeras en besar sus manos y, seguidamente, tomar asiento y permanecer allí hasta el cierre del culto. Conforme pasaban los minutos, el público se agolpaba en la puerta, y al abrirse, la fila ya alcanzaba la parroquia del Sagrario. A medida que avanzaba la tarde, llegó incluso a traspasar la Puerta del Perdón, es decir, casi hasta los pies de la Giralda; o lo que es lo mismo, rodeaba la mitad de la Catedral.
Marcelino Manzano, fiel canónigo y devoto de la Virgen de los Reyes, abría el besamanos mientras los fieles comenzaban a besar sus manos desgastadas, señal inequívoca de que se trata de uno de los símbolos de fe más importantes de Sevilla y de toda la diócesis. En ese instante, comenzaba una auténtica catequesis: se podía ver a los impedidos besar su fajín al no poder alcanzar sus manos; otros, emocionados, posaban las suyas sobre las de la Virgen durante unos segundos; y los recién nacidos eran presentados para recibir su bendición.
Nietos llevaban a sus abuelos a ver a la Virgen, reflejo de cómo la devoción se transmite de generación en generación entre los sevillanos. Estaban quienes no deseaban besarla, solo verla, tomar asiento y mantener la mirada fija en ella durante el tiempo que hiciera falta; y también quienes querían hacerle una foto, una forma de conservar un recuerdo de la Patrona y de tenerla cerca en el día a día.
Esto es un pequeño ejemplo de lo que representa la Virgen de los Reyes para Sevilla desde hace casi ocho siglos, solo fe, oración, sin necesidad de ningún complemento más. Sus días tocan a su fin, un agosto nuevamente intenso al ser muchos días consecutivos, pero un ejemplo que hasta los cultos se quedan cortos ante la asistencia tan multitudinaria que tiene cada año, en tiempo estival, cuando las calles quedan desiertas, excepto en la Catedral porque todo el mundo quiere rendir pleitesía a su patrona.
La Virgen continuará en el trascoro de la Catedral hasta que finalicen las obras de restauración de la Capilla Real. Estará lejos de San Fernando durante unos meses, pero más cerca que nunca de todos los sevillanos, para que continúen buscándola en la intimidad de una de las grandes devociones, con mayúsculas, que tiene esta ciudad, la de un rostro que lleva reinando siglos por Sevilla.
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