Joan Llinàs Cuadros (Cala Bona, 1985) ha publicado Hotel Universal (La Magrana), su debut literario en el que cuenta las historias de diferentes personajes, inspirados en personas reales, que confluyen en un hotel. Pero como profesor de filosofía que es, este libro también tiene mucho de ensayo. Y de homenaje al verdadero Hotel Universal que fundaron sus abuelos en Cala Millor en los 60.
¿Qué supone hoy el turismo para Mallorca?
El libro no tiene la pretensión de dar una respuesta única y cerrada, sino que pretende, como hace toda la literatura, ir algo más allá y mostrar cómo la confluencia entre el turismo y la cultura mallorquina no es algo que podamos encapsular en un único discurso, como sí pretenden hacer las ideologías. La confluencia del turismo y de la cultura mallorquina da lugar a una cosa más fragmentaria, mucho más calidoscópica. Muchos de los personajes se redimen a través del hotel, pero a la vez también se explican algunas de las consecuencias negativas del turismo, como por ejemplo la mercantilización de la cultura, o el hecho de que se esté dando un cierto nuevo colonialismo, como inocuo, de estos extranjeros que se quedan aquí a vivir pero que no asimilan nada de nuestra cultura. Claro, estas consecuencias negativas también se contraponen a las positivas.
Que son…
Que son que el turismo, para mucha gente, a lo largo de su historia, supuso una apertura de mente o también una forma de progresar en su vida. ¿Qué supone el turismo en Mallorca hoy en día? Es que es muy complejo, y yo creo que cada vez que lo intentamos articular caemos en el error de intentar verlo desde una perspectiva, desde una óptica.
Puede que para las generaciones más jóvenes, la Mallorca auténtica es la que han conocido, la de hoteles, la masificada por el turismo.
Claro, depende de por dónde te muevas. Yo no creo que en ningún momento el turismo elimine lo que era la Mallorca de antes y la Mallorca de antes no pueda ser entendida sin el turismo. Yo creo que se ensamblan como capas de una cebolla, que es lo que hace la postmodernidad, que hace que nuevas realidades se acoplen sobre otras y tú veas en todo momento destellos de una cosa o de otra. Está muy claro que ha habido una evolución y que el turismo de ahora es muy distinto al de antes. Mi abuela fue de las primeras guías turísticas que hubo en Mallorca, conoció a mi abuelo y ellos dos hicieron aquel Hotel Universal, del que tomo el nombre como homenaje, pero las historias no son de aquel hotel exactamente. Ellos me hablaban de una relación más humana con el turista, mucho más artesana, en la que los turistas tenían una necesidad de conocer la cultura mallorquina, había una confluencia entre estos dos mundos. Lo que ha hecho la globalización es que estos dos mundos se han ido escindiendo más. Hay varios cambios en la historia del turismo, pero el último importante yo creo que fue con la llegada de internet. Esta variable no controlable o inesperada dio la vuelta a todo lo que había antes.
¿En qué sentido?
Lo que antes estaba muy localizado en cuatro grandes bahías ahora se hacía extensivo a toda Mallorca y toda Mallorca pasa a ser turistificable, por así decirlo. Coches de alquiler, Airbnb…
El fenómeno de es Caló des Moro…
Sí, masificación de playas a las que antes no iba casi nadie, estoy hablando de hace 20 o 25 años, y que ahora están masificadas. Antes de internet, los touroperadores y hoteleros podían controlar muy bien, a través de lo que llamo fantasías, lo que ellos querían generar en los turistas.
Creció en una zona turística por excelencia. ¿Se puede llegar a echar de menos este mundo hotelero?
Muchos de mi quinta trabajábamos en un hotel los veranos. En Cala Millor era típico ayudar en la temporada alta, en recepción, haces de camarero, de lo que sea…Yo lo hice hasta que terminé de estudiar y allí es donde me empapé de esas historias que me contaban los camareros, me contaban las recepcionistas, los turistas… Creo que el libro trata sobre la confluencia de lo mallorquín y lo turístico y creo que la confluencia de estas dos cosmovisiones da lugar a historias a veces trágicas, a veces bellas… Pero no sé por qué tengo la sensación de que cada vez nos encontramos con una deshumanización del turismo, cada vez hay menos historias que contar. El turista llega con esa idea hecha de lo que será el hotel y la isla por lo que ha visto por internet. Y al trabajador tampoco le interesa la interacción.
En ‘Hotel Universal’ reflexiona sobre la posibilidad de que no viajar sea una opción de renuncia individual, como es ser vegetariano.
Creo que a lo mejor habrá gente que dirá no quiero ir aquí y no porque no me guste, sino por las consecuencias que tendría el hecho de viajar y prefiere ir a otro sitio o ir de otra manera. Es lo que creo que mucha gente hará si las consecuencias negativas del turismo se conocen cada vez más, como está pasando en Venecia o en otros lugares, como Mallorca.
¿Qué opinan sus abuelos del turismo de hoy?
Ellos ya hace muchos años que están desconectados. Aunque es una romantización del pasado, pero recuerdan con mucha alegría, con mucha felicidad los años 60, en los que cada turista tenía un nombre y cada año venían… En el fondo, ellos creen, y muchos de esa generación, que todo se ha vuelto un poco ordinario, pero esto son palabras mías, no suyas. Y se quejan mucho de que a los hoteleros pequeños, ciertos factores, los han ido arrinconando. Al final es una lógica de la globalización, que hace que los más grandes vayan triunfando y que los más pequeños se vayan arrinconando.
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