Procedentes de la inagotable cantera valenciana, Shibuya han facturado un tercer álbum que suena a intensidad por los cuatro costados. Un tratado sobre lo visceral que puede llegar a ser la necesidad de escapar del dolor que puebla nuestros miedos más interiorizados, pero también sobre una actitud estilística con la que retuercen las posibilidades melódicas del screamo en un acto de sinceridad extrema. Una en la que convergen los tsunamis afilados de Lisabö con la agilidad rítmica post-hardcore de Viva Belgrado. Aunque también podríamos hablar de Come, Unsane, Sunny Day Real Estate o Today Is The Day como satélites referenciales dentro de un largo etcétera. Y es que ante hitos como “Árbol caído”, “Nada acaba siendo como esperabas” y “Gibosa creciente” poco más se puede añadir.

La avalancha de emociones al límite que genera “Bravura y firmamento”, tercer álbum del cuarteto, se traduce en el más redondo de su discografía, aunque sus predecesores son también muestras de un geiser equiparable a las mejores propuestas internacionales de hoy en día.

La terna de cortes previamente citados son también los que conforman el turbulento primer tramo de un álbum que durante el resto del trayecto va tomando formas que incluso nos pueden remitir a Codeine en “De nieve, polvo y arena”, corte en el que también demuestran su capacidad para elevar el contador de la emoción sin necesidad de embrutecer su apisonadora eléctrica, e incluso de encontrar la belleza de la urgencia que transmite su sonido desde acordes más abiertos y melódicos. Lo mismo se puede decir de un tema tan desgarradoramente hermoso como “29.10.24”, todo un pulso a los Mogwai de estos últimos años.

Da igual en la dirección que apuntemos, la virulencia de su armazón eléctrico fluye como una tempestad sabedora de esa máxima definida por Slint a la hora de encontrar el arrebato más sobrecogedor desde el grito ahogado del silencio. Demasiado emocionante como para dejarlo pasar. Y más, cuando incluso dan la sensación de que su discurso apunto más alto de la obra maestra que nos han entregado por medio de esta pieza básica de la vertiente post-hardcore nacional de hoy en día. Una a colocar al lado de los memorables últimos discos de palmeras negras y Viva Belgrado. Poca broma.