A estas alturas ya nadie duda que Tadej Pogacar logrará su cuarto Tour, el segundo consecutivo. El esloveno ha dominado con la tiranía que le caracteriza una carrera que está confeccionada para que explote todo su potencial. Y eso que en esta edición la organización le puso por el camino algún puerto de infausto recuerdo como Hautacam o el Col de la Loze. Pero ni así.
Tadej Pogacar pasó la penúltima etapa del Tour con solvencia, sin sobresaltos, en un día en el que Kaden Groves alzó los brazos e Iván Romeo se fue al suelo cuando peleaba por el triunfo. En el pelotón, sin novedades.
El balcánico tiró de prudencia al cruzar la línea de meta, pero con esa sonrisa en el rostro del que se ve ganador del amarillo en París. «Está más o menos hecho», decía el corredor del UAE Team, aunque apostillaba: «Hasta que no se cruza la meta de París…».
Batalla en Montmartre
Pogacar confía en redondear su cuarto Tour con la llegada a Montmartre, donde este año finalizará la ‘Grande Boucle’. El bohemio barrio parisino le quitará este año el protagonismo a los Campos Elíseos, histórica meta de la ronda gala. Tadej ve todavía posibilidades de conseguir el que sería su 104º triunfo de su carrera profesional, tras convertirse en centenario en Rouen.
Pogacar y Vingegaard, primero y segundo en París / EFE
Irá a por la etapa
El pelotón subirá tres veces a Montmartre, en un recorrido que se asemeja al de una clásica. «Tenemos buen equipo para la etapa final de mañana. No es una clásica, es un circuito muy corto, pero contamos con Nils (Politt), Tim (Wellens), Jonathan (Navaez) y yo mismo. Podemos intentar algo en esa etapa. Veremos cómo nos encontramos y cómo se desarrolla la primera vuelta al circuito«, decía el balcánico.
Sin Van der Poel ni Remco Evenepoel en competición, dos perfiles que podrían discutirle este último día, Pogacar parte como principal favorito a llevarse la etapa y poner el colofón a un Tour que le acerca a los dioses del ciclismo: Indurain, Merckx, Anquetil e Hinault.