Entramos en Casa Simuero, el nuevo estudio-taller de la firma Simuero en Valencia.

Hace casi siete años, Rocío Gallardo (Alicante, 1992) y Jorge Ros (Valencia, 1992) decidieron apuntarse a clases de cerámica. Un hobby hiperpopular que acumula miles de búsquedas en Google y redes y que responde a la creciente necesidad social de animar a nuestras manos a que aprendan a crear. En ellos, el milagro de lo táctil se hizo presente y acabaron fundando Simuero, una firma de joyería que sintetiza su amor por la naturaleza –en su imaginario no falta la belleza de las calas más remotas de Ibiza ni el paisaje idílico de la Ribeira Sacra– y su experiencia en la industria de la moda y el diseño de producto (Rocío estudió en la Central Saint Martins de Londres y ha ejercido como diseñadora y directora creativa y Jorge trabajó con el estudio valenciano Mut Design, entre otros).

En la planta principal, y junto a la escalera, una estantería de obra expone muestras de minerales, piedras y libros de la colección personal de los fundadores. La mesa es diseño de Oven, la lámpara de techo es de Pablo Bolumar y la lateral, en forma de estrella, es de Estudio Vernís. La firma FRAMA ha donado el metal, las sillas y la estantería de acero inoxidable.

© Claudia MauriñoUn estudio-taller lleno de apoyos y reconocimientos

Rápidamente, la marca comenzó a crecer en el universo digital, llenando de piedras preciosas y formas sinuosas, imperfectas y, sobre todo, orgánicas los lóbulos, dedos y cuellos de artistas como Rosalía, Hailey Bieber o Ralphie Choo. Sin querer abandonar todavía el territorio online –“Traducir nuestros valores a una tienda es una responsabilidad muy grande, especialmente cuando eres tú mismo quien fabrica todas tus piezas”, nos dicen–, Rocío y Jorge acaban de terminar su proyecto más ambicioso hasta la fecha: Casa Simuero, un espacio polivalente de taller y showroom –con cita previa y para modelos especiales– que ocupa una antigua vivienda en el barrio valenciano de Patraix y cuya reforma han capitaneado ellos mismos. “Antes, cuando teníamos el estudio en otro lado, Jorge y yo veníamos hasta esta zona para ir a la fundición. Un día, paseando por delante de esta colonia de adosados, vimos que se vendía uno a 50 metros. Nosotros nos conocimos, además, justo a dos calles de aquí”, explica Rocío.

De ese momento han pasado ya dos años, tiempo que la pareja ha invertido en acondicionar por completo esta casa protegida de dos plantas y 150 m2: “Ha sido un proceso lento, cuidado, como todo lo que hacemos, en el que han participado amigos y conocidos y al que se han ido sumando capas a lo largo de los meses”, añade. Entre esa red de apoyos destacan Pablo Bolumar Plata, artífice de la luminaria de cera de abeja colocada frente a la estantería principal; Estudio Vernís, creadores de la lámpara en forma de estrella; o el estudio de arquitectura FORM, a cargo de la dirección técnica. También Oven, un atelier de carpintería fundado recientemente por uno de los mejores amigos de Jorge y que ha elaborado todas las superficies de madera, la cocina y la gran mesa fucsia con ruedas que acapara todas las miradas. “Esta pieza es el resultado de una de mis obsesiones”, confiesa, divertida, Rocío.