«Dame agua», se escucha al otro lado del teléfono a uno de los hijos de Saúl J. Fortes (Málaga, 1990), que regresa a Bilbao, … donde tomó la alternativa hace 14 años. «Voy con la familia en coche», se disculpa el hijo del banderillero Gaspar Jiménez y de Mari Fortes, novillera, ganadera y empresaria taurina.

– ¿Llega en el mejor momento de su carrera?

– Llego en un momento de madurez y disfrutando de una buena temporada. Soy feliz toreando con tanta regularidad. Despierto gran expectación.

– ¿El éxito madrileño le está abriendo muchas puertas?

– Ha supuesto un impulso muy grande. Las Ventas y San Isidro son el epicentro del toreo. Fue un triunfo resonante, aunque sin orejas. Fue una tarde que impactó y marcó mucho. Los empresarios se hacen eco de lo que el público demanda y, evidentemente, te abre la posibilidad de entrar en todas las ferias.

– ¿Achaca el éxito a la madurez?

– Creo que ha sido el fruto de una vida entera dedicada al toreo, comprometido con mi profesión, con mi entrenamiento, con la mejora continua cada día, de cada pequeño detalle. Y de buscar el mayor conocimiento del toro, con un nuevo estilo de expresión artística.

– ¿Antes era demasiado temerario?

– No, era un torero con una entrega brutal y un compromiso muy grande que buscaba el triunfo, pero con mucha menos técnica de la necesaria. Asumía un riesgo grande, consciente, pero tanto como temerario no. Mi concepto del toreo es invariable.

– ¿Qué no cambia?

– El toro tiene que tener cierta ventaja. No he salido nunca a la plaza para que el toro me coja. No buscaba la temeridad y la épica como único resultado.

– ¿Qué espera en Bilbao?

– Es una plaza que me ilusiona. No solo porque tomé la alternativa. He vivido tardes de gran entrega e intensidad, pero me faltan muchas cosas.

– ¿Por ejemplo?

– Abrir esta puerta grande, lograr ese gran triunfo, poder cuajar, en definitiva, un gran toro lidiando a gusto y con el toreo que siento. Bilbao siempre ha marcado mi carrera. Cuenta con un público paciente que sabe esperar.

– No deja de ser curioso que se descuelgue en la temporada en que Morante está acaparando casi todos los focos.

– Es un orgullo porque estamos viviendo algo absolutamente histórico. La temporada de Morante es apabullante. Y me felicito de ser uno de los nombres que le está acompañando.

– 2015 fue un año trágico con dos cornadas en las que estuvo a punto de perder la vida. ¿Le dejaron huella?

– No, simplemente, me ha hecho aprender, evolucionar. Soy mejor profesional y mejor persona. Valoro las cosas de otra manera. Cuando uno tiene una experiencia cercana a la muerte. con 25 años… ¡Yo lo he vivido como un regalo!

– ¿Un regalo?

– Todos estos años que uno continúa aquí los vives como un regalo. Cambian las prioridades, incluso la forma de torear.

– ¿Cómo?

– Empecé a buscar el toreo que sentía más que el toreo con el que quería triunfar.

– ¿Qué le aportó la experiencia del Camino de Santiago?

– Era una manera de aclarar mi camino y saber si quería continuar toreando o no.

– ¿Se planteó la retirada?

– Deseaba saber si quería seguir toreando porque de verdad quería o porque era una manera de no tirar la toalla y tampoco venirme abajo. Estaba en ese momento en el que no sabía qué camino deseaba seguir.

– Después del temporadón que se está marcando, ¿cuáles son sus próximas metas?

– Me quedan muchos puertos de montaña todavía. Tras Málaga, tocan Madrid y Bilbao, que son las que más me ilusionan. Mantengo cada vez más vivo ese vínculo especial con Bilbao.

– ¿Por qué?

– Pude tomar la alternativa en cualquier lugar, pero fue aquí. Hacía casi 40 o 50 años que ningún torero no local tomaba la alternativa en Vista Alegre. Otras muchas veces he venido a ver toros a Bilbao de paisano.

– ¿De paisano?

– En 2019 no pude torear por una lesión en el tobillo y saqué a hombros a Paco Ureña. No es tan frecuente sacar un torero a otro. Y lo de este año ya ha sido…

– ¿Qué ha pasado?

– Siento que se me espera. Este año al reducirse tanto la feria y dejar tan pocos huecos y nombres, estar en cartel ya es un éxito y un orgullo. Ojalá lo remate como se merece.