Un tumor cerebral truncaba el 3 de julio de 2000 la vida de Enric Miralles cuando contaba tan solo 45 años de edad. Sin embargo, a pesar de una carrera profesional que se extendió durante apenas quince años, hay unanimidad en considerarlo uno de los arquitectos mejor dotados de su tiempo. Más que en un análisis sesudo de su obra, Benedetta Tagliabue fundamenta ese consenso en el carácter arrollador y vitalista del personaje: “Enric era una fuerza de la naturaleza, una persona de una intensidad increíble. Parecía muy cercana y sencilla, y al mismo tiempo capaz de sorprenderte cada vez. En arquitectura siempre sabía dar una nueva visión de lo que era una base común que tenía la virtud de fascinar. Yo le decía que era un hipnotizador”.

Búsqueda incesante

Miralles comenzó a despuntar ya incluso antes de acabar los estudios de arquitectura
en Barcelona. Helio Piñón y Albert Viaplana lo incorporaron a su despacho como estudiante en prácticas, y una vez licenciado se convirtió en un colaborador destacado. En la década de 1980 construiría su reputación como profesional independiente junto con su primera pareja y socia, Carme Pinós. De esa etapa es una de sus obras más conocidas, el cementerio de Igualada.

Mercado de Santa Caterina (c) Roland Halbe

Llevó a cabo la reforma del mercado municipal de Santa Caterina en Barcelona (2005).

Roland Halbe
Carolina Amoros Partchwork Arquitectura Interiorismo

Noticia relacionada

Carolina Amorós, arquitecta: «Este otoño-invierno aparece una tendencia nostálgica con estampados de la infancia y piezas antiguas»

Posteriormente, en los años noventa, y ya con Benedetta al frente del estudio EMBT, llegaría la consolidación y la proyección internacional con proyectos como la reforma del mercado de Santa Caterina en Barcelona o el Parlamento de Escocia en Edimburgo, consolidándose como uno de los arquitectos españoles con más renombre en el extranjero.

En todos estos trabajos planea una forma de hacer que rehuía la certeza y se descomponía en múltiples direcciones y variaciones, a la manera del artista suizo Alberto Giacometti. Miralles trabajaba en una búsqueda incesante de posibilidades sin conclusión. Para él, los edificios no debían terminarse porque solo así sobrevivirían al paso del tiempo. “Me gusta moverme en un nivel de propuestas más que de seguridad absoluta”, decía. Incluso ya muy enfermo, en la primavera de 2000, frente a la urgencia de entregar el proyecto acabado,
no dejaba de rehacer sus ideas sobre el Parlamento de Escocia. Para Benedetta, esta insatisfación permanente es lo que convierte a Miralles en un personaje tan contemporáneo y alineado con nuestro tiempo.

Personaje de película Scottish Parliament (c) Scottish Parliament Corporate Body

Hemiciclo del Parlamento de Escocia en Edimburgo, diseñado con Benedetta Tagliabue y finalizado tras su muerte (2004).

Scottish Parliament Corporate Body

Esa misma idea de lo imperfecto y lo inacabado en la obra del arquitecto recorre el documental Miralles, dirigido por la cineasta italiana afincada en Barcelona Maria Mauti, que tras su presentación en diversos festivales en la primera mitad de este año verá su estreno comercial en salas el próximo otoño. “Con el film L’Amatore, sobre el arquitecto italiano Piero Portaluppi, yo había empezado una búsqueda sobre el potencial cinematográfico de la arquitectura en un sentido narrativo. Cuando indagué en la figura de Miralles, entendí al instante que era el personaje de una película. Me impactó mucho su historia dramática, el hecho de que muriera tan joven, y sobre todo que esté enterrado en su propia arquitectura, el cementerio de Igualada”.

Mauti considera que la obra de Miralles “está muy conectada con la fragilidad humana, con el paso del tiempo”. Y añade que, en una época tan violenta y conflictiva como la que estamos viviendo actualmente, la belleza profunda y a veces invisible que expresa su trabajo tiene un sentido político.

Miralles inédito Miralles Poster HIGH CAST

Póster del documental Miralles, dirigido por Maria Mauti y producido por OberonMedia, que se estrena en otoño.

High Cast

El estreno del documental se suma a la labor divulgadora de la Fundació Enric Miralles, creada en 2012. “Cuando Enric murió, lo sentí como una injusticia. Era una persona con tanto para dar, sobre todo, a las nuevas generaciones de arquitectos. Por eso decidí crear la fundación”, dice Benedetta. Ella además está convencida de que quedan muchas facetas por descubrir de él. “Todavía hay muchos dibujos suyos que nunca se han visto. Me gustaría contar esa idea que tenía del dibujo como una expresión previa de lo que después hará la arquitectura”. Por eso, este es un buen momento para acercarse a una figura capaz de convertir la adversidad en virtud.

Cuando se desplomó la cubierta del Palacio de Deportes de Huesca durante su construcción –por fortuna, sin desgracias personales–, por el que ganó el León de Oro en la Bienal de Venecia de 1996, lejos de dejarse llevar por el abatimiento, afirmó: “No me importa esquivar la ola, prefiero que me dé un tortazo y me pase por encima”. Lo dicho, genio y figura.