ActualidadPor Carlota Barreda Piga
La fotografía de Paz Errázuriz es la memoria de la disidencia durante la dictadura chilena de Pinochet. Galerías y fundaciones europeas le están dedicando exposiciones monográficas décadas después de la publicación de su primer libro, del que se vendió tan solo un ejemplar
La Milton Keynes Gallery ha desplegado más de 170 fotografías de la artista Paz Errázuriz en una muestra que bautiza como Dare to look. Hidden realities of Chile, convirtiéndose en la primera exposición en Reino Unido dedicada exclusivamente a la evolución de su obra en retrospectiva.
Conformando un discurso cargado de conciencia social, activismo y ecos de resistencia, la MK Gallery homenajea de esta forma a la fotógrafa, que a sus 81 años de edad afirma que “el reconocimiento es posible, aunque sea tarde en la vida”.
Errázuriz perdió su empleo como maestra durante la dictadura militar chilena en la década de los 70 por estar afiliada a un sindicato, y gracias a ello comenzaron sus andanzas con la cámara. Joven, valiente y autodidacta, su manera de hacer resistencia se fraguó a través de la fotografía y la marginalidad.
Sus retratos son una muestra cruda del miedo y la represión que asolaron Santiago de Chile durante la dictadura, pero también un testimonio empático de vidas y personas cuyas existencias encarnaban un acto revolucionario en sí mismo. Desde prostíbulos, comunidades de mujeres transexuales y hospitales psiquiátricos, pasando por centros de acogida de niños y residencias de ancianos; hasta vivencias de personas con diferentes discapacidades físicas y mentales o trabajadores de circo, la realidad de Errázuriz era la realidad de la alteridad, de las voces silenciadas a través de la violencia y el rechazo.
Para documentar todos esos rostros y la precariedad de su día a día, pasó largas etapas viviendo en estos espacios marginales, escuchando e inmortalizando las experiencias de todos ellos.
Su fotografía es incómoda y cruda, una puerta abierta hacia aquellos que a veces preferimos no mirar —porque vivir en la ignorancia es más sencillo que mirar al diferente y darse de bruces con el despertar de la conciencia— pero que siempre han estado ahí, habitando espacios reducidos.
Infarto 38, Putaendo, Paz Errázuriz, 1994 © Paz Errázuriz / Fundación Mapfre
Fotografía de la serie El infarto del alma, Paz Errázuriz, 1992-1994 © Paz Errázuriz
Fotografía de la serie El infarto del alma, Paz Errázuriz, 1992-1994 © Paz Errázuriz
Fotografía de la serie El infarto del alma, Paz Errázuriz, 1992-1994 © Paz Errázuriz
Hogar de ancianos, Santiago, Paz Errázuriz, 1991 © Paz Errázuriz / Fundación Mapfre
Talca, de la serie La manzana de Adán, Paz Errázuriz, 1984 © Paz Errázuriz
Pilar, La Jaula, Talca, de la serie La manzana de Adán, Paz Errázuriz, 1984 © Paz Errázuriz
Su obra se expone en gran parte de Latinoamérica desde los años 90, pero ha cobrado especial fuerza en Europa 30 años después, especialmente su serie de La manzana de Adán. Cuando el proyecto, que fusiona fotografía y texto, se publicó en 1989, vendió un sólo ejemplar.
El motivo de su reconocimiento tardío es una incógnita. La Fundación MAPFRE ha adquirido nada menos que 192 fotografías de Errázuriz y ha llevado sus obras a Barcelona, Suiza y Reino Unido desde 2024. Diversas galerías, ferias y museos de ciudades como Venecia, París y Madrid también han puesto el foco en sus memorias de la dictadura en los últimos años.
Quizás la razón sobre por qué el trabajo de Paz Errázuriz causa tanto revuelo ahora permanezca siendo una incógnita, pero lo que sí está claro es que su obra se ha vuelto muy necesaria. En un tiempo en que el odio parece engullir a la empatía y perseguir y culpar al débil, su fotografía nos obliga a mirar al otro, aunque sea incómodo y nos revuelva.