Sara Toj

Sábado, 23 de agosto 2025, 21:46

Mustapha Achquir (33 años) llegó hace solo dos meses a Gran Canaria después de sobrevivir a la ruta canaria, la más mortífera de todas. Abordo de una patera, en la que estuvo durante cuatro días, el único faro que iluminaba su travesía era un deseo claro: «Arriesgué mi vida por el arte». Fueron momentos de miedo, de incertidumbre, de «mucho frío», y las condiciones del mar no acompañaban. «Había mucha corriente, el tiempo era muy duro y, como no teníamos ropa de abrigo, nos tapábamos con plásticos que habíamos llevado para el viaje», recuerda, varias semanas después, y dejando atrás todo este calvario.

En su tierra, el joven, que residía en Bojador (Sáhara Occidental), comenzó a pintar cuando tenía 12 años, atraído desde muy pequeño por los colores y la infinidad de mundos que se pueden crear solo con un lienzo en blanco, un pincel y algo de pintura. Los primeros bocetos los hacía en papel con el poco material al que podía acceder. Más tarde, fue mejorando su técnica hasta dar el paso a los murales. Esto lo llevó a realizar algunos trabajos en negocios de la zona donde vivía, en asociaciones y escuelas. Además, algunos de sus conocidos le hacían encargos para dar color a las paredes de sus casas. También realizó algunos trabajos con tapas de botellas, creó formas en la arena de la playa e hizo diseños que luego quedaron grabados en camisetas.

El amor por crear lo fue compaginando con otros oficios para que su familia «pudiera vivir bien», ya que es uno de los mayores entre ocho hermanos. Movido por las ganas de ayudar a sus allegados, fue socorrista, pescador y monitor de surf tanto para jóvenes como para adultos. Además, en este oficio tuvo la oportunidad de dejar su huella gracias a las pinturas que realizaba en las tablas para practicar bodyboard. «Algunos turistas que iban a las clases me las compraban», relata.

Pero las oportunidades para desarrollar su gran pasión escaseaban en su tierra. «Yo quiero estudiar, mejorar mi técnica y aprender otras», explica Mustapha, que ahora, en Gran Canaria, busca alguna asociación que pueda ayudarle a realizar cursos en los que empaparse de conocimiento.

Desde que está en Gran Canaria ha pintado dos cuadros en pequeños lienzos: uno que evoca su travesía hasta las islas y otro del paseo de Las Canteras, uno de los nuevos paisajes que ha podido retener en su retina y que lo ha inspirado durante las semanas que lleva en la ciudad. «Me encanta Las Canteras, la gente que pasea por allí y los colores que puedo ver en el cielo», explica el joven.

Y es que su principal fuente de inspiración, como explica, es todo aquello que lo rodea y que genera en él diversos sentimientos. «Me inspira la vida, otros dibujos y cuadros de personas que se dedican a lo mismo que yo, el surf y la gente», comenta. Ahora los paisajes son distintos, por lo que su fuente de creatividad ha cambiado, pero los parajes de las islas le han motivado más a seguir creando al ser diferentes a los que podía observar en su tierra. «Me siento muy feliz cuando pinto, es mi verdadera pasión», comenta.

Por el momento, Mustapha reside en el centro para migrantes Canarias 50 de Las Palmas de Gran Canaria, en La Isleta. Pasa los días allí, aunque también le gusta salir a pasear para seguir inspirándose con lo que le rodea. Al emigrar solo, no conoce a muchas personas en el archipiélago, pero ha podido hacer algunos amigos en el centro. Gracias a sus compañeros y a gente que se ha ido cruzando en su camino y que le han brindado su ayuda, cuenta con algunos materiales para pintar que porta a todos lados en su mochila: un par de pinceles y pequeños botes de pintura acrílica. Su meta, que siempre ha sido el arte, no ha cambiado desde que llegó a Canarias. Ahora, lo que más desea es arreglar su situación administrativa para poder trabajar, ganar algo de dinero, y comprar mejores materiales que le permitan seguir exprimiendo su creatividad.

Y su futuro, por ahora, también lo perfila en las islas. Este mes tiene cita con Extranjería para seguir avanzando en su situación. Tiene claro que quiere quedarse en el archipiélago, aunque si no encuentra la oportunidad para formarse y mejorar en el arte, su principal sueño, no descarta irse a otro sitio. Amigos en su misma situación han emigrado a otros lugares de Europa como Alemania o Reino Unido.

A través de su perfil en Instagram (@art.mostafa.h9r), el joven comparte sus dibujos, murales y cuadros con todo el mundo. Algunas personas ya se han puesto en contacto con él a través de esta vía para adquirir alguno de sus trabajos, pero le gustaría, algún día, poder alcanzar una de sus metas en Europa: hacer una exposición en la que mostrar sus creaciones en persona. Esta experiencia ya la vivió en el Sáhara, donde pudo exponer sus obras junto a otros compañeros en cuatro ocasiones y otras dos él solo.

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