Padece fotofobia y se coloca las gafas en el comedor bilbaíno donde se aloja para evitar que se le sequen los ojos. Toma un antibiótico, … que «le cansa y quita algo el apetito», como consecuencia de una pequeña infección de orina que está «solucionando». Sin embargo, en el escenario es un animal y se le curan todos los males.

– Estafador que se hace pasar por sacerdote. ¿No tiene cura?

– Poca. Ja, ja. A ver, un cura puede ser un ladrón, perfectamente. ¡Y otras cosas peores! Aunque también hay gente muy buena.

– Afortunadamente.

– Lo digo porque tengo, o tenía, un tío jesuita, que ya falleció, y otra tía monja, que eran seres humanos extraordinarios.

– Estaba rodeados de religiosos.

– Un poco, sí. Y una carmelita, también otra prima.

– ¿En serio?

– También falleció. Sí, sí.

– ¿Les intentó robar algo?

– No, no, no. Yo solo soy ladrón de siete a ocho y media de la tarde. Ja, ja. Y no puedo perder nunca la concentración. Es un personaje divino, espiritual, muy divertido.

– ¿Nunca sabemos de lo que somos capaces?

– Jamás. El cuerpo siempre da más de lo que crees o esperas.

– ¿De qué peca?

– Mucho de nada, un poco de todo.

– ¿Con qué comulga?

– Con pocas cosas. Soy, lo reconozco, un poco escéptico.

– ¿Dios siempre le pilla confesado?

– Respeto mucho la religión católica. No creo a pies juntillas en Dios, pero entiendo que hay mucha gente a la que le ayuda muchísimo. Creo más en lo terrenal.

– ¿Tiene muy claro para qué parroquianos oficia su misa?

– Para todo el mundo. Ni a los actores que contrato ni a nadie pregunto de dónde son, a quién votan o qué piensan. Me da igual. Tengo en mi compañía de todo. Lo que sí les pido es no hablar de política. A estos… ¡Fuera!

– Interpreta y dirige. ¿Se lo quiere llevar todo calentito?

– No. El dinero es importante, pero no vital. Llevo cinco décadas, mejor o peor, haciendo reír al público. Sé más o menos lo que quiero, me gusta controlar la comedia, todo. Pero mi objetivo nunca es el dinero.

– ¿Todos tenemos cuentas pendientes?

– Unos más que otros. ¡Ja, ja, ja!

– ¿La muerte no es para tanto?

– Tendríamos que aprender un poco de la gente de la India. Tienen un concepto de la muerte, no te digo alegre y maravilloso al estilo de ‘vamos a celebrarlo tomando canapés y champán’, porque el duelo hay que vivirlo. Pero aquí estamos de paso.

– ¿Cómo le gustaría morir?

– Como todo el mundo, en una cama, asistido y con mi familia al lado.

– ¿Disfruta más en el escenario o en un buen campo de golf?

– ¡Qué gran pregunta! Son dos placeres diferentes, pero disfruto un poquito más en un escenario.

– ¿Por qué sigue sin redes sociales?

– Desde el principio pensé que eran un nido, con perdón, de mierda. La gente te da que no veas. No quiero saber nada.

– ¿Le da miedo quedarse fuera de nuestro tiempo?

– No. Mi tiempo ya casi ha pasado. Ahora trabajo por disfrute, más que otra cosa. Mientras la cabeza y el cuerpo me funcione. El trabajo es salud y vida.

– ¿Le preocuparía perder la lucidez?

– Sí, sí. De hecho, siempre he pensado que cuando falle tres o cuatro veces seguidas, digo adiós.

– ¿Vive sin dudar?

– No. Soy una persona que duda, pero de cosas no demasiado trascendentes.

– ¿Es una persona que espera?

– Soy, curiosamente, nervioso y paciente.

– ¿Mantiene una lista de cosas que cree que debería hacer antes de retirarse?

– No. Al pasado no le echo cuentas. Ya pasó, ya está.

«No me preocupa el pasado»

– ¿Nunca le ha gustado vivir del pasado?

– No me preocupa. No soy de los que guardan fotos ni recuerdos.

– ¿Entrena el cerebro?

– Debería entrenarlo más. Sería capaz, por ejemplo, de aprenderme cuatro comedias y hacerlas intercaladas, tengo esa capacidad, pero no hago nada más.

– ¿Qué es lo peor que hace?

– Se me dan mal las manualidades, dibujar y cualquier tipo de bricolaje. Me cago vivo con la electricidad, me da un miedo acojonante encender una lamparita o quitar la bombilla. Soy un poco paranoico.

– ¿Nunca le ha pasado el tren por encima?

– Al tren hay que subirse, pero me pasó por encima cuando me fui de casa con 17 años. Me quedé en la calle. Noté el AVE, bufff, encima de mí. Mi padre no aceptaba para nada mi plan. ‘¿Un actor en mi familia?’ ¡La hostia!’, me dijo.

– ¿Se atrevería a contarlo todo sobre usted?

– ¿Todo? No. Ja, ja.

– ¿Cómo es la cara B de su currículum?

– No he hecho nada muy indigno. No he trabajado en películas porno, pero sí las he doblado. Se llamaban, entonces, de categoría ‘S’.

– ¿Qué tal se le daba?

– Era fácil. Son sonidos guturales.

– ¿Mata por ser la estrella de la función?

– En absoluto. No me siento una estrella, pese a ser el que atrae al público. Mis compañeros lo saben, y todos contentos. Creo en el equipo, no solamente en mí. Quiero que los demás estén tan graciosos como yo.

– ¿Quién volverá antes, Martes y 13 o Mecano?

– Yo creo que Mecano. ¡Ja, ja, ja!