En las calles y terrazas españolas, cada verano los turistas y locales buscan alivio frente al calor con una bola de helado artesanal. Sin embargo, lo que antes era un capricho accesible se ha transformado en un pequeño lujo. 

El precio del helado ha subido un 30 % en los últimos tres años, y solo este verano lo ha hecho entre un 5 % y un 10 %, según datos de la asociación de empresarios de pastelería y panadería de Madrid (Asempas). 

Esta tendencia no ha pasado desapercibida en medios internacionales, como el medio neerlandés Inspanje, donde se han hecho eco de la situación y se preguntan: «¿Por qué esa bola de helado de vainilla se ha convertido de repente en un capricho tan lujoso?

¿Por qué cuesta tanto?

El encarecimiento no se debe únicamente a la inflación general. Los ingredientes básicos —leche, mantequilla, frutos secos y cacao— han experimentado subidas significativas, a lo que se suman el alto precio de la energía, los alquileres crecientes, las exigencias de sostenibilidad y el transporte refrigerado, cada vez más caro

Pese al alza de precios, el helado artesanal mantiene su atractivo. La Asociación Nacional de Heladeros Artesanos de España (ANHCEA) apunta que 2025 será clave para el sector, ya que la creatividad y la sostenibilidad marcarán la diferencia

Un clásico de los postres

Además de los sabores clásicos como son la vainilla o el chocolate, cada vez más consumidores buscan opciones veganas, sin lactosa y bajas en azúcar, o se atreven con combinaciones sorprendentes como matcha con yuzu, aceite de oliva o sésamo negro.

Según el Diario Sur, la mitad de las ventas se concentran en el tercer trimestre, y cada español consume una media de 3,33 litros al año. Andalucía lidera el consumo (22,3 %), seguida de Levante, Madrid y Barcelona. En las zonas turísticas costeras triunfan los sorbetes, mientras que en las ciudades crecen las versiones veganas.