Nuestra liga no para de sufrir una constante perdida de talento. La mayoría de equipos -quitando Atlético de Madrid, Real Madrid y un Barcelona que sobrevive a base de palancas- se ven obligados a vender a sus mejores perlas para poder sobrevivir y cumplir con el férreo control económico que lleva a cabo La Liga.

Este mismo verano, equipos como el Deportivo Alavés -vendió a Joaquín Panichelli al Estrasburgo galo por 16,5 millones de euros-, el Real Betis -traspasó a su gran mirlo blanco Jesús Rodríguez al Como italiano por 22,5 millones de euros- el Celta -dio salida al llamado a ser sustituto de Iago Aspas, un Fer López que fichó por los Wolves por 23 millones de euros- o el Sevilla -que subasta al mejor postor a Juanlu y Carmona, dos de sus grandes joyas- han tenido que poner en el mercado a jóvenes llenos de talento que han salido ya no a la Premier, también a ligas como la francesa, la italiana o la alemana -el Bayer Leverkusen se llevó a la perla del Albacete Christian Kofane sin que ningún club español pudiera evitar su fuga de nuestra liga-. El gasto en fichajes global se reduce año a año y mientras otras ligas crecen la española se estanca.

En este contexto hay que destacar una excepción que está llamando mucho la atención. En Segunda División hay un equipo que es capaz de retener a su mejor jugador a pesar de las mareantes ofertas económicas que ha recibido este verano. Hablamos del Deportico de la Coruña y del canario Yeremay. Un jugador que estuvo en la cantera del Real Madrid de donde fue expulsado con tan solo 14 años por indisciplina en el vestuario. En el mundo del fútbol todo se sabe y el Deportivo fue el único que apostó fuerte, a pesar de conocer el motivo de su abrupta salida del conjunto merengue, por su fichaje.

Yeremay ha ido creciendo y le ha dado la razón a los que en su día apostaron por él. Su talento y calidad son de otra dimensión. Visión de juego, capacidad para romper líneas en conducción, desequilibrio en el uno contra uno pudiendo salir por los dos perfiles a la hora de encarar, gol… un jugón forjado en la calle de los que están hoy en día en peligro de extinción. Tiene todos los ingredientes para ser un jugador top.

Sus enormes condiciones no han pasado desapercibidas y varios equipos europeos han llamado a su puerta. Ya en el mercado de invierno de la pasada temporada, en pleno mes de enero, el Borussia Dortmund estaba dispuesto a abonar la cláusula e rescisión fijada en 20 millones de euros. Yeremay dio calabazas a los teutones. Posteriormente, el canario renovó su contrato con el Deportivo este mes de junio y su cláusula pasó a ser de 60 millones de euros. El Como italiano estaba dispuesto a pagar 30 millones de euros pero el Deportivo no quiso negociar. Lo mismo que en esta recta final de mercado donde el Sporting de Portugal subió su apuesta hasta los 35 millones de euros (30 fijos más 5 en variables) pero el equipo gallego volvió a decir «no» y a remitirse a los 60 millones de la cláusula de rescisión.

Esta negativa ha causado una gran sorpresa no solo en muchos aficionados a otros equipos de la liga española, la prensa lusa alucina con el Deportivo y con su capacidad económica como para poder rechazar una oferta de tal calibre estando en la categoría de plata del fútbol español.

¿Cómo puede el Deportivo rechazar este tipo de ofertas en un contexto como el que estamos viviendo en La Liga donde incluso equipos de Primera deben dar salida a sus mejores promesas?

La respuesta la tiene el presidente y máximo accionista del conjunto coruñés. Juan Carlos Escotet, el empresario hispano venezolano, fundador de Banesto y presidente de Banesto Internacional y dueño de Abanca, es la tercera persona más rica de España -solo por detrás del imperio Ortega- y está en el puesto 430 del mundo.

presidente-abanca-juan-carlos-escotet-segunda-jornada-18-encuentro-sector.jpg

Juan Carlos Escotet, presidente de Abanca y máximo accionista del Deportivo

Escotet cerró dos ampliaciones de capitales en el Deportivo, se quedó con el 99% de las acciones, y redujo la deuda de 160 millones de euros a 0.

Juan Carlos quiere volver a poner al Deportivo entre los grandes y tiene una razón sentimental de peso -además del lógico negocio como todo empresario de éxito- para llevarlo a cabo. Su hijo, Juan Carlos, murió en un trágico accidente náutico en el 2022 en Florida cuando fue golpeado por la hélice de la embarcación cuando intentaba rescatar a su pareja del agua, que había caído de la embarcación mientras pescaban en Miami. Una desgracia que desgarró a la familia. Su hijo, entre otras, tenía una gran pasión: el Deportivo de la Coruña, el equipo de sus amores. Por ello el dueño de Abanca se hizo una promesa: rendirá homenaje a su hijo llevando al Deportivo a codearse, como antaño, con los grandes de Europa.

Juan Carlos tiene un objetivo y el dinero por castigo para conseguirlo. En el Depor consideran a Yeremay una pieza clave y por ello son capaces de pagarle 2 millones de euros por temporada y rechazar hasta 35 millones de euros por su traspaso. Un caso único en España en tiempos de economía de guerra, y algo insólito también a nivel Mundial -estando en Segunda rechazar tales ofertas-. El canario, que se siente en deuda con los gallegos por apostar por él en su peor momento, no tiene, a sus 21 años, prisa alguna por cambiar de equipo. Quiere seguir creciendo de la mano del Deportivo de la Coruña.