Hay veces que la vida te pone delante oportunidades que no puedes dejar escapar. Recuerdo bien que fue un domingo, a esa hora en la que casi todo el mundo sestea, cuando me llamó Eudald Carbonell, entonces uno de los tres codirectores de Atapuerca: «¿Quieres escribir un libro conmigo sobre nuestra historia?». Y claro, dije que sí. Comenzó entonces una aventura de cuatro años que creí finalizar cuando ‘Atapuerca, 40 años inmersos en el pasado’ vio la luz a finales de 2017. Ahora, gracias a los miles de lectores que agotaron la primera edición, RBA lo ha vuelto a reeditar, actualizado con las novedades en estos ocho años. Y quién sabe si volverá a pasar.

Desde que conocí esa grieta en la sierra burgalesa, allá por comienzos de este siglo, me sentí atrapada en sus entrañas, no solo porque era el primer yacimiento paleontológico que visitaba como periodista sino porque las gentes que por allí pululaban, piqueta en mano, me acogieron desde el primer día como alumna novata pero aplicada.

Con muchos reportajes y noticias en mi haber, trabajar en un libro que resumiera todo sobre un proyecto científico único en el mundo era un reto y una oportunidad, sobre todo porque iba a ir de la mano de Carbonell, uno de sus artífices. Y desde esa llamada decidimos afrontarlo sin prisas, pero sin pausa, tratando de no perder nunca el tono que atrapa a un público que no tiene por qué conocer las disciplinas que escarban en nuestro pasado, pero que tampoco prescinde del rigor de la gran aventura que es la ciencia, con sus momentos gloriosos o los que lo son menos. Y más de 40 años dan para mucho que contar.

Humanos de hoy y de ayer

Fueron muchos meses buscando documentación, de recopilar datos, de entrevistas y de visitas a los yacimientos, siempre con el coautor como anfitrión y maestro, a menudo con un amplio equipo de personas que ha compartido sus vivencias y sus trabajos con nosotros. El resultado, 400 páginas envueltas en el cráneo de Miguelón, nuestro preneandertal de la portada, y en ellas el arqueólogo es el hilo conductor de un relato en primera persona, porque no podía ser de otro modo: es parte de su vida la que desfila entre las palabras escritas. Son páginas llenas historias de humanos de hoy y de un ayer que se remonta al origen de nuestros tiempos como especie.

Durante muchos fines de semana nos reunimos a escribir y coordinarnos en una casa rural cercana a Burgos, acompañados por una chimenea y los buenos guisos de los anfitriones. Aquel material ingente fue tomando forma en una obra que no sería igual sin las ilustraciones de Mauricio Antón, sin las fotos de Javier Trueba, Jordi Mestre y muchos más, sin la cuidada edición de RBA y sin los prólogos de José María Bermúdez de Castor y Juan Luis Arsuaga, los otros dos codirectores de Atapuerca en esos 40 años.

Puedo decir que desde que colgué aquella llamada, un domingo invernal, a la hora de la siesta, y hasta hoy, este libro solo nos ha dado satisfacciones.

Atapuerca. 40 años inmersos en el pasado

Eudald Carbonell y Rosa M. Tristán

RBA

400 páginas

25 €