Donald Trump volvió a hacer historia al convertirse en el primer presidente de EE UU que despide a un gobernador de la Reserva Federal, … cuya independencia estaba preservada hasta ahora para garantizar que la política monetaria del país estuviera a salvo de los intereses políticos del Ejecutivo. El presidente publicó en Truth Social la carta de despido de Lisa Cook, a la que ya había amenazado la semana pasada por la misma red social.
La primera mujer afroamericana en ocupar un asiento en la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal era el mejor blanco, al haber sido nombrada por Joe Biden para un mandato de 14 años que debía ostentar hasta 2038. La ley solo permite al presidente despedirla «con causa», algo que dice haber encontrado en la acusación -sin probar- de que en 2021 solicitó dos hipotecas para dos propiedades que quería usar como su residencia principal. «A la luz de la conducta fraudulenta y posiblemente criminal en un asunto financiero, los estadounidenses no pueden tener -y yo no tengo- confianza en su integridad», escribió.
Incluso si el gobierno puede probar el delito, del que no hay acusación formal en los tribunales, este habría ocurrido antes de que fuese nombrada para el cargo, lo que pone aún más en entredicho su validez como causa de despido. Cook tiene la opción de recurrirlo en los tribunales o recoger sus cosas y marcharse, habida cuenta de que el acoso de Trump a los gobernadores de la Reserva Federal será feroz.
El presidente busca ejercer su influencia sobre las decisiones del Comité de Mercado Abierto que decide la política monetaria del país a través de sus siete miembros permanentes y el presidente, Jerome Powell, que se resiste a dimitir, pese a los ataques incansables a los que le somete el presidente. Los otros cuatro asientos rotatorios se relevan cada año a través de la banca central de cuatro grupos de estados hasta totalizar doce asientos.
Trump acusa a Powell y a sus compañeros de haber sido demasiado lentos en la bajada de los tipos de interés con los que han querido controlar la inflación. Eso es parte del mandato dual de la Reserva Federal estadounidense que, a diferencia de otros bancos centrales del mundo también tiene la obligación de velar por el empleo. Al sopesar los efectos de los tipos de interés sobre ambos objetivos, la Reserva Federal ha preferido ser cauta. Eso frena, según Trump, el crecimiento económico y le dificulta cumplir su promesa de prosperidad.
Trump ya se ha beneficiado de la dimisión sorpresiva de uno de los siete miembros permanentes, que reemplazará con candidatos afines. Estos se sumarán a los dos que nombró durante su primer mandato y que, en la última reunión, por primera vez votaron en contra de la decisión del presidente de la Reserva Federal. Con el de Cook, el presidente controlará la mitad de los gobernadores permanentes.
El Comité de Mercado Abierto todavía tiene este año cuatro reuniones, siendo la de septiembre la más esperada, porque por primera vez este año podría bajar los tipos de interés, según los indicios que dio Powell el viernes en su discurso de Jackson Hole. «Es demasiado tarde», masculló Trump, quien piensa culparle si sus políticas económicas y comerciales no traen la bonanza prometida.
Precedentes
En el pasado otros presidentes han intentado influir en la Reserva Federal, pero lo han hecho a través de nombramientos, en vez de despidos, como Roosevelt durante la Gran Depresión, que promulgó también nuevas leyes para gobernarla. Por su parte, Nixon presionó al presidente de la Fed, Arthur Burns, en reuniones privadas que quedaron reflejadas en las cintas secretas de la Casa Blanca, destapadas con el escándalo del Watergate. Aunque en ellas el presidente se quejaba ante él de que si no aflojaba la política monetaria podría «hundir» su presidencia de cara a la reelección, Nixon nunca hizo públicas esas presiones, ni mucho menos llegó a despedirle. Eso sí, Burns relajó la política monetaria y mantuvo los tipos de interés bajos, lo que ayudó a crear un auge económico artificial -y a la reelección de Nixon.
Se considera que con ello sembró la semilla de la gran inflación de los años setenta, y la reputación de la Reserva Federal. El Tribunal Supremo ha dejado claro en su sentencia de mayo pasado sobre el despido de miembros de agencias federales independientes, como la Junta Nacional de Relaciones Laborales, que si bien la Constitución otorga al presidente poder ejecutivo para destituir a ciertos funcionarios «sin causa», el banco central «goza de una estructura única, cuasi privada» a la que no se le aplica distinto tratamiento.
Falta ver lo lejos que Cook decide llevar su defensa y hasta dónde apoyará el Supremo de EE UU la decisión del presidente. Es, paradójicamente, este órgano donde Trump ejerció más influencia durante su primer mandato al nombrar a tres jueces que han inclinado la mayoría conservadora, el que ha inspirado al presidente en cómo cambiar el balance de poder.