Antonio Palacios, comparado en muchas ocasiones con Gaudí por la magnitud de su obra, dejó una impronta que transformó la capital. Sus diseños, visibles tanto bajo tierra como en superficie, siguen sorprendiendo a quienes descubren espacios como la Nave de Motores o la estación fantasma de Chamberí. Cada proyecto suyo refleja la ambición de convertir Madrid en una metrópoli moderna y monumental.

Lo que muchos madrileños desconocen es que su huella está presente en cada rincón del suburbano. Fue en 1917 cuando Palacios fue nombrado arquitecto de la Compañía Metropolitano Alfonso XIII, diseñando accesos, estaciones y edificios auxiliares que marcaron el inicio de un estilo propio. Esa visión arquitectónica convirtió al metro no solo en un medio de transporte, sino también en un símbolo urbano. Con su trabajo, el metro adquirió una dimensión artística que aún hoy lo distingue de otros sistemas europeos. Más allá de los grandes edificios institucionales, Antonio Palacios también dejó su sello en la arquitectura residencial y comercial. Entre sus proyectos destacan la Casa Comercial Palazuelo, en la calle Mayor, concebida para tiendas y oficinas, y la Casa Matesanz, en plena Gran Vía, uno de los primeros ejemplos de inmuebles destinados únicamente a espacios comerciales y de trabajo en el corazón de Madrid.

La huella de Palacios en el corazón de Madrid

Uno de los ejemplos más visibles de ese legado es la Nave de Motores de Pacífico, levantada en 1922 para suministrar energía al nuevo sistema de transporte. Hoy reconvertida en espacio museístico, representa un claro ejemplo de patrimonio industrial que combina funcionalidad y estética, donde se aprecia el equilibrio entre tradición y modernidad que caracterizó su obra. Se ha convertido en un lugar imprescindible para quienes desean descubrir la historia oculta del metro de Madrid.

No menos relevante es la estación de Chamberí, inaugurada en 1919 y clausurada en 1966. Recuperada décadas después como museo, se ha convertido en uno de los espacios más visitados de Andén Cero, ofreciendo un viaje al pasado con los azulejos blancos y azules originales diseñados para evitar la sensación de encierro bajo tierra. Antonio Palacios, además de sus grandes proyectos institucionales y comerciales, también diseñó residencias privadas que reflejan su capacidad para adaptar monumentalidad y modernidad a la escala doméstica. Entre ellas se encuentran las viviendas para Luisa Rodríguez en el paseo de la Castellana, 28, concebidas con una distribución innovadora para la época, y las viviendas para Tomás Rodríguez en la calle Marqués de Villamejor, 3, proyectadas junto a Joaquín Otamendi.

Foto: Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid)

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De los templos subterráneos a los iconos en superficie

Su colaboración con Joaquín Otamendi también dejó huellas imborrables en la superficie. Juntos proyectaron el Palacio de Comunicaciones, actual sede del Ayuntamiento de Madrid, así como el edificio del antiguo Banco Español del Río de la Plata, hoy Instituto Cervantes. Ambos proyectos reflejan el carácter monumental y vanguardista que definió la arquitectura de Palacios. Estas obras consolidaron su prestigio como uno de los grandes referentes de la modernidad madrileña.

Además, ideó el templete de acceso en Gran Vía, las cocheras y las subestaciones eléctricas que dotaron de coherencia estética y técnica al desarrollo del metro. Incluso el icónico logo del suburbano, todavía reconocible en la actualidad, salió de su mano. Con estas creaciones, Palacios demostró que la funcionalidad podía convivir con la belleza en el corazón de la ciudad.

Un mapa ilustrado para redescubrir a Palacios

Con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Palacios, el Área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid y el Colegio Oficial de Arquitectos impulsó un mapa cultural ilustrado que recoge 14 de sus obras más representativas. Desde la Casa Comercial Palazuelo hasta el Círculo de Bellas Artes, el recorrido permite redescubrir un patrimonio que sigue vivo en la metrópoli madrileña.

El arquitecto de Porriño (Pontevedra, Galicia), que residió en Madrid en una vivienda en la colonia El Plantío, consolidó un estilo propio que fusionaba grandeza y modernidad. Un siglo después, su obra continúa siendo admirada por expertos y ciudadanos, confirmando que Antonio Palacios fue, sin duda, el arquitecto que dio forma al metro y a buena parte de la identidad arquitectónica de Madrid. Hoy su figura se reivindica como un pilar de la modernidad urbana, comparable a Gaudí en Barcelona, y esencial para entender la fisonomía actual de la capital.

Antonio Palacios, comparado en muchas ocasiones con Gaudí por la magnitud de su obra, dejó una impronta que transformó la capital. Sus diseños, visibles tanto bajo tierra como en superficie, siguen sorprendiendo a quienes descubren espacios como la Nave de Motores o la estación fantasma de Chamberí. Cada proyecto suyo refleja la ambición de convertir Madrid en una metrópoli moderna y monumental.