Juanjo Aguilera

Miércoles, 27 de agosto 2025, 22:56

El ruedo, iluminado por el peso de las grandes tardes, fue testigo de un encierro que rozó la excelencia y de una faena que se quedó tatuada en la memoria de quienes saben mirar el toreo con el alma. Julio Norte, con el temple hecho arte y el pulso sereno de quien entiende que el tiempo en la arena no se mide con relojes, firmó un triunfo sonoro que se sintió en cada tendido, como un eco que no se agota. En el mismo escenario, Blas Márquez bordó el toreo desde la hondura, con la clase que sólo regalan los elegidos y dejó claro que, cuando la torería se expresa sin prisa ni alardes, el silencio del público se convierte en el mayor homenaje.

  • Plaza de toros de Almería.
    1ª corrida de abono de la Feria de Almería, un cuarto de plaza.

  • Novilleros:
    Sergio Sánchez (lila y horo), ovación, tras dos pinchazos y estocada, y una oreja, tras estocada, tras estocada, y Julio Norte (rosa y oro), una oreja, tras estocada, y una oreja, tras estocada, y Blas Márquez (lial y oro), con novillos sin picar, una oreja, tras estocada y un aviso, y palmas, tras varios pinchazos.

  • Ganadería:
    Novillos de López Gibaja y Macandro (3º y 6º), todos de excelente juego y nobleza, aunque al que cerró plaza, también noble, le faltó empuje. El segundo novillo se mereció la vuelta al ruedo.

  • Presidencia:
    Francisco Javier Torres actuó como presidente, con Ramón Magaña, como asesor artístico, y Serafín Fernández, como asesor veterinario. El novillero Julio Norte salió del ruedo por la puerta grande.

No faltaron ganas en la entrega de Sergio Sánchez, que se dejó el corazón en cada embestida, con la ambición de quien sueña con conquistar lo imposible, pero a quien el acero, traicionero y frío, le negó el premio mayor, tal y como le sucedió a Blas Márquez, que dio señas de más torería que de buen resultado. El aire olía a triunfo y a formas, a la pureza de una tarde que quedará escrita en las crónicas con los recuerdos compartidos de quienes, desde los burladeros o desde las gradas, supieron que el toreo, cuando se desborda de verdad, no necesita más explicación que el silencio reverente de una plaza entregada.

Poderío

Julio Norte, con su primer enemigo, miró la brújula. Salió arriesgando para lancear con una larga cambiadas y dos afarolados, exponiendo, para luego pasar de puntillas con el percal en los lances posteriores, entorpecido por el viento. Lucido en el quite de frente por detrás, cuajó buenos pasajes para llegar con el novillo entero y poco picado a la faena de muleta.

La misma la comenzó rodilla en tierra en la boca de riego. El salmantino se aprovechó de un novillo con clase, que sólo atendía a los toques de muleta. De rodillas le sacó una buena tanda toreando y no haciendo pasar al toro. Con la despaciosidad en la ejecución, cuajó buenas tandas con la franela en la diestra, en las que templó y se adaptó a la embestida del zaíno. Su toreo largo por el pitón izquierdo dio pie a ver naturales de importancia, ejecutando los pasajes con delicadeza, dándole tiempo al animal y sacando tandas con profundidad y hondura, en una faena de mérito en la que Julio Norte se mostró ganador de una batalla con epílogo por manoletinas.

Con el quinto tuvo una labor intensa en la salida, en la que cuajó buenos y vistosos lances con el percal, sin ‘aire’ en las chicuelinas ejecutadas entre las rayas de picadores y rematadas con delantales. En el quite cuajó con el toreo por chicuelinas, rematada con media de mucho regusto. Su toreo sin aspavientos, con una ejecución de mucho gusto en los pasajes con la franela, el salmantino fue agigantándose, en una faena de mano baja, muy baja, muy honda y profunda.

En el toreo al natural al novillo le faltó pujanza, pero Julio Norte no perdió la brújula, sabía que tenía el triunfo y fue mandando siempre en su búsqueda, con una ejecución cargada de verdad, muy limpia y poderosa, sacando naturales de importancia, aguantando los ‘caprichos’ del jabonero sucio que tenía enfrente. Por si faltaba algo, se montó casi literalmente encima del novillo que tomó ‘las de Villadiego’, cuando vio la batalla perdida.

Desparpajo

Blas Márquez se mostró con gusto en los lances de capote con su primero, luciéndose con una ejecución bajando muy bien la mano, rematando el tercio por chicuelinas. La faena de muleta la inició con estatuarios y buenas maneras, con mucho sentido y sensibilidad para lidiar por el pitón derecho, llevando muy toreado al eral. Su toreo a cámara lenta, con detalles de poderío, le hizo crecerse en una faena de mucho mérito, templando al eral en el toreo al natural.

Inteligente, Blas Márquez cuajó una faena en la que tuvo mucho que ver el tiempo y las formas, utilizadas, lo primero para que el animal no se vaciara con prontitud y también para atemperar defectos que, por dos volteretas, afectaron la embestida; el modo fue el producto de emplear la mano con torería, dándole el temple y corrigiendo la embestida. Cerró con mucho gusto; muy despacio, le sacó doblones de mucho mérito.

Trincherazo de cartel de toros de Blas Márquez.

Trincherazo de cartel de toros de Blas Márquez.

Baltasar Gálvez

Con el que cerraba plaza, volvió a exhibir las mismas formas, con delicadeza en la ejecución de las suertes para ‘quebrar’ la pelea a su favor con formas brillantes, toreando con mucha clase, con una pasmosa facilidad. Con el percal, le hizo cruzar el ruedo a base de verónicas de cartelería, con pausa y toreo de grandes quilates.

Formas que utilizó para ‘embelesar’ al de Macandro a base de una perfecta ejecución. Loco por sacarle pases al animal, no perdió las formas. Vio la calidad del animal y lo exprimió por ambos pitones, con mucha clase. La profundidad fue haciendo brillante su actuación, cargando la suerte en cada uno de los encuentros, con el veredicto de una faena interesante y un porvenir halagüeño.

Superior sin muerte

Muy puesto, Sergio Sánchez, al abrir la tarde, lidió a su primero con vistosidad y gusto, con lances a la verónica, con un novillo que avisó en un par de veces por el pitón izquierdo y que blandeó tras una única puya, pero con buenas condiciones. El pacense se lució en un quite por gaoneras bien rematado con una revolera y media.

Experimentó un toreo con clase, con la franela en la mano derecha, con mucho estoicismo en los pasajes, a pies juntillas, para comenzar la faena, que tuvo como común denominador la ejecución, moviendo la mano muy despacio. Con buen temple firmó una meritoria segunda tanda de derechazos, con la primera en la que la embestida protestó los encuentros. Se le notó sabiduría al novillero, que lo probó al natural, pero siempre con protestas del de López Gibaja por lo que Sánchez volvió a la diestra para sacarle buenas tandas, con mano baja y muy largos. Supo el pacense darle tiempo y corregirle hasta para incluso dar una meritoria tanda de naturales, con temple y profundidad, consiguiendo mejorar al novillo, que embistió al temple del novillero, que hizo una faena muy templada en la que todo el mérito fue suyo.

Sergio Sánchez ejecuta a la perfección una revolera a su primer enemigo.

Sergio Sánchez ejecuta a la perfección una revolera a su primer enemigo.

Baltasar Gálvez

Con la oreja perdida, salió a revientacalderas con el cuarto pero dudó en la ejecución y se salvó por los pelos, teniendo que reinventarse para lancear de rodillas, cerrando el tercio por chicuelinas. Repuesto, se le vio con mano baja y muy lento a la hora de llevar al novillo al caballo, quitando después por chicuelinas y tafalleras con gusto, tras el que el de López Gibaja se hizo dueño del ruedo.

Eso no le quitó las ganas a un novillero que apostó por la clase en la ejecución, en la que lidió con pausa a un novillo que cambió en las formas, enseñado a embestir aunque con mucha sosería, con dos buenas tandas por la derecha. Con más pausa y temple, Sergio Sánchez le pudo al novillo, con muletazos al natural con parsimonia, arrastrando las bambas. Sin embargo, faltó transmisión con una embestida poco lucida del enemigo, apostó por arrimarse con buena tanda de manoletinas.

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